Lecturas para una crisis sanitaria global (III)

Todo 2020 y lo que llevamos de 2021, con el coronavirus trastocando nuestras vidas y acabando con la de millones de personas indefensas, son numerosos los libros publicados sobre enfermedades y pandemias que han puesto en jaque a las civilizaciones desde tiempos inmemoriales, y la forma en que podemos hacerles frente, o al menos mantenerles el pulso. He aquí algunas de las más interesantes publicadas en castellano…

Óscar Herradón ©

Mascarillas para la gripe de 1918

Llevamos ya un larguísimo año y medio sumidos en una pandemia mortífera, una pesada carga sobre nuestras espaldas, las de toda una humanidad que se ha visto vulnerada y vulnerable –al margen de posiciones, clases y privilegios– en lo que podríamos denominar «la democracia de la enfermedad». Y aunque algunos retorcidos hablen de una especie de «justicia divina», ser «iguales» en algo tan trágico no es ni mucho menos para celebrar: cuando escribo estas líneas se contabilizan en nuestro mundo casi cuatro millones de muertes de seres humanos, según cifras oficiales (cuando escribí la segunda parte de este post en «Dentro del Pandemónium», en febrero, eran dos millones. Escalofriante lo que ha aumentado en cuatro meses). Las «no oficiales», las no contadas, si es que algún día las conocemos, cosa difícil, serán mucho más estremecedoras. Personas con sus historias, sus amores, sus desventuras y sus familias.

Casi inmunizados ante las estadísticas –tras las que, reitero, hay personas de carne y hueso, cosa que tantas veces olvidamos– y habiéndonos familiarizado con términos como confinamiento, PCRs, test de antígenos, cuarentena o curva de contagios, y ya con una gran parte de la población vacunada, al menos con una dosis, y un porcentaje importante con la pauta completa (en España y el resto de países «ricos»; el Tercer Mundo siempre va en tercer lugar, también en salud, por mucho que se hable de alcanzar la inmunidad de rebaño a escala planetaria, para lo que necesitan ser vacunados todos los países), se han publicado numerosos libros sobre la pandemia. Algunos buenos y otros no tanto, unos reveladores y otros inocuos, también sobre otras enfermedades que atenazaron al hombre anteriormente (la peste, el cólera, el SIDA…) y acerca de las múltiples conspiraciones que rodean al dichoso «bichito» al que desde estas humildes líneas deseo la peor y más pronta de las muertes.

Libros que puede dar pereza comenzar a leer precisamente por ese hartazgo con el (o la) Covid-19, la enfermedad y la desolación, la crisis y los ERTEs, el quita y pon de las mascarillas (el próximo sábado no será obligatorio usarla en espacios al aire libre, salvo en aquellos lugares donde no se pueda guardar la distancia de seguridad. Veamos qué nos depara tal medida), pero que animo humildemente a hacer –los buenos, claro– precisamente porque arrojan luz sobre el tiempo que nos ha tocado vivir, nos ilustran sobre qué hay de verdad detrás de esta crisis sanitaria mundial –desmontando así numerosas hipótesis negacionistas por un lado, conformistas por otro– y alumbrándonos no solo sobre lo débiles que podemos ser, también sobre nuestra fuerza y cómo superar escenarios a los que generaciones anteriores ya se enfrentaron, con mayor o menos acierto. Y superaron.

Continúo con las sugerentes novedades sobre los títulos más notables publicados en castellano (no quiero ni imaginar a nivel planetario cuánto papel se ha gastado en dicha temática), libros que obligan cuando la actualidad –en este caso trágica– se impone sobre todas las cosas.

BREAKING NEWS!

Recientemente, la editorial Taurus publicaba el libro El día después de las grandes epidemias. De la peste bubónica al coronavirus. Hace unos meses, en plena pandemia, dedicamos en «Dentro del Pandemónium» un amplio post a la Muerte Negra y cómo los hombres del siglo XIV tuvieron que hacer frente a una situación muy similar a la que nos tocó vivir en 2020, aunque sin apenas desarrollo de la medicina, un desconocimiento absoluto de los virus y las bacterias (entonces se creía que las ratas eran las culpables de la infección, cuando realmente solo eran el recipiente y su vehículo de transmisión: el de la bacteria Yersinia Pestis, que no sería descubierta hasta finales del siglo XIX). No hay datos consensuados sobre la mortandad que causó aquella pandemia (a la que seguirían otras, como la del cólera, la Gripe mal llamada española de 1918), pero se estima que la Peste Bubónica acabó con la vida de entre un 40 y 60% de la población europea, dependiendo de las regiones. Hay autores que hablan de 200 millones de muertos. Ahí es nada.

Aunque las cifras sean mucho menores, lo que no sirve para reconfortarnos tantos siglos después, con el Covid el hombre volvió a sentirse igual de desamparado que entonces. Y surgieron, como en tiempos de procesiones de flagelantes, agoreros y profetas, personas cuyo discurso encajaba mejor con la mentalidad del hombre del medievo que con la del hombre contemporáneo: afirmaban que las manos de la Virgen eran inmaculadas, y estaban exentas del «bicho», así como que la ingesta de agua de coco o del fármaco hidroxicloroquina, e incluso desinfectante  –cosa que insinuó el mismísimo señor Trump cuando ocupaba el Despacho Oval– contrarrestaba sus efectos, o directamente lo curaba. Y es que lo que sucede, como reza el título, «el día después» de las grandes epidemias, suele ser el caos, la incertidumbre, y la expansión de información errónea y alarmista. Sin embargo, también desemboca en grandes cambios sociales, la mayoría positivos (esperemos que ahora suceda lo mismo).

El libro viene firmado por uno de los mayores expertos en la Edad Media, el historiador José Enrique Ruiz-Domènec, quien nos invita a echar un vistazo al pasado (repleto de historias sorprendentes y miles de curiosidades) para entender cómo es nuestra nueva realidad tras el impacto del coronavirus en nuestras vidas. Y sí, estas graves crisis sanitarias suelen provocar cambios drásticos en las sociedades: a la plaga que asoló el imperio bizantino bajo el cetro de Justiniano y Teodora siguieron el primer esplendor del islam y el nacimiento de lo que acabaría siendo Europa. De la Peste Negra del siglo XIV, devastadora, nada menos que el Renacimiento. En pleno siglo XVII, las pestilencias llevaron al Viejo Continente al borde del colapso, pero el espíritu revolucionario impulsó un nuevo mundo, ilustrado y más justo. La epidemia de la que nos culparon injustamente al final de la Gran Guerra, en 1918, exigió una acción guiada por el conocimiento científico, artístico y literario que nos acercó a la modernidad en la etapa de Entreguerras (frenada, por desgracia, por el auge de los totalitarismos).

¿Seremos capaces de afrontar de forma positiva las dificultades, tomando estos modelos históricos, y de vencer, una vez más, a una gran epidemia? Sin duda. Aunque los costes por el camino son –han sido– y serán enormes. Para adquirir este genial ensayo, pinchar en el siguiente link:

https://www.penguinlibros.com/es/ciencia-y-tecnologia/38926-el-dia-despues-de-las-grandes-epidemias-9788430623785

VACUNAS (Capitán Swing)

Ahora que estamos en plena vacunación a contrarreloj, con nada menos que cuatro vacunas aprobadas en Europa ­–Janssen, Moderna, AstraZeneca y Pfizer–, y otras tantas en el mundo, a la vez que otros sueros están en periodo de prueba (precisamente ayer se anunció que el Premio Princesa de Asturias de Investigación 2021 iría a los creadores de la vacuna contra el Covid-19), con la consiguiente esperanza y a la vez ciertas dudas que generan entre la población, para combatir el desconocimiento nada mejor que sumergirnos en las páginas de una de las últimas y más sugerentes (por controvertida y reveladora) novedades de la editorial Capitán Swing: Vacunas. Verdades, mentiras y controversia.

Una sacudida a los negacionistas para los que toda vacuna es dañina, y que son un peligro (ellos, no los sueros) para la salud de todo el planeta, pero también a los pro-vacunas a costa de todo, que obvian los problemas derivados de algunas de ellas, algo de lo que se queja parte de la comunidad científica, muchas veces silenciada, como afirma que le sucedió al propio autor. Y es una voz autorizada, no un «vendehúmos» de esos hoy tan presentes en la comunidad cibernética: nada menos que especialista e investigador en Medicina Interna, es profesor de la Universidad de Copenhague en Análisis y Diseño de Investigación (así como renombrado investigador en terapias farmacológicas, técnicas de tratamiento y prevención de salud), el danés Peter C. Gotzsche.

No está exento de polémica, pues es abiertamente crítico con la industria farmacéutica, que se las trae, y a la que acusa de manipular sistemáticamente a su favor los resultados e influir en los médicos e investigadores (pensemos, por ejemplo, en las medidas que la Unión Europea tomó recientemente contra compañía creadora de la vacuna de AstraZeneca). En julio de 2018, Gotzsche llevó adelante el desafío de firmar, junto a otros dos investigadores, una crítica a los resultados publicados por Cochrane sobre la eficacia real de la vacuna contra el papilomavirus humano, lo que provocó que la junta directiva de esta organización sin ánimo de lucro que reúne a expertos que supuestamente aplican un riguroso y sistemático proceso de revisión de las intervenciones en salud, acordase una moción que provocaría su expulsión. No obstante, es un reputado profesional que ha publicado más de setenta y cinco artículos en revistas científico-médicas de importancia capital como Lancet, BMJ, JAMA, Annals of Internal Medicine y New England Journal of Medicine.

La lectura de este trabajo: que las vacunas, por lo general, salvan vidas, muchas, y son necesarias, pero en casos concretos (enfermedades con nombre y apellido pero que nada tienen que ver con el coronavirus) generan no pocos problemas en diversos grupos de población, lo que debería abrir sin duda un debate sobre su idoneidad. Un ensayo clarificador, valiente, polémico y, sobre todo, realmente interesante y de fácil lectura para el público que, como servidor, apenas tenga conocimientos médicos ni farmacológicos. He aquí la forma de adquirirlo:

ESTADO DE ALARMA (Valdemar)

Y si aún nos quedan ganas de oír hablar de virus, confinamientos, hecatombes y científicos locos, y queremos pasar un rato de entretenimiento puro y duro, pura ficción (por mucho que ésta sea la mayor parte de las veces superada por la propia realidad, mucho más terrible) , nada mejor que sumergirnos en las páginas de un tomo cuyo título habla por sí solo: Estado de Alarma. Antología de Relatos para un Confinamiento, publicado recientemente por la editorial amiga Valdemar, responsable cada año de algunos de los mejores títulos en castellano del mercado, principalmente en lo que a literatura oscura se refiere. Supongo que todos la conocéis, pero si no, sumergiros YA en su colección Gótica, el mayor catálogo de libros de horror y misterio en la lengua de Cervantes.

Pues bien, en este pequeño gran volumen en tapa dura, son varios los autores que forman parte de una compilación que surgió precisamente cuando, en marzo de 2020, gobiernos de medio mundo (entre ellos el nuestro), decretaron el confinamiento inmediato de toda la población por la propagación incontrolada de un virus desconocido de origen chino cuyos primeros estragos tuvieron lugar en la ciudad entonces blindada de Wuhan. En aquellos meses de inquietud, zozobra, miedo con todas sus letras, y esperanza dentro de la tragedia, la editorial Valdemar decidió ofrecer una interesante vía de escape para aquellos que estábamos retenidos –por imperativo de la situación– en nuestras casas: colgó un relato diario en Facebook. Aquel fue el singular –y gratificante– origen de esta antología conformada por 23 historias relacionadas de una u otra forma con la surrealista situación vivida por todos nosotros, como si estuviésemos dentro del argumento de una cinta de catástrofe sanitaria terrorífica a lo Estallido o Contagio.

En las páginas de Estado de Alarma encontraréis relatos que ponen los pelos de punta y que tienen como telón de fondo antiguas pandemias; tal es el caso de «El sótano de la peste», de Stevenson o«La máscara de la muerte roja», del maestro Poe; también sobre guetos generados por hipotéticas pandemias del futuro, visiones distópicas como «Inercia» de Nancy Kress, o sobre terribles enfermedades contagiosas –en este caso ficticias, lo cual es todo un alivio– como «Una voz en la noche», de William Hope Hodgson –Valdemar dispone de un gran catálogo de su obra–; e incluso sobre el abandono de las residencia de mayores, una trágica realidad que nos golpeó a todos en las narices mostrando cómo las personas que habían levantado el cómodo mundo sobre el que hoy muchos nos movemos (por desgracia, miles de millones de personas NO), eran olvidadas y dejadas de lado. Es el caso del conmovedor y punzante relato de Emilio Bueso «La próxima vez que se desate la tormenta del infinito sobre nosotros». He aquí el enlace para adquirir este fabuloso volumen de obligada lectura:

http://www.valdemar.com/product_info.php?products_id=910

La costurera que encontró un tesoro cuando fue a hacer pis…

…Y otras historias de la arqueología en España, es el título de un singular e irreverente ensayo de divulgación que acaba de publicar Espasa y que nos invita a visitar los yacimientos españoles con otros ojos, y algo de humor, que siempre hace falta.

Óscar Herradón ©

Vicente G. Olaya es periodista especializado en Patrimonio histórico, trabaja para el diario El País y se nota su desenvoltura en este campo cuando uno comienza a leer este ameno y divertido ensayo. Pero el mayor acierto del autor es el tono, algo burlón, desenfadado, que rezuma ironía en cada página y nos acerca, de una forma divulgativa que ya quisieran muchos documentales de los de gran presupuesto, historias de nuestra arqueología, una gran parte de ellas injustamente relegadas al olvido o deliberadamente excluidas del conocimiento popular. Al menos hasta ahora.

Ya solo el ingenioso título invita a cogerlo, y el libro no defrauda: La costurera que encontró un tesoro cuando fue a hacer pis. Y otras historias de la arqueología en España. Edita Espasa. Tras muchos años en la redacción de la revista Enigmas, sumergido en textos históricos y arqueológicos –aunque desde un prisma más bien heterodoxo–, pocas veces me lo había pasado tan bien con un texto de estas temáticas (siempre apasionantes, pero la mayor parte de las veces algo sesudas). Un compendio de curiosas historias en las que se dan la mano tesoros legendarios, desde el de Guarrazar, el que efectivamente descubrió una costurera cuando fue a hacer pis, Escolástica, hija del labriego Francisco Morales –la casualidad, como apunta el autor, siempre se ha llevado bien con la arqueología–, al del controvertido y enigmático de El Carambolo, pasando por el esquivo de Tartessos, que siempre parece revelado pero nunca lo está. Yacimientos milenarios y robos y expolios de todo tipo (capítulo especial merece el de Aratis), y así un largo etcétera.

Tesoro de El Carambolo

Junto a Olaya viajaremos a descubrimientos tan emblemáticos con el del Cerro de los Batallones, el sitio de Numancia (no por más conocido menos plagado de anécdotas), el de Medina Azahara o el singular periplo de la Dama de Elche, por la que el mismo Heinrich Himmler, jefe de las SS y de la Gestapo nazis, se interesó en su visita al Museo Arqueológico Nacional en 1940, cuando recaló en la España franquista, y que él mismo consideraba «prueba del pasado ario de la Península». Ni más ni menos.

En aquella visita de Estado le hizo de cicerone también un arqueólogo, Julio Martínez Santa-Olalla, que en aquel momento ostentaba el cargo de comisario general de excavaciones, con una particular idea del pasado hispánico. El mismo Vicente G. Olaya (que no tiene nada que ver, a pesar de la similitud del apellido, con el viejo falangista que admiraba al Tercer Reich), cita este singular episodio, y señala que el Reichsführer se quedó embelesado ante el busto y sus bellos rasgos y los consideró «una expresión acertada del occidentalismo», según recogía un redactor de La Vanguardia que cubrió la visita hace ochenta años. Y eso que la que vio el carnicero de los campos de concentración era una réplica de 1907, pues la verdadera había sido vendida a las autoridades francesas poco después de ser descubierta en verano de 1897, una vergüenza para el Patrimonio Nacional. Por supuesto, Santa-Olalla no quiso revelarle al señor Himmler que aquello era una copia, no fuera a ser que el burócrata de la muerte de redondos quevedos cuyo periplo en nuestro país recojo ampliamente en el libro La Orden Negra. El Ejército Pagano del Tercer Reich (Edaf, 2011) fuera a enfadarse. Y enfadar a Himmler era casi peor que enfadar al Caudillo.

Según cuenta con su estilo punzante el autor, «Pagaron por ella –por la dama– cuatro mil francos, la metieron rápidamente en un barco, la transportaron a París y la expusieron ufanos en una vitrina del Museo del Louvre». Una historia largamente repetida en relación con las obras de arte… Que se lo digan al British. En definitiva, un libro magnífico. He aquí el enlace para adquirirlo (en papel y también en eBook):

https://www.planetadelibros.com/libro-la-costurera-que-encontro-un-tesoro-cuando-fue-a-hacer-pis/309571

Virginia Hall: una mujer «sin» importancia (I)

Fue calificada por los nazis como «la espía más peligrosa de Francia». Ahí es nada, si tenemos en cuenta que la Segunda Guerra Mundial fue la edad dorada del espionaje internacional, al menos hasta la Guerra Fría. Entre los superespías que engañaron a Hitler no se la suele incluir, y sin embargo, fue una de las piezas clave para el triunfo del desembarco aliado en las playas de Normandía el 6 de junio de 1944, entre otras muchas hazañas que ahora reivindica el ensayo Una mujer sin importancia, editado por Crítica.

Por Óscar Herradón ©

Nacida el 6 de abril de 1906 en Baltimore (EEUU), fue una mujer con una gran formación en un tiempo en que la educación estaba casi reservada a los hombres. Estudió en Radcliffe, en la Facultad para mujeres de la Universidad de Harvard, en la facultad femenina de la Universidad de Columbia y en la Escuela de Posgrado de la American University de Washington. Allí aprendió varios idiomas, entre ellos francés, italiano y alemán –lo que le sería de gran utilidad en el campo de la inteligencia durante la Segunda Guerra Mundial– y posteriormente dio el salto a Europa como una mujer independiente, rompiendo moldes en su tiempo.

En el Viejo Continente, donde tendrían lugar sus grandes hazañas, estudió en la Escuela de Ciencias Políticas de París y en la Konsularakademie de Viena y también en Alemania. Cuando terminó sus estudios de posgrado le ofrecieron un puesto de secretaria en la embajada de Estados Unidos en Varsovia y de allí sería después trasladada hasta Izmir (Esmirna), en Turquía. En aquellas latitudes a medio camino en Oriente y Occidente tendría lugar un suceso que marcaría su fisonomía de por vida: durante un accidente en una cacería sufrió una herida que en principio no revertía enorme gravedad, pero se gangrenó y perdió su pierna izquierda a la altura de la rodilla; y aunque aquello le obligó a replantearse muchas cosas, no le impediría convertirse en una de las mejores agentes secretos de su tiempo.

Aquella mutilación fue un nuevo impedimento, unido a su condición de mujer en un mundo dominado por los hombres, para que continuase con su brillante carrera diplomática. Fue apartada del Departamento de Estado y, en lugar de vivir una vida de retiro y tranquilidad, limitada por su lesión permanente, decidió tomar impulso y poner toda su determinación en la lucha contra el totalitarismo que estaba asolando su querida Europa y puso rumbo a Londres.

Fabricando a una espía

Atkins

A su llegada a la City entró en contacto con la agente Vera Atkins, una de las más brillantes reclutadoras de la sección F (de Francia) del Grupo (Ejecutiva) de Operaciones Especiales, el SOE (Special Operations Executive), el organismo inglés impulsado por Churchill para combatir a los nazis con operaciones de guerrilla, contraespionaje, engaño, sabotaje, secuestro y asesinato. Una vez adiestrada como correspondía, Hall recibió el nombre en clave de Germaine y, a pesar de su considerable minusvalía, fue lanzada en paracaídas sobre la Francia ocupada con la misión de recopilar información delicada y proporcionar armas a la Resistencia gala, muy activa en la lucha contra Hitler. Una misión sin duda más que arriesgada donde no sería fácil burlar a la Gestapo, comandada en la Francia de Vichy por el temible oficial de las SS Klaus Barbie.

La «dama coja», un dolor de cabeza para la Gestapo
Barbie

Ya en suelo francés, Virginia se hizo pasar por periodista e informó puntualmente a sus superiores en Londres de movimientos de tropas alemanas y puntos «calientes» de instalaciones militares alemanas en las que poder realizar sabotajes con artefactos explosivos, causando un considerable daño al enemigo con las técnicas implacables del SOE. No tardaría en ser una celebridad entre los resistentes, pero también en llamar la atención de la temible Policía Secreta nazi. Los agentes de la Gestapo llegaron a imprimir carteles con su retrato (al menos aproximado), poniendo precio a su cabeza con la siguiente leyenda: «Esta mujer que cojea es una de las más peligrosas agentes de los aliados en Francia. Debemos encontrarla y destruirla».

Durante un tiempo, Hall formó parte de la Resistencia francesa sin mucho problema bajo el nombre en clave de «Heckler» con el principal objetivo de garantizar el paso seguro de los pilotos británicos cuyos aparatos habían sido abatidos por la Luftwaffe y apoyar y poner en conexión a grupos de resistentes y agentes del SOE que solían ser lanzados en paracaídas, como hicieran con ella, sobre territorio ocupado, asumiendo un riesgo más que considerable de ser interceptados por las autoridades colaboracionistas o los propios nazis.

El principal enemigo de la estadounidense era el citado Klaus Barbie, que llegó a obsesionarse con capturarla y ordenó redadas en las que interceptó todas sus transmisiones en código morse enviadas a Londres y llegó a capturar y torturar con sus propias manos a supuestos confidentes y miembros de la Resistencia. A algunos los torturó hasta la muerte. De ahí viene su merecido apodo: el carnicero de Lyon. Terribles y eternas sesiones para obtener cualquier pista que les llevara hasta la «dama coja», como era conocida por los Boches.

Barbie no lo consiguió de esa forma brutal pero logró infiltrar a un agente doble –de nombre en clave Bishop–, en las filas de la Resistencia, acercándose así cada vez más a Virginia Hall y arrinconarla. Sin embargo, gracias a su astucia y maestría en el campo de la confusión logró escapar in extremis cruzando los Pirineos. Una vez en la frontera, con el régimen de Franco recién inaugurado –con un colaboracionismo tácito con los nazis, aunque maquillado–, Hall tuvo serios problemas: fue detenida por las autoridades de inmigración por intentar entrar en la península sin visado. Permaneció seis largas semanas en una prisión de Figueres (Girona), corriendo el peligro de ser extraditada a Vichy por las autoridades franquistas, implacables a principios de los 40. No obstante, las autoridades estadounidenses presionaron para su liberación y el gobierno español no quería enfadar a Washington.

Así, Virginia, que no se dio por vencida ni siquiera cuando la muerte le pisaba el talón de su pierna sana, jamás se rindió: pasó de trabajar para el SOE a hacerlo para la OSS, su equivalente norteamericano, la Oficina de Servicios Estratégicos (Office of Strategic Services), comandada por el veterano de la Gran Guerra William Joseph Donovan y antecesora de la CIA. Una agencia encargada también de actividades de contrainteligencia, sabotaje y terrorismo contra el Tercer Reich en territorio europeo.

Este post tendrá una inminente continuación en «Dentro del Pandemónium».

Una mujer «sin» importancia

De mano de la editorial Crítica (Grupo Planeta) nos llega este soberbio ensayo firmado por la autora y periodista británica Sonia Purnell, una monografía que devuelve a la espía norteamericana al lugar que le corresponde en la Historia, una Historia que la ha mantenido en el olvido demasiado tiempo como a otras combatientes por la libertad que, al ser mujeres, fueron, por desgracia, mucho menos reconocidas por sus hazañas.

En Una mujer sin importancia. La historia de Virginia Hall asistimos al nacimiento de una heroína que desafiará las normas imperantes de su época y que realizará, como vimos en el post, una amplia formación académica que completará dando el salto al Viejo Continente desde su Norteamérica natal. Una auténtica aventurera que se colocará en el servicio diplomático hasta que viaja a Turquía, donde tendrá lugar el accidente que marcará su vida y que la convertirá en la «dama coja» para los Boches.

En las vibrantes páginas de este ensayo que se lee como el mejor thriller histórico comprobaremos también el nacimiento de una espía: cómo es reclutada, su entrenamiento y su primer lanzamiento sobre territorio de la Francia ocupada, desafiando al peligro y consiguiendo valiosa información primero para el SOE y más tarde para la OSS. La persecución implacable de la Gestapo, la evasión (tras rechazar en varias ocasiones la huida ordenada por sus superiores), su retención en la frontera española, su vuelta a Inglaterra y su casi temerario regreso a territorio francés para facilitar, entre otras, el Desembarco aliado en las costas de Normandía y la liberación de varias zonas francesas de mano de los nazis tras el Día D. La epopeya justamente reivindicada de una mujer «con mucha» importancia. Podéis adquirir el libro en el siguiente enlace:

https://www.planetadelibros.com/libro-una-mujer-sin-importancia/320334