Richard Sorge: un espía impecable (I)

Fue uno de los grandes agentes de inteligencia del siglo XX, y sin embargo es un gran desconocido en Occidente. De origen alemán, trabajó para los rusos en Japón, donde obtuvo una relevante y delicada información vital para el esfuerzo de guerra aliado, aunque el país del sol naciente sería también su tumba. Ahora, la editorial Crítica publica un ensayo que devuelve al personaje a su justo lugar en la historia contemporánea.

Aunque es difícil rastrear la vida de los espías, que suelen alterar su biografía unas cuantas veces en loor de su cometido, se sabe que Richard Sorge nació el 4 de octubre de 1895 –apenas seis años después que Hitler–, en la ciudad de Adjikend, en los campos petroleros del Cáucaso, el 4 de octubre de 1885. Su padre, Wilhelm Richard Sorge, era un ingeniero alemán de minas que trabajaba para una compañía petrolera y su madre, Lina Kobeller, era natural de Bakú, una localidad no muy lejana de Adjikend.

Wandervogel

Desde pequeño, se impregnó de la ideología patriótica y pangermana de su círculo íntimo, siendo ferviente admirador de la conocida como Organización de la Juventud, la Wandervogel. Sorge tenía dieciocho años cuando estalló la Primera Guerra Mundial que acabaría con su vida aburguesada como la de tantos jóvenes de su generación, y tras presentarse voluntario, fue instruido en el manejo de armas y en la manera de desfilar entonando himnos patrióticos, siendo destinado al Tercer Regimiento de Artillería de Campo, cuya división fue diezmada. Después, durante la agónica guerra de trincheras que caracterizó aquel conflicto, fue herido con metralla en la pierna derecha, permaneciendo en el hospital de Berlín, donde estudió con perseverancia hasta aprobar la reválida.

De regreso en el frente, volvió a ser herido, esta vez de gravedad, en las dos piernas, lo que le serviría para obtener una Cruz de Hierro de segunda clase pero le provocaría una cojera permanente, que hacía muy característicos sus movimientos. Ya entonces, ante los horrores de la batalla y la fragilidad de la vida, comenzó a observar el mundo que le rodeaba con otros ojos. Durante su segunda convalecencia, el joven Sorge permaneció ingresado en el Hospital de la Universidad de Königsberg, donde mantuvo una relación con una enfermera de origen judío que era hija de un intelectual marxista. Pasando horas escuchando acerca de política, Sorge abrazaría la misma ideología con devoción, convirtiendo su ideología, con apenas veintiún años, en el pilar principal de su existencia.

Primeros pasos en la clandestinidad

Así, empezó a devorar los clásicos marxistas y socialistas, en un momento en el que en Rusia se producía la revolución que llevaría al viejo imperio de los Zares a transformarse en el centro neurálgico del comunismo internacional que daría pie a la Unión Soviética. Tiempo después, ya recuperado de sus heridas, aunque con la citada cojera como compañera inseparable del resto de su vida, se matriculó en la Facultad de Economía de Berlín, donde entró en contacto con las organizaciones socialistas y de izquierda. Tras licenciarse, en 1918 ingresó en la Universidad de Kiel, donde ejercería sobre él una marcada influencia el catedrático Kurt Gerlach, un convencido militante izquierdista, en cuya casa se reunían los estudiantes para debatir los problemas políticos.

Aquellos jóvenes habían fundado en 1917 el Partido Social Democrático Independiente de Alemania. Tras ingresar en él, Sorge fundó con otros dos compañeros la sección estudiantil del partido y, a través de conferencias sobre el movimiento obrero, tenía como labor captar a nuevos miembros. Tras ingresar en el Partido Comunista alemán, Richard Sorge se trasladó hasta Hamburgo para ultimar su tesis doctoral en ciencias políticas, que aprobaría con Suma cum laude. Estudiar no le impidió, no obstante, participar en actividades conspirativas y, puesto que el profesor Gerlach se trasladó a Aquisgrán, ofreció a su antiguo alumno el puesto de suplente de su cátedra.

Un periodista y agitador ideológicamente comprometido

Aquisgrán, en el centro de la región del Rin, donde antaño se encontrara el centro neurálgico del imperio de Carlomagno, era un «foco caliente» de lucha revolucionaria y el Partido Comunista aprovechó el cargo de Sorge –al que por aquel entonces todos sus amigos conocían como Ika– para pedirle que realizara actividades políticas en la zona. Allí creó una futura élite del Partido, impartiendo clases de literatura marxista y descubriendo su facilidad para reclutar y convencer, que tan valiosa le sería en un futuro. Dieciocho meses después, el Partido le encargó reclutar en secreto cuadros militares, y realizar actividades subversivas, en las que se estaba convirtiendo en un verdadero maestro.

Rosa Luxemburgo

En 1921 pasó a formar parte del periódico comunista La Voz de los Mineros y publicó a través de las prensas del mismo su primer libro, un breve comentario sobre el texto La acumulación del Capital, de la emblemática líder comunista germana Rosa Luxemburgo. Sorge frecuentaba con regularidad el hogar de Gerlach, donde impartía muchas de sus charlas políticas. Aquello acabó provocando la mutua atracción entre Sorge y la esposa del profesor, Christiane, quien un día confesó a su marido que amaba al otrora estudiante y que iba a pedir el divorcio. Como un caballero, Gerlach aceptó la situación al parecer sin estridencias y llegaron a un acuerdo los tres manteniendo una amable conversación. Nueve meses más tarde, Ika y Christiane contraían matrimonio y se instalaban en la zona minera de Solingen, donde Sorge continuaba al frente del periódico obrero.

A caballo entre Berlín y Fráncfort

Corría el 28 de septiembre de 1922 cuando éste, que probablemente estaba fichado por la policía como agitador comunista, se trasladó a Berlín, momento clave en su vida cuando el comité central de su partido le ofreció un empleo con sueldo. No obstante, Sorge pretendía terminar sus estudios, su formación era fundamental para él, y llegaron a un acuerdo: realizaría ciertas actividades políticas mientras desempeñaba su nuevo cargo de auxiliar del departamento de ciencias sociales de la Universidad de Fráncfort.

Aquel era un importante foco de vida intelectual y Gerlach se relacionaba con un grupo de intelectuales y con un tal Félix Weil, un millonario judío cuya gran fortuna era fruto del comercio de grano con Iberoamérica. Inspirado por la revolución rusa, Weil deseaba crear una fundación privada para realizar investigaciones socio-económicas, y Sorge pasó a formar parte del grupo como socio, donde pudo ampliar sus conocimientos académicos en los campos de la política y la economía, tan vinculados entre sí.

Félix Weil

Pronto, Sorge comenzó a desarrollar actividades clandestinas, consistentes en realizar labores de entrenamiento y trabajar de asesor para un periódico comunista, dentro de las funciones del departamento de «instrucción» al que pertenecía. Además, hacía de enlace secreto entre Berlín y la organización comunista en Fráncfort, responsabilizándose además de los fondos del partido y del material propagandístico que, corriendo, gran riesgo, escondía en su propio estudio o en la biblioteca científico-social del instituto. Mientras, Richard Sorge vivía con Christiane en una casita de campo que hacía las veces de punto de encuentro y reunión.

Camino de Moscú

Fue por aquel entonces cuando nuestro protagonista entraría en contacto con los rusos, momento que decidiría la suerte que correría en el futuro. Fue en 1923, a través de D.B. Riazánov, director del Instituto Marx-Engels de Moscú. Eran tiempos difíciles para los comunistas en Alemania; de hecho, en noviembre de 1924 el partido sería declarado ilegal por las autoridades de Weimar.

Instituto Marx-Engels de Moscú

Entonces los círculos comunistas alemanes –que ya eran objeto en sus mítines del fanatismo y la ira de los camisas pardas–, debatían la dependencia de Moscú, tras el fracaso de la revolución comunista en Alemania, que había estado alentada –y ayudada con armamento– por los rusos. En medio de estos problemas, el Komintern envió a Fráncfort seis altos delegados para negociar. El encargado de servirles de cicerone y alojarlos fue el mismo Sorge, que impresionó sobremanera a uno de los más notables miembros del Comité Ejecutivo del Komintern, Zacharovich Smitri Manuilsky.

Una vez terminadas las reuniones al más alto nivel, los delegados soviéticos le pidieron a Sorge –según el mismo dejaría escrito– que se personase en el Cuartel General del Komintern en Moscú antes de que terminara el año, para trabajar con ellos. La propuesta de la delegación rusa fue encargarle la creación de una oficina de Inteligencia para la Internacional Comunista, algo que aprobarían en Berlín con unanimidad los dirigentes del Partido. Así, a finales de 1924 éste partió de la capital alemana hacia Moscú acompañado de Christiane. Empezaría a trabajar directamente para los rusos en 1925. Su vida no volvería a ser la misma. Comenzaban los primeros pasos en inteligencia del que sería uno de los más grandes espías de todos los tiempos.

Este post continuará de forma inminente en «Dentro del Pandemónium».

PARA SABER UN POQUITO (MUCHO) MÁS:

–HERRADÓN, Óscar: Espías de Hitler. Las operaciones de espionaje más importantes y controvertidas de la Segunda Guerra Mundial. Ediciones Luciérnaga (Gruplo Planeta), 2016.

–MATAS, Vicente: Sorge. Los Revolucionarios del Siglo XX. 1978.

–WHYMANT, Robert: Stalin’s Spy: Richard Sorge and the Tokyo Espionage Ring. I. B. Tauris and & Co Ltd, 2006.

UN ESPÍA IMPECABLE:

Y para ahondar en la figura de Sorge con datos completamente actualizados (basados en informes confidenciales recientemente desclasificados y nueva documentación reveladora), nada mejor que sumergirnos en las páginas de Un espía impecable. Richard Sorge, el maestro de espías al servicio de Stalin, que acaba de publicar Crítica en una alucinante edición en tapa dura. Su autor, Owen Matthews es un periodista de dilatada trayectoria que ha estado en primera línea de fuego en diferentes conflictos como corresponsal de la revista Newsweek en Moscú. Nadie mejor que él, pues, para hablarnos de un agente secreto en nómina del Kremlin que también fue un aventurero y también arriesgó su seguridad en pos de un ideal.

Matthews

Con formación en Historia Moderna por la Universidad de Oxford, antes de entrar en Newsweek, al comienzo de su carrera periodística, Matthews cubrió la guerra de Bosnia y ya en las filas de dicha publicación cubrió la segunda guerra chechena, la de Afganistán y la de Irak, así como el conflicto del este de Ucrania. Ha sido colaborador también de medios tan importantes como The Guardian, The Observer y The Independent y ganó varios premios con su libro de 2008 Stalin’s Children. Un espía impecable ha sido elegido libro del año por The Economist y The Sunday Times. He aquí el enlace para adquirirlo:

https://www.planetadelibros.com/libro-un-espia-impecable/324957

Ritos y simbología del crimen organizado (IV): Vor v Zakone

Estos días se juzga a los cabecillas de los clanes de la ‘Ndrangheta en Calabria. La Camorra vuelve a estar de actualidad cuando un documental revela cómo los nuevos «capos» de la mafia napolitana son apenas «millennials» que siguen haciendo negocio en plena pandemia y hace unos días que el sicario de la Cosa Nostra Ferdinando «Freddy» Gallina era extraditado desde EEUU a su Italia natal para ser juzgado por tres homicidios «agravados con finalidad mafiosa». El crimen organizado «made in Italy» sigue viva cuando apenas queda un año para que se cumpla medio siglo del estreno en cines de El Padrino, obra maestra por antonomasia del nuevo cine de los setenta. Excusas suficientes para repasar los ritos secretos y los símbolos esotéricos de la Mafia.

Óscar Herradón ©

En la magnífica película Promesas del Este, dirigida por David Cronenberg en 2007, podemos ver un ritual de iniciación en la mafia conocida como Vor v Zakone, un entramado criminal que, además de los rígidos códigos de honor, otorgan gran importancia a los tatuajes –algo que sucede también con la Yakuza japonesa–, a través de los cuales el iniciado puede leer la trayectoria delictiva del «soldado». Son los códigos del Hampa impresos en la piel de unos hombres a los que no les tiembla el pulso a la hora de matar.

Y es que los vor v zakone, cuyo significado en ruso sería algo así como «ladrón en la ley», están relacionados desde su nacimiento con el mundo criminal. La inmensa extensión de Rusia provocó que nacieran grupos de bandoleros y ladrones que actuaban, principalmente, en los numerosos puntos fronterizos del país. Con el estallido de la Revolución Rusa estos grupos de delincuentes no desaparecieron, sino que se hicieron más fuertes, convirtiéndose en un entramado por derecho propio. Este submundo era conocido entonces como vorovskói mir, cuyo significado es «el mundo de los ladrones». Pero tras la formación de la Unión Soviética, y el régimen de acero de Stalin, muchos de estos vory, considerados una amenaza para el establishment, fueron trasladados a los Gulags, los campos de concentración de Siberia donde la gente vivía en condiciones infrahumanas y donde surgiría el concepto de vor v zakone, haciéndose más fuertes –y vengativos– precisamente por el trato recibido. Entonces, intentando burlar a los informantes del KGB, se conformaron como una suerte de sociedad secreta, jurando seguir un código legal dentro de sus acciones delictivas.

Gulag

Tras la caída gradual de la Unión Soviética, los vory alcanzaron un poder cada vez mayor. Muchos empresarios utilizaron a estos sicarios para acaparara los bienes de numerosos sectores económico de la nueva Rusia. Hoy son uno de los grupos organizados más temibles y fuertes del planeta. Los principales delitos en los que están involucrados son la prostitución y la trata de blancas, la extorsión, el tráfico de drogas e incluso órganos, blanqueo de capitales y el asesinato por encargo.

Los Vor v Zakone, los «jefes mafiosos», no suelen aparecer en documentos oficiales ni estampan su firma en ningún sitio, para no dejar huella alguna de su existencia, contando con un numeroso abanico de testaferros y abogados. La jerarquía continúa en sentido descendente con los pakhan, los jefes de las células, cuatro o cinco personas que son responsables de los conocidos como brigadier. Cada célula cuenta con espías a las órdenes de los pakhan que deben controlar las actividades de los subordinados e informar a  la cúpula. El objetivo: evitar que realicen cualquier tipo de actividad a espaldas de los jefes. En el rango más bajo están los soldados, los sicarios y «matones», con una exhaustiva preparación militar.

Los Vor v Zakone solo tienen un código de honor, el Vorovskoy Zakon o «código Vor», que les une de por vida y cuya vulneración se paga con la muerte. Sus leyes propias incluyen 18 puntos, de los que citaré solo algunos: el primero de todos señala que para entrar en la mafia «abandonarás a tus familiares: madre, padre, hermanos y hermanas». No se puede tener una familia propia, ni pareja ni amantes; siempre ayudar a otros miembros –ya sea material o moralmente–; mantener en secreto el paradero de tus cómplices; conocer las tradiciones rusas; no tener nada que ver con las autoridades, no participar en actividades públicas ni unirse a ninguna de las organizaciones de la comunidad, así, el VOR tiene prohibido también usar armas para su uso personal, prestar servicio militar y participar en campos de trabajo.

El crimen impreso en la piel

En su hermética sociedad, el tatuaje tiene una gran importancia, la mayoría de ellos reflejo de su pasado criminal –obtenidos tras su paso por prisión–. Así expresan su pertenencia a este submundo, como sucede con otras mafias con los Yakuza japoneses y algunos narcos mexicanos, organizaciones criminales que, junto a la mafia irlandesa, se extienden por todo el planeta, también con sus propios ritos iniciáticos y leyendas, de las que algún día nos encargaremos en Dentro del Pandemónium.

Ceremonia de iniciación en Promesas del Este (2007)

Los tatuajes carcelarios rusos trascienden la función estética para transformarse en una suerte de código que cuenta la carrera criminal de su portador, determina su vida y esconde un significado que sólo conocen los miembros del clan. Entre los tatuajes abundan referencias al comunismo y representaciones de Stalin o Lenin, que son realmente un rechazo de aquel sistema que los estigmatizó y a las autoridades en general. De hecho, muchos dibujos de esta «piel condenada» son nazis. Además, cuando lucen runas –por ejemplo las SS–, indican que el preso es respetado porque jamás ha confesado ni, por tanto, delatado a nadie.

Aparentemente, la explicación a los tatuajes de los «ladrones en la ley» se halla en la Biblia –los primeros presos de la revolución rusa que fueron enviados a los Gulags eran en su mayoría cristianos–. Según el Génesis, Dios puso una marca permanente en Caín, antes de enviarlo al exilio. De esta forma siempre luciría una señal que lo identificaría como criminal y marginal –los Zakone se enorgullecen de esto–. Los tatuajes servían, por tanto, como sistema de clasificación entre bandas y cada símbolo tenía –tiene aún hoy– un significado concreto. Cada uno de los anillos que lucen en sus dedos hacen referencia a su vida criminal. Los dedos de la mano muestran una calavera por cada asesinato cometido, mientras que las catedrales, iglesias o monasterios representan la cantidad de años que el sujeto ha estado encarcelado –cuantas más columnas y torres tenga el edificio, tantos más años habrá dormido en prisión–.

Los más célebres son las estrellas: cada punta indica un año en prisión. Si los tatuajes de las estrellas se encuentran en las rodillas o en la parte superior del pecho, sobre el corazón, indican que el preso es un Vor v Zakone: las del pecho señalan su compromiso con el modo de vida delictivo mientras que las tatuadas sobre las rodillas significan que el «Ladrón en la ley» no se arrodillará jamás, ante nada y ante nadie.

Puede que en la pantalla de un cine, o en las magnéticas páginas de una novela negra, las desventuras de estos personajes nos puedan hacer sentir cierta complicidad, pero la Mafia, cualquiera que sea su tipo, no es romántica, ni noble, ni atractiva, sino atroz. Su principal lema es la muerte –usada para alcanzar el poder, perpetuarse en él y amasar dinero–, y a ella honran de las formas más brutales que podamos imaginar. Lo mejor, sin duda, es no cruzarse jamás con aquellos que integran estas temibles sociedades.

PARA SABER MUCHO MÁS:

GALEOTTI, Mark: La Ley del Crimen. Los Vorí v Zakone: la mafia rusa más temible. RBA 2019.