Gremlins. 40 años sin comer a medianoche

Este verano se cumplen 40 años del estreno de una de las cintas familiares más icónicas de los 80, Gremlins, de Joe Dante. Todos sus entresijos se cuentan con detalle y especial cariño en el libro Gremlins. Nunca les des de comer después de medianoche, firmado por Francisco Javier Millán y publicado por Diábolo Ediciones.

1984 fue un año muy productivo en lo que al séptimo arte se refiere, e inolvidable para los nostálgicos. Un servidor tenía solo cuatro años por aquel entonces (vamos, que veía Barrio Sésamo, la Bruja Avería y, sin entenderlo mucho, V y El Gran Héroe Americano), lo que significa que realmente no eran series y películas «de mi época», como suele decirse, pero con los años, las visitas a los inolvidables videoclubs y las eternas reposiciones por televisión (de dos canales), se convirtieron por derecho propio en el lugar para soñar de toda una generación (ya de varias).

Cuatro décadas más tarde, basta con echar un vistazo al infinito merchandising, las ediciones especiales en múltiples formatos o su éxito en plataformas digitales (donde compiten, y muchas veces ganan, a producciones multimillonarias que utilizan la vanguardia tecnológica para sus efectos especiales), para comprobar que su empuje no ha decaído. Que forman parte de la cultura popular (pop o como quiera llamarse). Hablo de películas como Regreso al futuro, Cazafantasmas o la que aquí nos ocupa, Gremlins. Y vamos ya al turrón, que en el Pandemónium tenemos tendencia a irnos un poco por las ramas cuando el tema nos toca el corazoncito.

En este post, con motivo de ese 40 aniversario y del lanzamiento de un libro único que lo conmemora, realizado con mimo por una editorial habitual de este blog, Diábolo Ediciones, recogemos 10 cosas que (probablemente) no sabías –cinéfagos aparte– sobre Gremlins, dirigida por Joe Dante, con guion de Chris Columbus y producida por un visionario Steven Spielberg a través de Amblin Entertainment. 

-El libreto original era cosecha de un joven y desconocido guionista llamado Chris Columbus, y pasó por las manos de al menos 20 productores, hasta que llegó a Steven Spielberg, al que le llamó la atención el título y decidió comprarlo. El propio realizador diría más tarde: «Es una de las cosas más originales que he encontrado en muchos años, por eso compré el guion y se lo di a Joe para que la hiciera». El propio Spielberg encargaría más tarde a Columbus escribir el libreto de Los Goonies, otra cinta familiar que marcó los 80.

-La fuente original de Gremlins se hallaba en una leyenda que contaban los pilotos de la Royal Air Force (RAF) durante la Segunda Guerra Mundial, principalmente durante la Operación León Marino mediante la cual los alemanes pretendían conquistar Inglaterra: hablaban de unas criaturas extrañas y traviesas que se introducían en los motores de los bombarderos pesados trimotor (Fortalezas Volantes) Boeing B-17 Flying Fortress. Pero existían referencias anteriores: la primera, en la revista Airplane, publicada el 10 de abril de 1929 en Malta, donde se señalaba que pilotos británicos destinados en la isla mediterránea, en Oriente Medio y en la India, ya hablaban de ellos.

-Nuevamente, en plena Segunda Guerra Mundial, el escritor Roald Dahl (autor de clásicos infantiles como Charlie y la Fábrica de Chocolate o Matilda), escribió su primera obra para niños tras ser enviado a Washington DC como agregado aéreo de la embajada británica en enero de 1942 (precisamente, Dahl había realizado el servicio militar en el Escuadrón 80 de la RAF en Oriente Medio). En el cuento, los gremlins son hombres diminutos que habitan dentro de los aviones de la fuerza aérea británica, y que a punto estuvieron de protagonizar una producción animada de Disney.

-El guion original de Columbus era bastante más oscuro y las sucesivas reescrituras irían cambiando la idea primigenia hacia una vertiente más familiar (no exenta de momentos desconcertantes, como la confesión de Kate –Phoebe Cates– sobre la muerte de su padre y otros también truculentos ). Nada que ver, no obstante, con la idea primigenia: las criaturas se comían al perro de Billy (escena que se sustituiría finalmente por la de colgarlo de las luces navideñas), mataban a su madre (que finalmente sería capaz de acabar con la vida de varios gremlins, entre ellos el que explota en la memorable escena del microondas –cuando en España no sabíamos ni qué electrodoméstico era-) y en otro alarde retorcido made in Columbus los bichejos se ponían las botas con carne humana en el McDonald’s de Kingston Falls, secuencia sustituida por los excesos alcohólicos de la parranda en la taberna de Dorry. Otra muerte terrible que se recogía en el libreto original y nunca se llegó a rodar era la del mejor amigo de Billy, Pete (interpretado por Corey Feldman, secundario de lujo en producciones ochenteras posteriores de la talla de Los Goonies, Cuenta Conmigo o Jóvenes Ocultos) al que devoraban algunos gremlins en medio de terribles gritos de agonía que nadie escuchaba debido a los villancicos entonados por los niños.

– Si algo destaca en la cinta, y contribuyó sin duda a su enorme éxito, es la gran expresividad de Gizmo, el mogwai que la protagoniza (todo ternura, menos cuando le dan de comer después de medianoche o lo mojan). Fue fruto de un minucioso trabajo del equipo de marionetistas. Según su responsable, Chris Walas, acerca de las pruebas previas que tuvieron que realizar: «Nos colocábamos frente a un espejo y hacíamos pequeñas actuaciones, solo para comprender los conceptos básicos de los títeres. Una vez que éramos conscientes de su movimiento buscamos los pequeños rasgos que definían al personaje. La dificultad de movimientos, y el hecho de que la cabeza del mogwai tenía solo 6 centímetros (lo que limitaba los espacios para colocar los mecanismos electrónicos) hizo que Walas optara por crear 10 cabezas de Gizmo con diferentes acciones: estas se fotografiaron con una máquina Polaroid y, cuando Joe Dante preparaba una toma, conectaban el mecanismo y ponían al adorable muñeco frente a la cámara. Además, a las max puppets (como se conocían) se sumaron las cabezas superfaces, con un tamaño algo más grande para que soportasen bien los primeros planos,  controladas mediante cables, dando lugar, en palabras de Javier Millán, «a matices inimaginables que parecían extraídos de los dibujos animados ».         

-Puesto que Gremlins se rodó casi en verano y estaba ambientada en navidad, tuvieron que usar grandes cantidades de nieve artificial: varios sets tenían que ser preparados a diario con un empavesado de poliéster blanco que creaba la ilusión de la nieve acumulada en las calles y tejados; además, se utilizó yeso en polvo que se espolvoreó sobre las copas de los árboles. El jefe de efectos especiales, Bob McDonald Jr., recordaba cómo se logró crear esa ilusión a mediados de mayo de 1983 en la calurosa e iluminada California: «Para hacer que la nieve cayese, usamos máquinas de viento. La echábamos desde elevadores frente a dichas máquinas y simplemente la dejábamos caer». También se usó piedra caliza para simular que los bancos estaban llenos de nieve. Una tarea compleja si tenemos en cuenta que cuando rodaban por las noches en exteriores la temperatura ambiente llegaba a oscilar entre los 18 y 20 grados y el equipo, por supuesto, debía ser muy rápido y eficiente con las escenas, trabajando a contrarreloj frente a la descongelación del hielo.

-A todo ello se añadía otra dificultad: ocultar todo el entramado de cables, para manejar las marionetas, fuera del objetivo de la cámara. Todo el set estaba construido sobre una plataforma, varios metros por encima del suelo, con un hueco donde los marionetistas trabajaban tirados por los suelos. Con el fin de facilitar la manipulación, se instalaron monitores para que pudieran ver en directo –como si se tratase de un espejo– la interacción de los actores. Para mover las criaturas más complejas, hacía falta en ocasiones el trabajo de hasta 18 operadores y unos 14 cables, todo un desafío del lenguaje corporal que obligaba a los operadores a estar horas interminables en posiciones incómodas y hasta dolorosas.

-Si uno presta atención al ver ambas películas –estrenadas apenas con un año de diferencia–, verá que son muy similares la plaza de Kingston Falls en Gremlins y la de Hill Valley en Regreso al Futuro. ¿La razón? Ambas son en realidad Courthouse Square, un veterano decorado de los estudios Universal que se levantó un lejano año de 1949 y que aparece en otras producciones de Hollywood como Matar a un Ruiseñor, ¡Como Dios! o Batman y Robin y que ardió en 2008, quedando únicamente en pie la icónica fachada y el ayuntamiento. Durante la fotografía principal, el equipo tuvo muchos problemas con otro rodaje que se estaba llevando a cabo en los alrededores, casi pared con pared del decorado: Calles de Fuego, dirigida por Walter Hill y protagonizada por Michael Paré y Diane Lane; según cuenta Francisco Javier Millán, los responsables de esta producción comenzaron a levantar grandes postes y lonas, impidiendo al equipo de Gremlins encuadrar la parte superior de los edificios. Había una legión de carpinteros al otro lado de los decorados que tan solo guardaban silencio durante la filmación, lo que obligó a que tuvieran que añadir una pintura mate en el arranque de los créditos realizada por Rocco Gioffre, artista de la empresa de efectos especiales Dream Factory que trabajó en otras producciones de la talla de 1997: Rescate en Nueva York (John Carpenter, 1981) o ET, el Extraterrestre, de 1982.

-Durante la convención de inventores a la que asiste el padre del protagonista, Randall «Rand» Peltzer (interpretado por Hoyt Axton), Dante hizo alarde de su pasión por el cine fantástico y sci-fi: pueden verse la máquina transtemporal pilotada por Rod Taylor en El tiempo en sus manos (1960), y a Robby, el robot de Planeta Prohibido (1956); además de un maletín en el que puede leerse S.S. Enterprises (hoy nombre de algunas empresas muy potentes, entonces un guiño a Star Trek), y un monitor con lo que parece ser una escena que alude a Poltergeist (otro de los éxitos de Spielberg como productor, estrenada dos años antes, en 1982, y dirigida por Tobe Hooper, el célebre realizador de La Matanza de Texas, de 1974).

-La frase que enuncia el padre de Billy sobre Gizmo acabaría por hacerse profética: «Todos los niños de América querrán tener uno». Es más, no solo de América, de prácticamente todo el planeta (al menos en Occidente). Me refiero al merchandising. El visionario Spielberg ya había sido un maestro de este tipo de beneficios añadidos a la industria cinematográfica con E.T., y su colega George Lucas principalmente con las figuras de Kenner de Star Wars, historia que da para varios post. El Rey Midas de Hollywood vio el potencial del mogwai desde el primer momento y, según Joe Dante: «El merchandising comenzó cuando nosotros ya estábamos inmersos en el rodaje, conceptualmente, esto jugó un papel muy importante».

-Según recogía la revista Variety, Gremlins fue una de las campañas más lucrativas de la historia de Warner Bros. Logró arañar parte del mercado que hasta entonces estaba monopolizado por Star Wars y E.T. Las figuras de PVC fueron unas de las más exitosas. En España fue la empresa Comic Figure Spain S.L. la que disponía de las licencias para explotarlas y sacó al mercado una figura de Gizmo y otra de Stripe. Todavía conservo un ejemplar de esta última, cuando con solo cuatro o cinco años mis padres, por supuesto, no me pusieron la película –y eso que llegamos a tener un Beta–, que vería por vez primera a los ocho o nueve años para no dejar de volver a visionar mil veces hasta hoy. Actualmente, el merchandising de Gremlins (y tantas cintas ochenteras) goza de un renacimiento, o más bien una segunda vida, y son infinitas las figuras que existen de sus criaturas, la mayoría fabricadas por la empresa estadounidense NECA –de la que me confieso fan incondicional–, con un realismo impensable hace cuatro décadas (y unos precios en sintonía, claro).

Red Hot Chili Peppers: el rock renacido

Es uno de los grandes grupos del rock y la historia personal de sus miembros es tanto o más fascinante que sus múltiples discos de estudio. Ahora, de la mano de Redbook Ediciones, siempre presente en el Pandemónium, nos llega la que probablemente sea la biografía definitiva de la banda californiana que nació de forma anecdótica, a principios de la convulsa década de los 80, cuando cuatro adolescentes del Fairfax High School de Los Ángeles se subían a un escenario para un único concierto. Dos de ellos eran Anthony Kiedis y Michael Balzary «Flea», núcleo germinal de los RHCP. El resto es historia (aún viva) de la música contemporánea más salvaje e irreverente.

Óscar Herradón ©

La banda estaría marcada desde el comienzo por los escándalos, los excesos y las drogas. Según cuenta el emblemático bajista Flea en sus memorias, Acid for the Children (publicadas en castellano por Libros Cúpula, de cuyo lanzamiento nos hicimos eco en su día) ya adolescente empezó a consumir speed y a experimentar con el ácido lisérgico que cautivó a muchas bandas de los 60 y 70. Según contaba a The Guardian sobre este punto, el LSD tuvo sin embargo un efecto «positivo» en él: «Para alguien como yo, que corría como un loco por las calles, las drogas me ayudaron a acceder a mi subconsciente, desarrollaron un carácter más introspectivo». Y le ayudó –supuestamente– con la música, fundando una banda con sus amigos Kiedis y el guitarrista Hillel Slovak.

Su primer nombre fue Tony Flow and the Miraculously Majestic Masters of Mayhem, formado por Kiedis, Flea, Slovak y el baterista Jack Irons, con un solo tema, Out in L.A. Debutaron en un local de nombre The Rythm and Blues y tras varias actuaciones y algunas canciones propias añadidas a su setlist, finalmente decidieron cambiar su nomenclatura por la de Red Hot Chili Peppers, acertando de pleno.

El hecho de tocar totalmente en cueros (o bien tapándose el miembro con un calcetín), les hizo icónicos y singulares, unido a sus poderosas melodías funk, sus cuerpos musculados y sus tatuajes en un tiempo en el que no se llevaban como ahora (hasta la saciedad y sin mucho sentido). Aquella puesta en escena «nudista» les convirtió también, quizá sin pretenderlo, en ídolos de la comunidad gay. De hecho, según recuerda Flea en el libro citado, los bares de ambiente de Los Ángeles fueron «los primeros que se fijaron en Red Hot Chili Peppers». De mentalidad abierta, nunca tuvo reparos en admitir que mantuvo relaciones sexuales con miembros de su mismo sexo, eso sí, aquello le convenció «de que no era gay», puntualiza.

En el extremo opuesto, el exhibicionismo y desenfado de la banda despertaron las iras de los más reaccionarios, abundantes en el país en los años ochenta (aunque hoy, bajo la resaca Trump, también son multitud) cuando se formaron, y en Virginia, por ejemplo, Kiedis llegó a ser detenido por escándalo público, como en su día le sucedió a icónicos frontman como Jim Morrison.

La tragedia y el renacimiento

Slovak en 1983

Flea dejaría las drogas a los treinta años, impactado por el daño que los estupefacientes hicieron en buenos amigos suyos. Fue el caso por ejemplo del también miembro fundador y guitarrista Hillel Slovak. Era el 25 de junio de 1988, y tras varios días desaparecido, fue hallado muerto en su apartamento por una sobredosis de heroína. Tenía tan solo veintiséis años. Una adicción, la del «caballo», que también traería de cabeza al frontman de los Red Hot, a Kiedis, pero este supo recomponerse tras numerosos intentos de rehabilitación.

Frusciante

Muchos pensaban que tras la trágica muerte del virtuoso guitarrista el grupo no remontaría, y es que era probablemente la pieza fundamental de una banda que empezó como un grupo de amigos con pocas intenciones hasta que Slovak los llevó por la senda del funk-rock (de hecho, Flea era… ¡un trompetista de conservatorio!, que acabó decantándose por el bajo precisamente por consejo de su colega). Hubo numerosos intentos de reemplazarlo, la mayoría sonados fracasos, hasta que llegó otro torbellino de las seis cuerdas que con apenas 19 años encajó a la perfección: John Frusciante, que en principio aspiraba a tocar para Thelonius Monster (los RHCP se lo llevaron en plena audición en una de esas muchas anécdotas de la historia del rock).

Y como su antecesor, además de un fuera de serie en la música se dejó arrastrar por las drogas, tanto, que muchos pensaban que no tardaría en morir. Asediado también por fuertes episodios de enfermedad mental –casi con seguridad desencadenados por sus excesos– a mediados de los noventa parecía un muerto viviente que llegó a grabar vídeos y entrevistas que hoy pueden verse en Youtube y que encojen el corazón. Los de un auténtico yonqui en plena decadencia vital.  Su propia inmersión en los infiernos sería tema de unas memorias bastante más trágicas que las de sus compañeros.

De los 90 al Olimpo del r’n’r

Los 90 serían la época más brillante de los RHCP: con el legendario Rick Rubin en la producción, en 1991 publicaron su disco quizá más emblemático: Blood, Sugar, Sex, Magik (cuya grabación se produjo, al parecer por indicación de Rubin, en una mansión supuestamente encantada –cosas del marketing–), y su sencillo «Under the Bridge» dio un nuevo tono a su característico funk-rock y arrasó en las listas de éxitos. Durante la gira de este disco, y después de un lamentable espectáculo en el Saturday Night Live en el que apareció completamente drogado, durante el tour por Japón, en mayo de 1992, tendría lugar la primera salida de Frusciante, al parecer por diferencias creativas –afirmaba sentirse alienado–, siendo sustituido por el guitarrista de Jane’s Addiction Dave Navarro, cuya incorporación cambiaría notablemente el sonido de la banda, como puede apreciarse en el disco de 1995 One Hot Minute.

En 1998, también por problemas derivados de las drogas, Navarro fue despedido y un Frusciante que había pasado un infierno volvía con sus viejos compañeros. Y se notó su vuelta: en 1999 los RHCP lanzaban el brillante álbum Californication, con hits como el que dio nombre al disco, «Scar Tissue» o «Around the World». Y en 2002 llegó otro exitoso álbum, más melódico, By the way. Los RHCP estaban en la cresta de la ola. Tuve la oportunidad de ver a los Red Hot en febrero de 2003 en Vistalegre, y aunque el lugar no era el mejor sitio para la acústica, fue un show inolvidable, el de una gran banda de rock, de las pocas que quedaban por aquel entonces aún inalterables de los 80.

Después publicarían Stadium Arcadium (2006) y en 2009 el inquieto Frusciante volvía a salir del grupo, siendo sustituido por Josh Klinghoffer, guitarrista de apoyo en la gira de Stadium Arcadium, con el que grabarían dos álbumes: I’m with you (2011) y The Getaway (2016), para, en 2019, regresar de nuevo el hijo pródigo Frusciante, cuya vuelta se vio eclipsada en parte, como todo el planeta, por el maldito coronavirus. Una suerte de eterno retorno que ha dado muchos frutos.

En 2022 los RHCP lanzaban Unlimited Love y el álbum Return of the Dream Cantern. Y ahí siguen, al pie del cañón con los 60 encima, tras 40 años en los escenarios, una multifacética carrera no exenta de dificultades, pero de las que sus miembros, cual ave Fénix rockera, siempre han sabido renacer. Long live rock and roll!

En abril de 2012 fueron incluidos en el Salón de la Fama del Rock and Roll. No es para menos. A día de hoy han vendido más de 20 millones de discos y su historia, con peños y señales (acordes y rayas) puede conocerse a través de las páginas del libro de Borja Figuerola editado por Redbook Ediciones. Si además alguno quiere sumergirse en este vendaval musical lleno de abrojos y genialidades la misma editorial también publicó en 2021 la novela gráfica de la banda, con textos igualmente cosecha de Figuerola e impresionantes dibujos de gran realismo del diseñador y dibujante Carlos Córdoba. Un gran regalo para Reyes.

©Todas las imágenes son promocionales o extraídas de Wikimedia Commons, con licencia libre.

10 cosas que (quizá) no sabías de E.T. El Extraterrestre

Inauguramos en el Pandemónium nueva sección con una conmemoración: nada menos que el 40 aniversario del lanzamiento de una de las cumbres del cine fantástico: E.T. el Extraterrestre, del Rey Midas de Hollywood Steven Spielberg, cuya trastienda es narrada con detalle en una joya ilustrada publicada recientemente por Norma Editorial.

Óscar Herradón ©

Pixabay. Free license.

Arrancamos nueva sección en el blog. Puesto que estamos saturados de información y a golpe de click uno puede encontrar lo que quiera (siempre con la cautela de no caer en el fake o la falta de verosimilitud), eso tan mentado ahora de la infoxicación, tocaré algunos temas de actualidad (muchos, sin ser nuevos, lo están por una u otra razón), la mayoría relacionados con la publicación de novedades editoriales, de forma breve, dejando la escritura torrencial de mis habituales entradas para otros asuntos, que los habrá, sin duda. Estas son las 10 cosas que probablemente no sabías sobre aquella joya familiar que cambió para siempre el séptimo arte:

–El niño de la cinta, Elliot (interpretado por Henry Thomas) sufre por la ausencia de su padre y precisamente el divorcio de sus progenitores provocó (o al menos eso confesaba en su día) que Spielberg inventase un amigo imaginario, un extraterrestre que podía ser «el hermano que nunca tendría y el padre que sentía que ya no tenía». Fue la semilla de una de sus cintas inolvidables. Precisamente el realizador recuerda aquellos convulsos años de infancia y realiza un emotivo homenaje al cine, una carta de amor al celuloide, en la aclamada Los Fabelman.

–Spielberg ya se acercó años antes, en 1977, al tema de los OVNIs en otra de sus obras maestras, Encuentros en la Tercera Fase (que en realidad, ajustándonos al lenguaje ufológico y al título original, debió traducirse como Encuentros Cercanos del Tercer Tipo), donde contó con la colaboración del astrónomo y ufólogo Joseph Hyneck, pero muchos de los elementos que rescataría ET se hallaban en el guión de una película que nunca llegaría a realizar, una suerte de secuela de la cinta protagonizada por un Richard Dreyfuss en estado de gracia: la terrorífica Night Skies, con guión de John Sayles, donde había varios extraterrestres malvados y uno de ellos poseía un único dedo largo y huesudo que desprendía luz en la punta. ¿Os suena? Con dicha luz mataba a los animales de una granja. Por contrapartida, había uno bueno, de nombre Buddy, que tenía una hermosa relación con un niño afectado de TEA.

–Cuentan que cuando estaban en pleno rodaje de Indiana Jones. En busca del Arca Perdida, primera entrega de la célebre saga del arqueólogo que odiaba a los nazis, cuando Spielberg leyó el guión de Night Skies a la entonces novia de Harrison Ford, Melissa Mathison, esta se echó a llorar ante la relación de un extraterrestre bondadoso y un niño fruto de un hogar roto. Sería ella precisamente quien escribiría el guión de ET. El extraterrestre, y es que un trabajo suyo, El corcel negro, había cautivado a Spielberg. Según reveló el director, ella fue la responsable de la mítica frase «Teléfono, mi casa». Nada volvería a ser lo mismo para el séptimo arte.

–Puesto que el jefe de marketing de Columbia Pictures pensó que ET no tenía un gran potencial comercial y que su argumento era solo propicio para los más pequeños, la productora rechazó el proyecto y entró en el mismo Universal Pictures, que se hizo de oro: ET se convirtió en la película entonces más taquillera de la historia al recaudar 359 millones de dólares en todo el mundo; hasta el momento el récord lo tenía La Guerra de las Galaxias, con 307 millones, del colega de Spielberg (y productor de Indiana Jones) George Lucas. ¿No tenía potencial comercial? Hace unos meses la marca NECA anunciaba el lanzamiento de varias figuras articuladas de la película en el marco del 40 aniversario. Y uno que es coleccionista avisa de que no tardarán en descatalogarse y alcanzar precios desorbitados. ¿Quién no ha tenido un peluche de ET?

–La única película que conseguiría romper el récord alcanzado por la cinta sería Parque Jurásico, también firmada por el visionario Spielberg y basada en el bestseller de Michael Crichton 11 años después: nada menos que 978 millones de dólares. Y es que el realismo de sus saurios extintos provocaba escalofríos y parecía llevarnos a plena era jurásica. Solo Spielberg podía hacer aquello. Vi la cinta en el cine con 13 añitos (ya han llovido 30 desde aquello), y salí cautivado.

Rambaldi

–Siempre se ha dicho que el rostro de ET nos resulta familiar. La razón estriba en que se ideó a partir de las fotografías de los rostros del físico Albert Einstein y los escritores Ernest Hemingway y Carl Sandburg, más algunas pequeñas inspiraciones. Su creación se debe al italiano Carlo Rambaldi, diseñador de las criaturas de Encuentros en la Tercera Fase y artista de efectos especiales de películas como La Posesión o Dune, de David Lynch, quien se inspiró en su propio cuadro Women of Delta para dotar al personaje principal de ese característico largo cuello.

–Los actores aquejados de enanismo Tamara de Treaux y Pat Bilou se introdujeron en el disfraz de goma del personaje, e incluso el niño minusválido al que le faltaban las piernas Matthew Merritt, de entonces 12 años, que caminaba con las manos. También se crearon marionetas que se movían de forma electrónica en un tiempo en que no existían efectos digitales ni el recurrente CGI. La creación de la criatura costó un millón y medio de dólares, una cantidad nada desdeñable hace cuarenta largos años.

–El casting no fue ni mucho menos sencillo. Henry Thomas realizó una dura prueba para convertirse en Elliot de la que existen vídeos en el Making-of. «La improvisación fue tan sentida y honesta que le di el papel allí mismo», confesaría más tarde Steven Spielberg. Al parecer, el chiquillo lloró con tanta convicción pensando en su perro muerto. Para el resto del casting la cosa no fue tan fácil, y el director vio a más de 300 niños antes de decantarse por Drew Barrymore (que había realizado la audiencia para Poltergeist, otro éxito del que Spielberg fue productor) y Robert MacNaughton.

Williams

–El éxito internacional de ET, que se estrenó en el mercado estadounidense el 11 de junio de 1982 (en España lo hizo el 6 de diciembre de ese año, inaugurando una Navidad inolvidable para aquellos que acudieron a verla), se manifestó al año siguiente en nueve nominaciones a los premios Oscar, de los que ganó cuatro: Mejor Sonido, Mejores Efectos Visuales y Mejor Edición de Sonido, así como a la Mejor Banda Sonora firmada por el inolvidable John Williams, autor de las melodías de Star Wars, Indiana Jones, Superman, y prácticamente todo el cine de Spielberg: Tiburón, Encuentros en la Tercera Fase, La lista de Schindler, Hook, Parque Jurásico, Salvar al Soldado Ryan… y cómo no, Los Fabelman e Indiana Jones y el Dial del Destino, cinta que pone punto y final a la saga protagonizada por Harrison Ford que finalmente ha dirigido James Mangold.

–En una producción de tamaño éxito no es extraño que surjan dificultades. La cinta recibió varias demandas y acusaciones de plagio: el prestigioso director indio Satyajit Ray acusó a Steven Spielberg de copiarle el personaje de un guión que había escrito en 1967 titulado The Alien, con una idea y conceptos similares, proyecto frustrado donde –dijo– iba a contar con Marlon Brando y Peter Sellers. La otra demanda vino de parte del dibujante catalán Joaquín Blázquez, quien había creado en 1975 un dibujo de un alienígena llamado Melvin para el medio estadounidense Warren Magazines,  de notable parecido, que protagonizó al año siguiente la historieta publicada en Vampirella «Then one foggy Christmas Eve». Blázquez murió a los 40 años sin ganar el pleito.

PARA SABER ALGO (MUCHO) MÁS:

E.T. El Extraterrestre: la historia visual definitiva

Esta joya recientemente publicada por Norma Editorial profundiza en los archivos de producción de la película para presentarnos, de la manera más completa y apasionante, la creación de la obra maestra de Steven Spielberg y el impacto que todavía tiene en varias generaciones de admiradores. Este monumental volumen de 240 páginas en gran formato y a todo color incluye entrevistas exclusivas con una parte clave del equipo, como el propio director, la productora Kathleen Kennedy y las estrellas Robert MacNaughton, Dee Wallace y Peter Coyote.

ET. El Extraterrestre: la Historia visual definitiva, revive el proceso de una extraordinaria producción que trascendió los límites de lo que era posible en el cine. Cargado de imágenes poco conocidas, el libro incluye fotografías promocionales, arte conceptual, storyboards y contenidos del universo de la película al completo, como los artículos de publicidad comercial de la misma, la novela y su secuela, y la atracción de Universal Studios hacia el proyecto, como contamos en el post. Este tomo constituye el homenaje perfecto para una película que definió la magia del séptimo arte, un libro imprescindible para cualquier entusiasta de este inolvidable título que incluye además 19 elementos especiales, como el pase de seguridad de Spielberg para el set, la hoja de rodaje o páginas del guión original.