Decir que la tecnología ha avanzado de forma vertiginosa es quedarse corto. Y lo que viene… En medio de esta lucha por alcanzar la mayor eficiencia, y el consiguiente beneficio, con el 5G ya prácticamente implantado tras una guerra comercial sin precedentes cuyos ecos todavía reverberan y experimentos que parecen sacados de una revista pulp de los años 50 a punto de ser aprobados por gobiernos y corporaciones, el terreno militar es uno de los que, bajo el paraguas de Top Secret, está realizando los experimentos más sorprendentes, e inquietantes. Veamos algunos de los que han trascendido, que no son todos los que están en proceso, por supuesto.
Óscar Herradón ©
El terreno de la guerra del futuro, evidentemente, no se circunscribe a Estados Unidos, aunque sean éstos quienes hacen un mayor desembolso en los avances más vanguardistas. En octubre de 2018 un informe del Ministerio de Defensa británico analizaba cómo los imparables avances tecnológicos podían afectar –tanto positiva como negativamente– a los soldados. En ese mismo expediente se aventuraba una escalofriante posibilidad: que la reproducción de tropas modificadas genéticamente podría ser una realidad en apenas una generación. Soldados biónicos que permitirían a los países aumentar su capacidad militar y mejorar el desempeño de las fuerzas de combate. Lo que en la película Soldado Universal (1992) parecía un argumento hecho para mayor gloria del entonces archifamoso Jean Claude Van Damme, hoy podría cobrar forma.
Dicho informe, titulado Global Strategic Trends (Sixth Edition): The Future Starts Today, publicado bajo el paraguas del grupo de expertos del Centro de Desarrollo, Conceptos y Doctrina, un think tank del Ministerio de Defensa británico, apunta que dentro de 30 años los soldados «mutantes» podrían levantar grandes pesos –algo que empieza a ser posible gracias a vanguardistas exoesqueletos– y correr a gran velocidad en distancias extremas, cual si fueran clones del Capitán América. Es muy probable que dispongan de visión nocturna por infrarrojos –algo que ya es una realidad en equipamientos avanzados–, e, incluso, y esto es lo más fascinante: ¡ser capaces de transmitir sus pensamientos a través de telepatía asistida electrónicamente!
El documento británico examina las amenazas globales e identifica los problemas que deben abordar los países debido a la revolución tecnológica, como la posibilidad de protestas violentas por parte de grupos de personas cuyos trabajos peligren por la implantación robótica, advirtiendo sobre «el riesgo de agitación social y posiblemente una protesta violenta de los desfavorecidos», e incide a su vez en una mejor regulación de las ya casi incontrolables RRSS.
En cuanto al asunto que nos atañe, la explotación por los estados de tecnología emergentes en la obtención de provecho en el campo de batalla, el informe señala que la edición de genes, las extremidades biónicas, las adaptaciones que mejoran el cerebro y las drogas estimulantes o nootrópicas «ofrecerán una profunda expansión de los límites del rendimiento humano». Advierte a su vez de que se deben introducir leyes que tengan en cuenta consideraciones morales y éticas antes de crear los hipotéticos ejércitos mutantes, afirmando, entre otras cosas, pueden «polarizar las poblaciones, erosionar la confianza en las instituciones, crear incertidumbre y alimentar las quejas». Un panorama nada alentador.
¿Telepatía asistida?
Precisamente este es uno de los planes más ambiciosos de DARPA: un ingenio que permitiría al soldado tener sorprendentes capacidades extrasensoriales… ¡mediante la lengua! Ya en una fecha tan lejana como 2008, sus investigadores trabajaban en un dispositivo denominada BrainPort, consistente en un casco equipado con una cámara, un sonar y diversos aparatos de navegación y localización. Luego se introduce en la boca del usuario una delgada lámina de plástico cargada de microelectrodos conectados con el casco que recogen la información sensorial, «aprovechando así la habilidad del cerebro de convertir pulsos eléctricos en información visual», ya provenga ésta de los ojos o de otros sentidos; esto permitiría, por ejemplo, «ver 360º» en la oscuridad, tecnología que ya ha sido probada con relativo éxito por buzos a grandes profundidades.
Con los años y la revolucionaria innovación tecnológica, DARPA ha ido más allá, y en 2017 anunciaba que había invertido 65 millones de dólares en la creación de un módem que conectaría nuestro cerebro a un ordenador, un ambicioso proyecto que buscaría grabar millones de charlas entre neuronas de forma simultánea en un cerebro humano vivo. Así, se busca superar uno de los grandes obstáculos de la neurociencia: registrar la actividad desde el interior del cerebro humano para entender y corregir padecimientos. Dicha startup responde al nombre de Paradromics, y se basa –aunque de momento sólo es experimental, o eso nos dicen– en conexiones en banda ancha que ayudarían en los tratamientos de ceguera, parálisis, trastornos del habla e incluso la restauración de sentidos perdidos. Por supuesto, las posibilidades en el campo de la Defensa son potencialmente alentadoras.
El responsable del llamado “Programa de Conversación Silenciosa”, que recuerda al casco del Profesor X, es Matt Angle, quien cuenta con el apoyo de varios investigadores de la Universidad de Stanford. Afirma que se trata de un “cerebro-módem” equipado con circuitos flexibles que han bautizado como neurograins, los cuales se colocarían sobre el cerebro “para crear un enlace de datos sin fisuras y retrasos entre el cerebro humano y una computadora. Los neurograins son pequeños cables con el grosor de un grano de arena equipados con microscopios holográficos capaces, supuestamente, de observar la actividad de millones de neuronas a la vez. Su principal ventaja, afirman, es que dicho implante “funcionaría de forma inalámbrica y permitiría la conexión y envío de datos en ambos sentidos, no sólo del cerebro al ordenador”. Esta interfaz cerebro-ordenador podría permitir en unos años que los soldados recibieran información desde un mando de control a su cerebro a tiempo real, una suerte de “telepatía informática”, y es bastante más ambicioso que otros proyectos similares.
El Brain Computer Interface (BCI) convierte el campo de lo que hasta ahora formaba parte de la parapsicología en una posibilidad muy real –aunque ligeramente distinta a lo que se consideran poderes telepáticos–.El ambicioso proyecto, según recogía un artículo del Daily Mail, permitiría a los soldados comunicarse telepáticamente: “Recientemente, el Programa de Conversación Silenciosa de DARPA ha estado explorando la tecnología de lectura de la mente con dispositivos que pueden detectar las señales eléctricas dentro del cerebro de soldados y enviarlos a través de Internet. Con chips implantados, ejércitos enteros podrán hablar sin radios. Las órdenes van directamente a las cabezas de los soldados y los deseos de los comandantes se convertirán en los deseos de sus hombres”. Hombres sin capacidad de decisión propia y, como ahora veremos, sin miedo o remordimientos.
Los nuevos Terminator
Si en algo eran eficientes los Terminator que nos presentó James Cameron por primera vez en 1985, es que, además de ser prácticamente indestructibles –y de estar al servicio de una inteligencia artificial que se vuelve contra su creador, Skynet, no pecaban de aquello que atormenta a los humanos: no tenían remordimientos, ni dudas, ni miedos. De hecho, se calcula que durante la Segunda Guerra Mundial, apenas el 20% de la infantería estadounidense disparó sus armas contra el enemigo, inacción que en la guerra de Vietnam ya alcanzó, en ocasiones, el 90%. El hombre es, en terribles términos pragmáticos, imperfecto.
Bien, pues también en este campo, según desveló en su informe el novelista Simon Conway en 2018, DARPA estaría trabajando para crear una suerte de biorobot –o humano-robot– que muestre menos temor, y que al recibir órdenes mediante distintas startups, «pueda estar interconectado con su comando y actuar como una entidad única».
En las universidades de Harvard y Columbia varios equipos llevan años trabajando en métodos de inhibición del miedo y modos de anestesiar la memoria, usando pastillas de propranodol. Pero DARPA va más allá. Hace unos años, científicos a su cargo lograron controlar por ordenador un ratón al que se le habían implantado electrodos en su pequeño cerebro y en la actualidad trabajan con un «tiburón» que puede ser dirigido a distancia. En la Universidad de Nueva York las investigaciones más sorprendentes –y éticamente controvertidas– son las llevadas a cabo por el prestigioso neurocientífico colombiano Rodolfo Llinás, quien, entre otras hazañas, inserta cables capilares en el cerebro de roedores para estimularlo a distancia; de esta forma, logra generar sensaciones y estados de ánimo artificiales en las cobayas. El neurocientífico asegura que la comunicación directa entre mente y máquina puede ser factible. En una entrevista para la red de televisión pública USA, Public Broadcasting Service, Llinás planteó lo siguiente: «Convenientemente desarrollada, esta tecnología permitiría que cada miembro de un grupo de soldados fuese consciente de la existencia de todos y cada uno de ellos y de lo que están haciendo en cada momento. El grupo de personas individuales desaparece para convertirse en una única entidad. Así, si uno resulta herido, todos podrían saberlo inmediatamente. En el fondo, se trataría de una especie de conciencia colectiva». Los soldados funcionarían así como una suerte de enjambre de abejas. IMPRESIONANTE.
Este post tendrá una tercera y última parte en breve… permaneced atentos!!!!