El Gran Reemplazo: la última falacia cibernética (II)

Vivimos tiempos de crisis económicas endémicas, globalización e incertidumbre social que ha aumentado con la pandemia, generando una polarización de la sociedad que también vemos en España. Con la migración masiva en el punto de mira y un éxodo de migrantes que ha aumentado exponencialmente tras la invasión rusa de Ucrania, algunos grupos vinculados a la extrema derecha extienden en RRSS la teoría conspirativa de «El Gran Reemplazo»: los occidentales blancos estarían siendo sustituidos por la multiculturalidad en un genocidio largamente encubierto. Una postura que han defendido algunos de los seguidores más radicales de Donald Trump, pero que encuentra eco también en Europa, donde precisamente nació. Tras los últimos tiroteos masivos en EEUU, esta conspiranoia vuelve a estar en primera línea de actualidad.

Por Óscar Herradón ©

En dos días se han perpetrado nuevos tiroteos masivos en EEUU y sus responsables parecen pertenecer a esta ola de seguidores de la llamada teoría conspirativa de «El Gran Reemplazo», sin duda muy peligrosa y una suerte de adaptación moderna de viejas conspiranoias como la mantenida en Los Protocolos de los Sabios de Sión, según la cual los judíos fueron los responsables del colapso del cristianismo occidental y que sería libro de cabecera de los nazis, que ahora también recuperan los seguidores de QAnon y otros extremistas.

Tan solo unas horas después del tiroteo en Búfalo, en el supermercado Tops, que dejó 10 muertos, en el salón de eventos de la iglesia presbiteriana de Laguna Woods, a 80 kilómetros al sureste de Los Ángeles, un grupo de fieles taiwaneses celebraba el regreso de un pastor muy querido cuando irrumpió en el lugar David Chou, un individuo de origen asiático y 68 años de edad que, tras confundirse con los feligreses, sacó dos armas de nueve milímetros y comenzó a disparar. Impidió una masacre el médico de familia y vecino de Laguna Woods, John Cheng, de 52 años, que sin pensárselo dos veces se abalanzó sobre el tirador tras haber realizado el primer disparo. En ese momento, el médico recibió un primer impacto de bala y la pistola del lobo solitario se atascó cuando éste intentaba rematarlo. El doctor perdía la vida poco después.

John Cheng evitó una masacre

El valiente acto de aquel ciudadano que había acompañado a su anciana madre al evento, sirvió para que el resto de la congregación pudiera reducir al agresor: el pastor le golpeó en la cabeza con una silla y otros feligreses lo ataron de las extremidades con un cable, hasta que llegó la policía poco después. La idea, frustrada, era cometer una matanza, la enésima en territorio estadounidense en los últimos años y la segunda en apenas dos días: Chon había cerrado por dentro las puertas de la iglesia con cadenas y puso pegamento en las cerraduras para evitar que alguien saliera.

Al parecer, según declaró el sheriff del condado de Orange, Don Barnes, «el sospechoso estaba molesto por las tensiones entre China y Taiwán». Guardia de seguridad que radicaba en Las Vegas, el pasado sábado Chon condujo cuatro horas y media desde Nevada hasta la pequeña comunidad para causar el mayor daño posible, en un viaje premeditado por varios estados en lo que ya parece un lugar común de estos personajes frustrados.

Taiwán

En las evidencias halladas en su teléfono móvil (que aún sigue analizando el FBI), y en notas en su vehículo, se desprende que el atacante, que nació en China, emigró «hace varios años a Estados Unidos», donde obtuvo la ciudadanía. Al parecer, Chon, que vivió en Taiwán, no fue «bien recibido» allí y ello despertó su odio hacia la comunidad. La policía recuperó del templo dos bolsas: una cargada de municiones para sus dos pistolas (compradas legalmente en 2015 y 2017 respectivamente, uno de los grandes problemas de la nación, la venta de armas) y otra con cuatro bombas tipo molotov. Según el sheriff citado: «Este fue un incidente aislado donde el sujeto actuó solo, pero es un acto de odio contra la comunidad taiwanesa».

En este caso el tirador era también de origen asiático, pero desde el inicio de la pandemia los delitos de odio contra la comunidad asiática en EEUU han aumentado considerablemente. No han ayudado a calmar las aguas, sin duda, declaraciones como las de Donald Trump tildando el Covid de «virus chino», una calificación que tuvo réplica en nuestro país por parte de algún partido político. Un informe publicado a principios de 2022 y elaborado por la Universidad del Estado de California en San Bernardino, indica que estos ataques crecieron entre 2020 y 2021 un 339%, siendo los asiáticos los segundos más afectados detrás de los afroamericanos en medio de un contexto en el que, según señala el diario El País, los incidentes racistas han crecido a nivel nacional un 11%.

El Gran Reemplazo, detonante de la masacre de Búfalo

La masacre del día anterior se saldó con un número mucho más trágico de víctimas: al menos diez personas muertas y otras tres heridas, en su mayoría negros, durante un tiroteo perpetrado por un joven blanco en un supermercado de la localidad estadounidense de Buffalo (Nueva York). El atacante viajó varias horas hasta llegar al supermercado «Tops», hacia las 14.30 hora local. Según declaró el comisionado de policía del condado, Joseph Gramaglia, cuando salió del vehículo «estaba fuertemente armado con equipo táctico. Llevaba puesto un casco militar y una cámara que estaba trasmitiendo en directo lo que estaba haciendo».

El tirador, que tras apuntarse al cuello con su arma al verse rodeado, terminó por rendirse ante la policía, era el joven supremacista blanco de 18 años Payton S. Gendron, creyente en la teoría conspirativa de el gran reemplazo. Provisto de un rifle de asalto y dos armas y equipamiento militar, entró decidido al establecimiento. La plataforma de vídeo Twitch, perteneciente a Amazon, cortó la retransmisión en directo del tiroteo a los dos minutos de iniciarse. Cuatro de los muertos cayeron en el parking, el resto dentro del supermercado, donde quedó una escena dantesca con cuerpos por todos los pasillos.

Logo de 4Chan

En mayo de 2020, Gendron, cansado de los confinamientos por la pandemia, empezó a frecuentar foros como 4Chan (clave en la difusión de los primeros mensajes del enigmático «ciudadano Q», como cuento en La Gran Conspiración de QAnon), donde tuvo conocimiento de la teoría conspirativa del genocidio blanco. Según relató en un manifiesto de 180 páginas que colgó en Internet, un procedimiento ya habitual de estos «lobos solitarios» racistas y profundamente frustrados, y cuyos detalles divulgó el rotativo The New York Times, Gendron se preparó para el ataque durante años, comprando municiones y equipamiento y practicando tiro con frecuencia.

El escrito es un detallado plan para matar al mayor número posible de negros en la ciudad con más población afroamericana de su Estado, un relato pormenorizado sobre dónde aparcar, dónde comer antes de perpetrar la masacre, cómo recorrer con eficacia y la mayor rapidez posible todos los pasillos del supermercado y rematar, si podía, «a cada negro con un tiro en el pecho». Todo muy similar a masacres anteriores como las que tuvieron lugar en 2019 en El Paso y en Nueva Zelanda, o en Las Vegas en 2017. De hecho, en su declaración de intenciones subida a la red de redes, Gendron señaló una especial conexión con el supremacista australiano Brenton Tarrant: «El que más me radicalizó».

El gran reemplazo es una teoría que lleva años asentada entre los grupos de ultraderecha pero que se ha hecho popular al otro lado del charco gracias a «telepredicadores» como el populista Tucker Carlson, comentarista de Fox News, y algunos políticos republicanos, así como por conspiracionistas como Alex Jones, que comandaba InfoWars. Gendron ya había dado un aviso de su comportamiento perturbado: en 2021 fue detenido por la policía tras proferir «amenazas generalizadas» contra su instituto. Por ello, y siendo menor, fue derivado a un hospital donde se le sometió a una evaluación psiquiátrica, se ve que sin mucho acierto pues día y medio después fue dado de alta y la policía dejó de seguirle la pista. Un error fatal en un país en el que en 2022 se ha vivido una auténtica epidemia de tiroteos masivos: hasta 107 en abril, antes de los últimos atentados.

El precedente de Christchurch (Nueva Zelanda)

El mediodía del 15 de marzo de 2019 se produjo un tiroteo masivo en la mezquita Al Noor y el Centro Islámico Lindwood en la localidad neozelandesa de Christchurch. Tras los ataques fue detenido el australiano Brenton Tarrant, vinculado a la extrema derecha. 51 muertos tras el asalto a dos mezquitas de la zona que el tirador difundió en directo a través de Facebook Live. Ataviado con ropa negra de asalto y fusiles automáticos, disparó contra todo lo que se movía un viernes, el día del rezo entre los musulmanes. El atacante llevaba escritos en las armas numerosos nombres que hacían referencia a la lucha histórica contra los musulmanes, entre ellos el de nuestro patrio Don Pelayo, paladín de la Reconquista. Lo emuló el pasado sábado 14 de mayo Payton S. Gendron en el tiroteo de Búfalo: en su rifle se podía leer, en letras blancas, palabras como «nigger» («negrata»), y nombres de sus «héroes» supremacistas como John Earnest (que realizó un tiroteo en una sinagoga en 2019), con un tachón y una corrección, y el neonazi noruego Anders Breivik.

Antes, Tarrant difundió un manifiesto en RRSS de 74 páginas titulado «El Gran Intercambio» (El Gran Reemplazo – Hacia una nueva sociedad), donde se refería a los preocupantes problemas ambientales y al cambio climático. Se definía así: «Soy un eco-fascista etnonacionalista», un confuso conglomerado de teorías raciales y ambientales donde afirmaba (aunque decía no pertenecer a ninguna organización en particular) que quería despertar el miedo entre los musulmanes radicales e hizo alusión al llamado Plan Kalergi, antecesor de la teoría conspirativa del genocidio blanco según el cual se está trabajando en un «gran intercambio» de la población blanca en Europa hacia una «población musulmana», vertiendo en RRSS y plataformas como Reddit o 8Chan (canales de comunicación favoritos de los seguidores de QAnon), comentarios despectivos contra la religión islámica y los inmigrantes musulmanes que llegan al país; además, definía a la entonces canciller alemana, Angela Merkel, como la madre de todos los acontecimientos «anti-blancos y anti-germánicos».

Describió además a los musulmanes radicales como un peligro que debía ser eliminado y como «los mayores enemigos de los valores occidentales». También señalaba que obtuvo una gran inspiración (uno inspira a uno, el uno al otro…) de Anders Breivik, que asesinó a 77 personas en una isla noruega en 2011, y que, al igual que Tarrant, citó la «defensa contra los intrusos» como el motivo central de su acción asesina.

El Gran Reemplazo: la última falacia cibernética

Vivimos tiempos de crisis económicas endémicas, globalización e incertidumbre social que ha aumentado con la pandemia, generando una polarización de la sociedad que también vemos en España. Con la migración masiva en el punto de mira y un éxodo de migrantes que ha aumentado exponencialmente tras la invasión rusa de Ucrania, algunos grupos vinculados a la extrema derecha extienden en RRSS la teoría conspirativa de «El Gran Reemplazo»: los occidentales blancos estarían siendo sustituidos por la multiculturalidad en un genocidio largamente encubierto. Una postura que han defendido algunos de los seguidores más radicales de Donald Trump, pero que encuentra eco también en Europa, donde precisamente nació. Tras los últimos tiroteos masivos en EEUU, esta conspiranoia vuelve a estar en primera línea de actualidad.

Óscar Herradón ©

En febrero de este 2022 la editorial Edaf lanzó mi último trabajo de divulgación, el libro La Gran Conspiración de QAnon y otras teorías delirantes de la Era Trump, un recorrido sui géneris por este alocado mundo en el que vivimos, bombardeados por todo tipo de información, millones de datos entre los que cuesta discernir la verdad de la suposición, los hechos del bulo, la noticia del fake. Un amplio espectro de movimientos y creencias en el que se dan la mano ciberactivistas de extrema derecha y extrema izquierda, vendedores de humo que mueven masas, políticos que causan vendavales a golpe de tuit, conspiracionistas de medio pelo, verdaderas milicias antisistema…

Un espejo del batiburrillo confuso y humeante de esta tercera década del siglo XXI que comienza revuelta, hiperglobalizada y polarizada, en medio de crisis económicas, del eterno desempleo, la división cada vez más acentuada entre los selectos ricos (con mayor patrimonio tras la pandemia) y la multitud de pobres, la pérdida de esperanza, de fe o de los sistemas de valores de otro tiempo (en muchas ocasiones para bien, otras para mal), en un mundo a las puertas de la inteligencia artificial y el 5G lleno de posibilidades donde, sin embargo, pululan los mismos fantasmas de tiempos anteriores, la precariedad y el miedo, la incertidumbre y la desesperanza, unidas a la sensación de estar permanentemente vigilados.

Un acelerado cambio de paradigma

Tras pasar –y no del todo– una pandemia que jamás creíamos que sobrevendría en tiempos de trasplantes multiorgánicos, microchips cerebrales y hombres-cíborg, cuando los «turistas espaciales» pueden, a golpe de talonario, realizar un viaje por la estratosfera en un cohete, resulta que un virus respiratorio (para unos, fabricado en laboratorio, para la gran mayoría, una simple mutación que no esperábamos), causa más de 6 millones de muertos y creciendo y convierte en real el escenario planteado en películas como Contagio o Estallido y en novelas como La Peste de Albert Camus, cien años después de la última gran pandemia, la mal llamada Gripe Española que comenzó en medio de la Primera Guerra Mundial.

Y si no teníamos bastante, resulta que la escalada de tensión en el este de Europa culminó con la invasión de las tropas rusas de Ucrania, un país que acaba de ganar Eurovisión (más por solidaridad que por estrictas razones artísticas) y cuya terrible guerra dura más de 80 días, tres largos meses de sirenas antiaéreas, bombardeos, ejecuciones y torturas en una auténtica vulneración de los derechos humanos (al parecer por ambas partes, aunque principalmente de la rusa) y el mayor éxodo en el viejo continente desde la Segunda Guerra Mundial, esa conflagración devastadora que ocupa numerosas entradas de este Pandemónium.

El señor Jones

Pues bien, en dicho trabajo, que vio la luz apenas unas semanas antes del estallido de la guerra de Putin, como la llama Pedro Sánchez, y que el Kremlin tilda de «operación militar especial» para no movilizar a la población (algo que provocaría una respuesta social previsiblemente negativa), hablaba de cómo algunos de los conspiracionistas –que mueven auténticas masas en el país de las barras y estrellas– como el mediático Alex Jones, uno de los que más contribuyó a la victoria de Trump en las presidenciales de un ya lejano 2016 y posteriormente en airear sus políticas republicanas, es un fiel seguidor, además de mil y una teorías a cuál más estrambótica, del llamado «Genocidio Blanco».

Hoy hablo de él en este post porque en dos días se han producido nuevos tiroteos masivos en Estados Unidos, y quienes los han perpetrado parecen pertenecer a esta ola de seguidores de la llamada teoría de «El Gran Reemplazo», tiroteos en Búfalo (Nueva York) y Laguna Woods (Los Ángeles) de los que me ocuparé en un segundo post para no aburrir al lector con tanta subordinada.

La Gran Conspiración contra el Occidente blanco

Pues bien, regresando a Alex Jones, éste es también defensor de la teoría conspirativa neonazi y supremacista del llamado genocidio blanco, según la cual la inmigración masiva, la integración racial, el mestizaje, las bajas tasas de fertilidad, la anticoncepción y el aborto se están promoviendo en países predominantemente blancos (como EEUU, pero también gran parte de Europa, con Inglaterra a la cabeza) para convertir deliberadamente a éstos en una minoría y provocar que se extingan a través de la «asimilación cultural».

El 2 de octubre de 2017, afirmó que los demócratas y comunistas estaban planificando ataques de «genocidio blanco». Y meses antes, en abril, fue duramente criticado por sostener que el ataque químico en la ciudad siria de Jan Sheijun era un engaño y una operación de «bandera falsa», y que fue llevado a cabo por el grupo de defensa civil White Helmet, que, según él, es un frente terrorista afiliado a Al-Qaeda y financiado por George Soros, el «nuevo hombre del saco» del conspiracionismo. Declaró también que «nadie murió en Sandy Hook», lo que constituye una afrenta para la memoria de las víctimas y familiares de esta escuela primaria en la que murieron 28 personas, la mayoría niños, a manos del joven de 20 años Adam Peter Lanza.

Renaud Camus

Pero, ¿en qué consiste la teoría conspirativa del genocidio blanco? También conocida como «El Gran Reemplazo», fue impulsada por el escritor galo Renaud Camus en 2012, según la cual los franceses blancos católicos y la población blanca cristiana europea en general están siendo reemplazados sistemáticamente por pueblos no europeos, principalmente árabes, bereberes, norteafricanos, subsaharianos e iberoamericanos, a través de la inmigración masiva y el crecimiento demográfico. Según la investigadora austriaca experta en extremismo Julia Ebner, autora de La vida secreta de los extremistas (Temas de Hoy, 2020), era la ideología que motivó al perpetrador de la matanza de Christchurch en Nueva Zelanda o al del tiroteo en El Paso (Estados Unidos) ese mismo año.

Volviendo a Jones, el 6 de agosto de 2018, Facebook, Apple, YouTube y Spotify eliminaron todo contenido de Jones e InfoWars de sus plataformas por «violar sus políticas». Youtube cerró varios canales asociados al sitio web, entre ellos The Alex Jones Channel, con nada menos que 2,4 millones de suscriptores. Y Facebook hizo lo propio con cuatro de sus páginas por «glorificar la violencia gráfica y el uso de un lenguaje deshumanizante para describir a las personas que son transgénero, musulmanes e inmigrantes, lo que viola nuestras políticas de discurso de odio».

Apple también suprimió todos los pódcast asociados con Jones desde su plataforma iTunes, y también fue eliminado en Pinterest, Mailchimp y LinkedIn. Sería, además, uno de los personajes más activos en la jornada del asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021 junto a milicias de extrema derecha y seguidores de QAnon que consideraban un fraude la victoria de Joe Biden en las presidenciales.

Hace apenas unas horas, el presidente demócrata desde entonces, mal que le pese a los gurús de la alt-right, en medio de la situación más delicada para la política internacional desde la Guerra Fría por el conflicto de Ucrania y el tira y afloja del Kremlin con la OTAN, también aludió a los graves problemas internos de la nación de las barras y estrellas, y señaló, en relación con la masacre de Búfalo, que «el supremacismo blanco es un veneno».

Este post tendrá una inminente continuación en «Dentro del Pandemónium»…

Superman contra el Ku Klux Klan (I)

En 1946 un valiente norteamericano que se había infiltrado en la peligrosa organización racista, quiso sacar a la luz sus oscuros rituales. Ante la indiferencia de las autoridades, tuvo que utilizar la fama del superhéroe de DC Cómics para lograr su objetivo.

Óscar Herradón ©

DC ©

Superman siempre está de actualidad. Ayer mismo DC Cómics anunciaba, coincidiendo con el «Día Internacional de Salir del Armario» en EEUU, que el nuevo hombre de acero es bisexual y luchará para frenar el cambio climático. Jonathan Kent –hijo de Clark Kent y Lois Lane– iniciará una relación con un amigo reportero en el nuevo número que se lanzará el 9 de noviembre dentro de la serie Superman: Son of Kal-El.

También se baraja que Henry Cavill vuelva a ponerse las mayas del hombre de acero, a pesar de su apretada agenda, que incluye el rodaje de la segunda temporada de la catódica The Witcher y otros proyectos como repetir en el papel de Sherlock Holmes en Enola Holmes 2 (protagonizada por Millie Bobby Brown, la carismática «Eleven» de Stranger Things) mientras rueda Argylle, de Matthew Vaugn.

Y se habla además en los medios del impacto que tendrá la nueva serie en torno al personaje en HBO Max que, siguiendo las últimas noticias será, según sus creadores, «muy pasada» y buscará la calificación R (que alude a «Restricted», en películas no aptas para menores de 17 años).  El show televisivo no seguirá a Clark Kent, sino a Val-Zod, el Superman afroamericano, interpretado por Michael B. Jordan.

Aprovechando el eterno tirón del superhéroe, recordamos en este post una singular historia del hombre de acero y una de las más deleznables sociedades secretas contemporáneas, el Ku Klux Klan. La misma tuvo al hombre de acero como indirecto protagonista de la misma –o para ser más correctos, vehículo para darla a conocer– y penetra de lleno en ese mundo «discreto» que tanto nos fascina en el interior del Pandemónium preñado de conspiraciones, códigos secretos y organizaciones clandestinas: la historia de cómo un norteamericano se infiltró entre los miembros de una de las sociedades más temibles de la historia moderna: el Ku Klux Klan.

Activismo por los derechos humanos en la América profunda

Su nombre es William Stetson Kennedy y su proeza todavía hoy es toda una declaración de intenciones. Fue el primer estadounidense que se infiltró en el Klan, arriesgando su vida para sacar a la luz pública los ritos de lo que él consideraba una ignominiosa organización –y lo era– en un tiempo en el que, sin embargo, muchos de sus compatriotas miraban a la misma de otra manera, incluso con cierta simpatía.

Miembros del Klan, algunos de corta edad (Source: Wikipedia).

Stetson Kennedy nació el 5 de octubre de 1916 en Jacksonville, Florida, y ya en su adolescencia sintió una gran afición hacia el folclore en sus distintas formas. Estudió en la Universidad de Florida y tras licenciarse se puso a trabajar para una editorial donde se puso a cargo de la sección de historia, tradición y estudios étnicos, que le cautivaron definitivamente, empezando a viajar para escribir en primera persona sobre las culturas con las que se encontraba. Pronto, comenzó también a destacar como activista y defensor de los derechos humanos en una sociedad marcada por la segregación racial, las injusticias sociales y la fiebre anticomunista.

Stetsonkennedy.com

Pionero de la investigación sobre las tradiciones de los pueblos durante la primera mitad del siglo pasado, su nombre pasaría a engrosar la lista de valientes del siglo cuando decidió hacer frente a una de las organizaciones más temibles de su tiempo. Stetson se convirtió en parte fundamental de la abolición del denominado impuesto al sufragio y para que se modificaran las llamadas «primarias blancas», una fórmula norteamericana que impedía votar a los afroamericanos.

Infiltrado en el Klan

A comienzos de la década de 1940, cuando el mundo estaba pendiente de la guerra que asolaba Europa y más tarde el Pacífico, Stetson decidió infiltrarse en el Ku Klux Klan, algo para lo que había que tener arrestos. Y lo hizo. Se las ingenió de tal manera para engañar a los orgullosos supremacistas blancos que pronto acabó formando parte de sus tenebrosos rituales: cruces ardiendo, túnicas y capirotes que parecían cubrir la ignominia, saludos fascistas, símbolos fundacionales de corte místico…

El arriesgado activista pasó un año entero dentro de la organización, recopilando información sobre la jerarquía, las funciones de los altos mandos del Klan, las obligaciones con las que debían cumplir sus miembros, las contraseñas que utilizaban entre ellos para pasar desapercibidos y los citados rituales, muy elaborados para causar impresión entre los neófitos. Todo ello acabaría por salir a la luz gracias a Stetson para vergüenza de una sociedad que no acababa de ser la meca de la libertad por mucho que se empeñaran en ello los propagandistas. De todas maneras, no fue fácil para nuestro hombre que sus relevantes informes sobre la «Gran Hermandad Aria» llegaran a la opinión pública.

Túnica del Klan utilizada por Kennedy y que se conserva en el Smithsonian Institute.

En 1946, año en que salió de la peligrosa organización para hacer pública su investigación, el gobierno estadounidense comenzaba a sumirse en la histeria anticomunista: el senado no tardaría en estar tomado por un señor de nombre Joseph McCarthy, azote de todo lo que no oliera a patriotismo recalcitrante. Fueron los años de las listas negras, el acoso a actores, guionistas y directores de Hollywood –al punto de que se produjeron no pocos suicidios– e incluso, pocos años después, la ejecución del matrimonio Rosenberg por espionaje atómico al servicio de la URSS, uno de los episodios más ignominiosos de la historia estadounidense tras la Segunda Guerra Mundial.

McCarthy con Roy Cohn, quien sería con los años abogado de Donald Trump.

Unos cuantos miles de hombres encapuchados, a pesar de sus linchamientos entre la comunidad negra sureña y sus ataques a los derechos civiles, no quitaba el sueño a las autoridades; es más, muchos de los que formaban parte del status quo simpatizaban en cierta manera contra estos nuevos «soldados arios de Dios» que también perseguían a los comunistas con inquina –de hecho, algunos miembros del Comité de Actividades Antiamericanas, la temida HUAC, eran simpatizantes del KKK–. Así que los ruegos de Stetson Kennedy no fueron escuchados. De poco sirvió que se presentase ante los mandamases de la HUAC –convertida en Comité Permanente desde el año anterior–, que no tenía ojos más que para el color rojo y hacía caso omiso al impoluto blanco de la organización.

Ni siquiera obtuvo repercusión alguna cuando, ataviado como un miembro del Klan, túnica y capucha incluidas, luciendo en la pechera el escudo de la Orden, se presentó en Washington con una maleta llena de informes: lo único que consiguió fue ser detenido y pasar un día entero en el calabozo. Mientras tanto, las vías legales se agotaban.

Este post tendrá una inminente continuación en Dentro del Pandemónium donde contaremos cómo el hombre de acero sería el vehículo para dar a conocer la historia del activista infiltrado.

PARA SABER ALGO (MUCHO) MÁS:

Recientemente, Tikal (Ediciones Susaeta) publicaba un volumen con un gran despliegue gráfico: Sociedades Secretas en la Historia. En sus páginas se dedica espacio al Ku Klux Klan, su inquietante origen, sus acciones más sanguinarias y su posición en la política estadounidense en la actualidad.

En todas las épocas ha habido hombres que por afinidades ideológicas, religiosas, delictivas o de cualquier otro tipo han sentido la necesidad de asociarse en secreto para perseguir juntos determinados objetivos. Muchas de ellas tuvieron una vida breve. Otras sobrevivieron siglos o permanecen aún activas. Su lado oscuro suscitaba, y sigue suscitando, sospechas. En este detallado libro se exponen la historia y finalidad de las más destacadas, muchas con presencia en «Dentro del Pandemónium».

De los carboneros a la Filikí Eteria, la masonería, los caldereros, la Joven Italia, Propaganda Due (y sus turbias relaciones con el Vaticano y la «muerte» de Juan Pablo I, el Papa de la sonrisa), los sempiternos templarios, los Illuminati, La Garduña, las organizaciones criminales (Cosa Nostra, Yakuza, Tríadas…), Thule y el origen del nazismo o los Pitagóricos, entre muchas otras sociedades en la sombra.

He aquí el enlace para adquirir el libro:

https://www.editorialsusaeta.com/es/esoterismo-y-otras-dimensiones/12396-sociedades-secretas-en-la-historia-9788499284903.html

Superman en ECC Cómics

Y si lo que queremos es volver al origen del superhéroe, nada mejor que acercarnos al universo de las viñetas, donde nació. Recientemente, ECC Cómics (que publica el inmenso catálogo de DC en castellano en unas ediciones de infarto) lanzaba Superman Hijo Rojo, surgida de la mente de Mark Millar (autor de las aclamadas The Authority y Wanted), una visión extrañamente diferente sobre el mito del hombre de acero. En este caso, la acción se desarrolla en la Unión Soviética, pues el cohete originario de Krypton con un bebé en su interior no se estrella en Smallville, Kansas (EEUU), sino en una granja colectiva de la URRS. El extraño visitante de otro planeta, como campeón de los obreros, librará una batalla interminable por Stalin, el socialismo y la expansión internacional del planeta.

He aquí la forma de adquirir tan singular historia que el pasado año fue adaptada como película de animación por Sam Liu y que en papel, en castellano, ya va por su quinta edición:

https://www.ecccomics.com/comic/superman-hijo-rojo-quinta-edicion-4246.aspx

Y en Liga de la Justicia: Doom Metal, una de las últimas y más potentes novelas gráficas lanzadas también por ECC Cómics, Nightwing deberá liberar a la Legión de la condena de las garras de Perpetua, pero tendrá que contar con la ayuda nada menos que del antagonista de Superman, el retorcido Lex Luthor. Junto a una nueva Liga de la Justicia, deberán abrirse paso a través de una Tierra conquistada por Multiverso Oscuro.

Por fin llegan en castellano los numerosos cruces de la colección Liga de la Justicia con Noches oscuras: Death Metal en un tomo único recopilatorio escrito por el guionista Joshua Williamson (Flash) y dibujado por Xermánico (El Green Lantern) y Robson Rocha (Aquaman: Primera Temporada – Aguas Silenciosas).

Podéis adquirir el volumen en el siguiente enlace:

https://www.ecccomics.com/comic/liga-de-la-justicia-doom-metal-9689.aspx