Goomer, el inolvidable antihéroe galáctico

Goomer, aquel transportista espacial bajito, calvo y barrigón, sinvergüenza y aprovechado que inmortalizaron Ricardo & Nacho durante décadas, acabó por convertirse en uno de los personajes más queridos del cómic español. Norma Editorial le rinde el homenaje que merece con una lujosa edición que dejará sin aliento a fans y neófitos, despertará la nostalgia de muchos y las carcajadas de otros tantos.

Óscar Herradón ©

En agosto de 2021 nos dejaba Nacho Moreno, un multifacético artista que fue guionista de cómics, viñetista político, editor, escritor, cocinero y restaurador; se hizo célebre gracias a ser el creador (y guionista) junto al dibujante Ricardo Martínez Ortega, quienes firmaban como Ricardo & Nacho, de Goomer, uno de los personajes más emblemáticos de la viñeta española. Ahora, Norma Editorial nos ofrece en una edición de lujo todas las aventuras de este icónico viajero galáctico.

Un cómic que se publicó de forma ininterrumpida durante 25 años desde que nació en primavera de un ya lejano 1988. Quien esto suscribe tenía entonces solo ocho años; por supuesto, tuvieron que pasar unos cuantos años para entender el humor irreverente de Goomer, pero recuerdo que veía las historietas en distintas revistas muy a menudo (entonces, por suerte, los periódicos, revistas y sus suplementos inundaban las casas, no había Internet), y que los dibujos me llamaban poderosamente la atención. No era para menos. Recuerdo la compañía de aquellas historietas durante muchos años; toda mi infancia, mi adolescencia y parte de mi (falta) de madurez.

Curiosamente, Goomer tuvo una fugaz y anecdótica aparición en Mundo Obrero, que publicaba el Partido Comunista de España, entonces con un fuerte tirón electoral; después, la serie afianzaría lectores en las páginas de «El Pequeño País», el suplemento infantil y juvenil del diario español del Grupo Prisa. Después, pasó a la mítica revista satírica El Jueves para saltar más tarde a las páginas de El Mundo, donde se asentaría como leyenda del cómic patrio hasta el último día de su publicación, un 29 de diciembre de 2013 tras una larga y fecunda carrera en la que aquel transportista espacial afincado en el rincón más remoto de la galaxia representó de mil formas las miserias, debilidades y también pequeñas grandezas y glorias de nuestra muy reprochable raza humana.

Todos somos Goomer…

Un antihéroe que pasaba sus días en un planeta gobernado por una civilización alienígena tan rutinaria, vulgar y aburrida como la nuestra, trasunto, por supuesto, de este nuestro planeta (ya no tan) azul, un lugar recóndito pero a la vez profundamente familiar en el que Goomer, el viajero interestelar más famoso de nuestro cómic, encajaba como un guante, comportándose como una suerte de Han Solo de pacotilla, sin nave, princesa (fuera Leia o la Cenicienta, lo mismo da), ni por supuesto gloria; como el español de a pie que vivió en ese cuarto de siglo entre finales de los años 80 y 2013 –hoy no hemos cambiado demasiado, si acaso somos menos amigables y mucho más tecnológicos, que no mejores–.

Con Goomer nos identificábamos porque era (es) como somos cualquiera de nosotros, no como nos gustaría ser. Este terrestre expatriado representa al español pícaro de clase obrera, con bajo nivel académico y mura cara dura que decide quedarse en su nuevo planeta viviendo de su novia –una extraterrestre– sin dar palo al agua. Un tipo de esos de andar por casa, grosero y tosco, con sus fallos, sus faltas (es mentiroso y aprovechado) y también sus pequeñas virtudes. Norma nos ofrece por fin las 1.250 historietas del buscavidas galáctico en un lujoso estuche con dos monumentales volúmenes, con prólogo del superfan Santiago Segura, una lámina de regalo y toneladas de extras.

En su presentación a los medios, Ricardo defendió a este irreverente personaje bajito, de escaso pelo y enorme nariz redonda, con las siguientes palabras: «A mí Goomer me parece un impresentable, pero estoy seguro de que sería muy amigo suyo». Una edición magnífica, eso sí, que obliga a rascarse un poco el bolsillo –vale 69,90 euros–, pero merece sin duda la pena.

Annemarie Schwarzenbach, atormentada alma libre

Es un personaje completamente desconocido en España por el gran público e injustamente olvidado a nivel europeo por la historiografía centrada en el periodismo y la cultura del pasado siglo XX, eclipsado por colegas de profesión (en su mayoría hombres).  Hablamos de la periodista y escritora suiza Annemarie Schwarzenbach, cuya labor y memoria recupera una valiente y rompedora novela gráfica editada por Norma Editorial y firmada por las españolas María Castrejón y Susanna Martín. 

Óscar Herradón ©

Mujer multifacética en un tiempo dominado por los hombres, Annemarie Schwarzenbach (1908-1942) fue reportera, novelista, doctora en filosofía, fotógrafa y arqueóloga. Hija de una familia de alto nivel social y económico de suiza, su madre, Renée Wille, con quien tendría numerosos enfrentamientos debido a lo que su progenitora consideraba una disoluta forma de vida, estaba emparentada nada menos que con el canciller Von Bismarck. Y su padre, Emil Schwarzenbach, era el heredero de Ro.Schawarzenbach & CO; una multinacional de fabricación e importación de telas de seda. Su adolescencia coincidiría con el ascenso del nazismo, que vivió como algo terrible, revelándose contra su familia, que era simpatizantes de Hitler.

Desde pequeña mostró una extraña conducta (si hemos de entender por «extraña» el no someterse a las convenciones sociales), por lo que fue llevada en reiteradas ocasiones al médico hasta que uno de ellos le diagnosticó una esquizofrenia, aunque no está clara la veracidad de tal diagnóstico. Mujer impetuosa, atormentada, independiente y feminista, el propio nobel Thomas Mann, de cuyos hijos era amiga, y que la adoraba, la bautizó como «El Ángel Devastado» y es que pasó su corta vida marcada por los excesos y un comportamiento temerario y conflictivo. Fue adicta a la morfina y al alcohol y pasó por varios ingresos psiquiátricos y varias clínicas de desintoxicación.

Erika Mann

Fue, como digo, amiga de Klaus y Erika Mann, y casi con seguridad amante de esta última. Lesbiana en tiempos de fuerte patriarcado e intolerancia social, vivió su amor por las mujeres de forma abierta y explícita, algo que plasmó en sus libros –y que sería el tormento de su conservadora familia, que acabaría por darle de lado–. En Ver a una mujer, habla del primer amor homosexual de una chica joven. Lucía un aspecto andrógino (con pelo corto y pantalones) y llevó una vida de constante y agotadora búsqueda y resistencia frente a los límites establecidos de su tiempo.

Clarac

Cuentan que también mantuvo una fugaz relación con la hija del embajador de Turquía en Teherán, y una de sus más célebres amantes y amigas fue la también atormentada y genial escritora estadounidense Carson McCullers, con quien Annemarie pasaría tiempo de su vida en Nueva York durante 1940. No obstante, y debido a las convenciones sociales, Annemarie contrajo matrimonio en 1935 con el diplomático francés Achille-Claude Clarac en Irán (que según sus biógrafos era gay), un matrimonio de conveniencia.

Carson McCullers

Curiosa impenitente y viajera incansable

En 1927 ingresó en la Universidad de Múnich para estudiar Historia y Literatura y comenzó su producción literaria. Destacó principalmente por sus libros de viajes y realizó expediciones a lugares recónditos en los que a veces nunca habían visto a una mujer occidental. En 1933 viajó a España junto a la fotógrafa berlinesa Marianne Breslauer, cuyo mentor había sido Man Ray. Le conmocionó el estallido de la guerra en nuestro país, prolegómeno del infierno que se avecinaba en toda Europa y el inicio de la Segunda Guerra Mundial supuso para ella, como para tantos de sus contemporáneos, un gran golpe.

Realizó importantes viajes a Asia y África, también a Estados Unidos. En 1939 su amiga la fotógrafa y escritora suiza Ella Maillart se sumó a sus aventuras y ambas viajaron juntas durante seis meses en un Ford por los Balcanes, Turquía, Irán y Afganistán, epopeya de la que surgió el libro Todos los caminos están abiertos (mientras que Maillart confeccionó La ruta cruel), libro que en castellano ha publicado en una preciosa edición la editorial Minúscula, responsable también de la edición de otros títulos de Annemarie como Muerte en Persia, el citado Ver a una mujer o Con esta lluvia.

A los 34 años, en 1942, Annemarie sufrió un accidente de bicicleta, se golpeó la cabeza contra una piedra y permaneció inconsciente durante días. Cuando despertó fue incapaz de reconocer a su madre y había perdido la capacidad de habla, observación y movilidad, muriendo el 15 de noviembre de ese año, cuando aún quedaban tres para el final de la Segunda Guerra Mundial que vivió con tanta ansiedad. No conoció, eso sí, el devastador resultado del conflicto y las atrocidades cometidas por aquel Tercer Reich del que despotricó en sus escritos (y que a punto estuvo de llevarla a la cárcel). Una mujer sorprendente y provocadora que escribió su propia historia de empoderamiento.

PARA SABER MUCHO MÁS:

La novela gráfica citada que lanza Norma Editorial. En Annemarie, María Castrejón y Susanna Martín recuperan la figura de la periodista y escritora suiza en este imprescindible ejercicio de recuperación de la herstory. Un relato completo y sincero –y en ocasiones implacable– de una periodista que solo ha sido recordada por el morbo de su vida personal (tormentosa, a lo que contribuyó el desarrollarse en el convulso y acelerado periodo de Entreguerras) y no por la relevancia de su importante trabajo, ni por su empoderamiento como viajera «sola», ni tampoco por hacerse con un hueco como periodista en un tiempo donde dicho oficio era dominado por los hombres. Gracias a esta joya ilustrada Annemarie recupera el lugar que le corresponde en la historia del siglo pasado. Una obra que ha sido descrita por la periodista Berta Jiménez Luesma como «Pura dinamita dibujada. Su publicación es un acto revolucionario en sí mismo».

10 cosas que (quizá) no sabías de E.T. El Extraterrestre

Inauguramos en el Pandemónium nueva sección con una conmemoración: nada menos que el 40 aniversario del lanzamiento de una de las cumbres del cine fantástico: E.T. el Extraterrestre, del Rey Midas de Hollywood Steven Spielberg, cuya trastienda es narrada con detalle en una joya ilustrada publicada recientemente por Norma Editorial.

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Pixabay. Free license.

Arrancamos nueva sección en el blog. Puesto que estamos saturados de información y a golpe de click uno puede encontrar lo que quiera (siempre con la cautela de no caer en el fake o la falta de verosimilitud), eso tan mentado ahora de la infoxicación, tocaré algunos temas de actualidad (muchos, sin ser nuevos, lo están por una u otra razón), la mayoría relacionados con la publicación de novedades editoriales, de forma breve, dejando la escritura torrencial de mis habituales entradas para otros asuntos, que los habrá, sin duda. Estas son las 10 cosas que probablemente no sabías sobre aquella joya familiar que cambió para siempre el séptimo arte:

–El niño de la cinta, Elliot (interpretado por Henry Thomas) sufre por la ausencia de su padre y precisamente el divorcio de sus progenitores provocó (o al menos eso confesaba en su día) que Spielberg inventase un amigo imaginario, un extraterrestre que podía ser «el hermano que nunca tendría y el padre que sentía que ya no tenía». Fue la semilla de una de sus cintas inolvidables. Precisamente el realizador recuerda aquellos convulsos años de infancia y realiza un emotivo homenaje al cine, una carta de amor al celuloide, en la aclamada Los Fabelman.

–Spielberg ya se acercó años antes, en 1977, al tema de los OVNIs en otra de sus obras maestras, Encuentros en la Tercera Fase (que en realidad, ajustándonos al lenguaje ufológico y al título original, debió traducirse como Encuentros Cercanos del Tercer Tipo), donde contó con la colaboración del astrónomo y ufólogo Joseph Hyneck, pero muchos de los elementos que rescataría ET se hallaban en el guión de una película que nunca llegaría a realizar, una suerte de secuela de la cinta protagonizada por un Richard Dreyfuss en estado de gracia: la terrorífica Night Skies, con guión de John Sayles, donde había varios extraterrestres malvados y uno de ellos poseía un único dedo largo y huesudo que desprendía luz en la punta. ¿Os suena? Con dicha luz mataba a los animales de una granja. Por contrapartida, había uno bueno, de nombre Buddy, que tenía una hermosa relación con un niño afectado de TEA.

–Cuentan que cuando estaban en pleno rodaje de Indiana Jones. En busca del Arca Perdida, primera entrega de la célebre saga del arqueólogo que odiaba a los nazis, cuando Spielberg leyó el guión de Night Skies a la entonces novia de Harrison Ford, Melissa Mathison, esta se echó a llorar ante la relación de un extraterrestre bondadoso y un niño fruto de un hogar roto. Sería ella precisamente quien escribiría el guión de ET. El extraterrestre, y es que un trabajo suyo, El corcel negro, había cautivado a Spielberg. Según reveló el director, ella fue la responsable de la mítica frase «Teléfono, mi casa». Nada volvería a ser lo mismo para el séptimo arte.

–Puesto que el jefe de marketing de Columbia Pictures pensó que ET no tenía un gran potencial comercial y que su argumento era solo propicio para los más pequeños, la productora rechazó el proyecto y entró en el mismo Universal Pictures, que se hizo de oro: ET se convirtió en la película entonces más taquillera de la historia al recaudar 359 millones de dólares en todo el mundo; hasta el momento el récord lo tenía La Guerra de las Galaxias, con 307 millones, del colega de Spielberg (y productor de Indiana Jones) George Lucas. ¿No tenía potencial comercial? Hace unos meses la marca NECA anunciaba el lanzamiento de varias figuras articuladas de la película en el marco del 40 aniversario. Y uno que es coleccionista avisa de que no tardarán en descatalogarse y alcanzar precios desorbitados. ¿Quién no ha tenido un peluche de ET?

–La única película que conseguiría romper el récord alcanzado por la cinta sería Parque Jurásico, también firmada por el visionario Spielberg y basada en el bestseller de Michael Crichton 11 años después: nada menos que 978 millones de dólares. Y es que el realismo de sus saurios extintos provocaba escalofríos y parecía llevarnos a plena era jurásica. Solo Spielberg podía hacer aquello. Vi la cinta en el cine con 13 añitos (ya han llovido 30 desde aquello), y salí cautivado.

Rambaldi

–Siempre se ha dicho que el rostro de ET nos resulta familiar. La razón estriba en que se ideó a partir de las fotografías de los rostros del físico Albert Einstein y los escritores Ernest Hemingway y Carl Sandburg, más algunas pequeñas inspiraciones. Su creación se debe al italiano Carlo Rambaldi, diseñador de las criaturas de Encuentros en la Tercera Fase y artista de efectos especiales de películas como La Posesión o Dune, de David Lynch, quien se inspiró en su propio cuadro Women of Delta para dotar al personaje principal de ese característico largo cuello.

–Los actores aquejados de enanismo Tamara de Treaux y Pat Bilou se introdujeron en el disfraz de goma del personaje, e incluso el niño minusválido al que le faltaban las piernas Matthew Merritt, de entonces 12 años, que caminaba con las manos. También se crearon marionetas que se movían de forma electrónica en un tiempo en que no existían efectos digitales ni el recurrente CGI. La creación de la criatura costó un millón y medio de dólares, una cantidad nada desdeñable hace cuarenta largos años.

–El casting no fue ni mucho menos sencillo. Henry Thomas realizó una dura prueba para convertirse en Elliot de la que existen vídeos en el Making-of. «La improvisación fue tan sentida y honesta que le di el papel allí mismo», confesaría más tarde Steven Spielberg. Al parecer, el chiquillo lloró con tanta convicción pensando en su perro muerto. Para el resto del casting la cosa no fue tan fácil, y el director vio a más de 300 niños antes de decantarse por Drew Barrymore (que había realizado la audiencia para Poltergeist, otro éxito del que Spielberg fue productor) y Robert MacNaughton.

Williams

–El éxito internacional de ET, que se estrenó en el mercado estadounidense el 11 de junio de 1982 (en España lo hizo el 6 de diciembre de ese año, inaugurando una Navidad inolvidable para aquellos que acudieron a verla), se manifestó al año siguiente en nueve nominaciones a los premios Oscar, de los que ganó cuatro: Mejor Sonido, Mejores Efectos Visuales y Mejor Edición de Sonido, así como a la Mejor Banda Sonora firmada por el inolvidable John Williams, autor de las melodías de Star Wars, Indiana Jones, Superman, y prácticamente todo el cine de Spielberg: Tiburón, Encuentros en la Tercera Fase, La lista de Schindler, Hook, Parque Jurásico, Salvar al Soldado Ryan… y cómo no, Los Fabelman e Indiana Jones y el Dial del Destino, cinta que pone punto y final a la saga protagonizada por Harrison Ford que finalmente ha dirigido James Mangold.

–En una producción de tamaño éxito no es extraño que surjan dificultades. La cinta recibió varias demandas y acusaciones de plagio: el prestigioso director indio Satyajit Ray acusó a Steven Spielberg de copiarle el personaje de un guión que había escrito en 1967 titulado The Alien, con una idea y conceptos similares, proyecto frustrado donde –dijo– iba a contar con Marlon Brando y Peter Sellers. La otra demanda vino de parte del dibujante catalán Joaquín Blázquez, quien había creado en 1975 un dibujo de un alienígena llamado Melvin para el medio estadounidense Warren Magazines,  de notable parecido, que protagonizó al año siguiente la historieta publicada en Vampirella «Then one foggy Christmas Eve». Blázquez murió a los 40 años sin ganar el pleito.

PARA SABER ALGO (MUCHO) MÁS:

E.T. El Extraterrestre: la historia visual definitiva

Esta joya recientemente publicada por Norma Editorial profundiza en los archivos de producción de la película para presentarnos, de la manera más completa y apasionante, la creación de la obra maestra de Steven Spielberg y el impacto que todavía tiene en varias generaciones de admiradores. Este monumental volumen de 240 páginas en gran formato y a todo color incluye entrevistas exclusivas con una parte clave del equipo, como el propio director, la productora Kathleen Kennedy y las estrellas Robert MacNaughton, Dee Wallace y Peter Coyote.

ET. El Extraterrestre: la Historia visual definitiva, revive el proceso de una extraordinaria producción que trascendió los límites de lo que era posible en el cine. Cargado de imágenes poco conocidas, el libro incluye fotografías promocionales, arte conceptual, storyboards y contenidos del universo de la película al completo, como los artículos de publicidad comercial de la misma, la novela y su secuela, y la atracción de Universal Studios hacia el proyecto, como contamos en el post. Este tomo constituye el homenaje perfecto para una película que definió la magia del séptimo arte, un libro imprescindible para cualquier entusiasta de este inolvidable título que incluye además 19 elementos especiales, como el pase de seguridad de Spielberg para el set, la hoja de rodaje o páginas del guión original.