Aerosmith: el Ave Fénix del Hard Rock (II)

Fueron –son– unas de las grandes bandas de AOR (Adult Oriented Rock), o simplemente de Hard Rock, de los 70, y aunque más de una, dos y tres veces parecía que, a causa de sus excesos y egos, desaparecerían, volvieron a remontar el vuelo, reconvirtiéndose en los 90 en megaestrellas cuyas canciones (léase «Crying», «Crazy», «Eat the rich» o « I don’t want to miss a thing») tarareó toda una generación (la mía) y la siguiente.

Óscar Herradón ©

Sex, Drugs and Rock and Roll

Otra de sus extravagancias fue grabar el nuevo disco, Draw the Line (1977) en un lugar a la altura de sus pretensiones, y alquilaron un convento abandonado con 300 habitaciones a las afueras de Nueva York, algo que les concedió la CBS porque eran una de las bandas estrellas de la compañía discográfica. Antes de iniciar la grabación, los cinco miembros prometieron no tomar drogas, pero Steven no tardó en incumplir el pacto y llenar de drogas parte de la zona inferior del fregadero.

Muchas veces ni siquiera acudía a los ensayos o, cuando se sentía presionado, directamente se encerraba en la torre del monasterio o se iba de caza. Cuentan que estando bajo los efectos de los estupefacientes, que era casi siempre, estuvo a punto de descerrajarse un tiro con un rifle. Su adicción le pasaba factura. Por otro lado, el estado del guitarrista, Joe Perry, era tanto o más lamentable que el del cantante, llegando incluso a grabar cinco temas en una cinta que después perdió. Para más inri, había olvidado todos los temas. Nunca los conoceremos.

CBS decidió enviarlos lejos, de nuevo a Europa, y su visita fue tanto o más accidentada que la primera. En Alemania la policía requisó a Steven Tyler una importante cantidad de cannabis que llevaba escondido. Por suerte no le detuvieron y pudieron viajar a Inglaterra y tocar en el Reading Festival en una actuación que, a pesar de los pesares, fue apoteósica.

Tyler en el Reading, en el 77

Sus relaciones con la prensa británica volvieron a ser tirantes, por ser suaves, negándose a conceder entrevistas y fastidiando a los representantes del gremio siempre que podían. Regresaron a su tierra natal y se embarcaron en una apoteósica gira por los States cuando lo que necesitaban los «gemelos tóxicos» era tranquilidad y una buena rehabilitación. El estrés que suponían los grandes tours les hundió aún más en el profundo agujero de las drogas.

Para más inri, Tyler y Perry ni siquiera se dirigían la palabra en una guerra de egos largamente vista en el RN’R. No compartían camerino, ni limusinas… lo que dificultaba comenzar a tiempo grabaciones y conciertos. Steven se ponía ciego de cocaína, aunque también la alternaba con LSD y barbitúricos, o lo que se terciase. Tras los conciertos, solía pasarse días con sus noches drogándose y tirado en mansiones de mandamases del gremio musical. De aquel lamentable estado del frontman hay incluso pruebas gráficas, como algunas grabaciones del Live Texxas Jam’78 donde apenas se tenía en pie.

Abierto enfrentamiento entre los «Toxic Brothers»

El esperpento llegó al punto de que sobre el escenario Joe y Perry se pinchaban por las drogas que supuestamente el guitarrista llevaba escondidas (con las que incitaba al cantante y que por supuesto no quería compartir). Dos yonquis (con talento, eso sí) en lucha patética por una dosis. El paroxismo lo alcanzaron cuando Joe golpeó a Steven en el rostro con su guitarra, cortándole los gruesos labios con las cuerdas; la respuesta del espigado cantante fue escupirle la sangre a su «gemelo».

Guerra de egos

A finales de los 70 la banda estaba en su peor momento: se olvidaban de algunos acordes, repetían temas en un mismo concierto que no recordaban haber tocado… Un verdadero desastre, y un insulto para su legión de entregados fans. Tras un alto en el camino para intervenir en la fallida película Sgt. Pepper’s and the Lonely Hearts Club Band de Michael Schultz versionando el «Come Together» de sus admirados Beatles, el tour continuó y también sus excesos y excentricidades: saltando en escena Tyler se rompió el tobillo, pero iba tan «ciego» que ni se enteró, Entonces era adicto al opio y solía perder con frecuencia la voz, por lo que debían suspender numerosos conciertos.

Versionando «Come Together» en una cinta para olvidar (1978)

Entonces Joe contrajo una deuda de 100.000 dólares (80.000 de los cuales eran de pedir distintas cosas al servicio de habitaciones de un hotel) y la compañía le propuso grabar un disco en solitario para hacer frente a los gastos. No le quedó más remedio que aceptar. Se tituló The Joe Perry Project y fue un increíble (e inesperado) éxito, llegando a vender 250.000 copias, así que el bueno de Perry decidió no seguir con Aerosmith. Aquello fue un mazazo para la banda, y dejó conmocionado a un de por sí inestable Steven Tyler: ya habían comenzado la gira de Night in the Ruts y sustituyeron in extremis a Perry por Jimmy Crespo, un guitarrista que encajaba a la perfección en lo musical, pero que era un tío sano, que ni bebía ni se drogaba, y los demás miembros unos auténticos colgados: Steven era mayor adicto que nunca, Tom Hamilton era un gran adicto a la cocaína y Brad Whitford y Joey Kramer, el recientemente despedido, eran dos verdaderas esponjas de bebidas de alta graduación.

La banda de Hard Rock no tenía remedio, y durante un concierto Steven sufrió un ataque que le obligó a cancelar el tour. Durante un tiempo se recluyó en un hotelucho de mala muerte en Manhattan y las malas lenguas cuentas que obligó a prostituirse a su mujer para comprar «caballo» y coca, aunque es algo tan brutal que huele a historia apócrifa. Quién sabe. La gente hace verdaderas locuras cuando sufre síndrome de abstinencia…

Poco después, el líder de los AERO sufrió un grave accidente de moto cuando iba drogado y tuvo que ser hospitalizado durante seis meses. Ya nadie daba un duro por ellos. Ni discográficas, ni promotores, ni seguidores. Y Perry no andaba mucho mejor. Las cosas se pusieron muy negras cuando el otro guitarrista, Brad Whitford, también salió del grupo y Tyler contrató al guitarra rítmica Rick Dufay para que acompañase en el escenario al descolocado Crespo (que en un baile de incertidumbre, había salido de la banda y ya había regresado).

Tyler y Dufay, tiempos de juerga sin control

Dufay era un «junkie» (forma coloquial para drogadicto, Yonki, en inglés americano) alocado y se convirtió en el compañero de juergas interminables de un castigo Steven Tyler. Pero incluso en esa situación tan dramática, grabaron un buen disco, Rock in a Hard Place, que tuvo poco éxito comercial, con una nueva y accidentada gira en la que el cantante no podía con su alma y estuvo a punto de sufrir varias sobredosis. Por su parte, Dufay llegó a intentar tirarse de un avión comercial mientras iba ciego de LSD.

Este post tendrá una tercera y última entrada electrizante. En breve, en «Dentro del Pandemónium».

PARA SABER ALGO (MUCHO) MÁS:

AEROSMITH (REDBOOK EDICIONES)

Red Book Ediciones, a través de Ma Non Troppo, uno de los sellos editoriales más volcados en la edición de libros de música (principalmente de mi amado rock) publicó recientemente uno de los libros más completo hasta la fecha en castellano (y actualizado) sobre la banda comandada por Steven Tyler y Joe Perry hace la friolera de medio siglo. En Aerosmith, con una potente imagen de portada que precisamente retrata a los «Toxic Brothers» en pleno y potente directo, el periodista musical Eduardo Izquierdo, autor de importantes volúmenes sobre rock como Jim Morrison y The Doors (también editada por Ma Non Troppo), excelente crónica de los californianos, es su autor. Y sabe bien de lo que habla, no en vano lleva una larga trayectoria como colaborador de revistas como Ruta 66, Mondosonoro, Efe Eme o Rock On: realiza un exhaustivo y muy ameno recorrido por la turbulenta historia de los chicos malos de Boston. Sin obviar sus excesos y escándalos, el libro hace un minucioso recorrido por lo más importante, su música, sus inicios, influencias, sus letras y discos más memorables (sin olvidar los fallidos), y es que, como dice el autor, los fantasmas de Aerosmith no dejan de perseguirles, pero sus canciones están más vivas que nunca. Toda su historia en el siguiente enlace:

AEROSMITH: VIVIENDO AL LÍMITE (EDITORIAL MILENIO)

En 2017, la Editorial Milenio publicó un libro con el amplio recorrido musical –y personal, escándalos y drogas incluidos– titulado Aerosmith: Viviendo al Límite, con una chulísima portada «pop» de estilo retro. Sus autores son Sergio Guillén Barrantes (que en la misma editorial ha publicado un libro dedicado al género al que pertenecen los de Boston: AOR World) y Andrés Puente Gómez (coautor de la monografía Glam Rock firmada a cuatro manos con Guillén y editada también con mimo por Milenio).

En febrero de 1993, y en lo que a la postre sería el ecuador de su carrera, la banda publica el primer sencillo de su álbum superventas Get A Grip. «Livin’ On The Edge», expresión inglesa de «Viviendo al Límite», se convierte de forma instantánea en la declaración de principios definitiva de un grupo que llevaba sobre los escenarios aproximadamente un cuarto de siglo (y como hemos visto en el post, viviendo muy al límite), inoculando el maravilloso veneno del rock en varias generaciones de oyentes, algo que, otros 25 años después, siguen haciendo. Pura leyenda. Podéis adquirir el libro aquí:

https://www.edmilenio.com/esp/aerosmith-viviendo-al-limite.html

Ignacio de Loyola: el soldado que juró defender a Dios (parte II)

Este 2021 la Compañía de Jesús conmemora el Quinto Centenario de la conversión de Ignacio de Loyola, un personaje histórico fascinante y cuya labor evangelizadora marcaría un antes y un después no solo en la trayectoria del catolicismo sino en la configuración del mundo contemporáneo occidental. Extendida por todo el orbe, la Compañía de Jesús se convertiría en la milicia de la Iglesia católica en tiempos de la Contrarreforma, pero también tendría abiertas disputas –y algo más– con la Santa Sede. Esta es la historia de un hombre corriente reconvertido en militante de la fe, un «soldado de Dios» con sus luces y sus sombras.

Óscar Herradón ©

Pío V

Pocos años después de la muerte del fundador, Ignacio de Loyola, el catolicismo se enfrentaba como nunca antes con el avance de la herejía. Con la amenaza latente del protestantismo, se sentó en el trono de San Pedro un pontífice que sería estandarte de la llamada Contrarreforma. Su nombre era Pío V, un religioso con amplia experiencia al frente de la Inquisición que sería el responsable de fundar la llamada Santa Alianza en 1566, llamada así en honor del acuerdo firmado entre éste y la reina católica María Estuardo, un auténtico servicio de espionaje vaticano cuyo fin era contrarrestar la amenaza protestante inglesa.

La Santa Alianza

Rizzio

Uno de los espías del Papa fue el italiano David Rizzio, quien se convertiría en amante de la reina escocesa y era el hombre de Roma en la corte inglesa, quien acabaría asesinado por el marido de ésta, el rey consorte Henry Darnley y otros conspiradores. Más tarde sería enviado a las islas el jesuita Lamberto Macchi. Hábil espadachín, Macchi había ingresado en la Compañía de Jesús con ánimo aventurero. En aquel tiempo, y al contrario de lo que sucedería después, cuando los jesuitas mantendrían abiertos enfrentamientos con Roma, sus miembros eran considerados los «soldados del Papa» por su voto especial de obediencia al pontífice de turno.

Lord Darnley

Macchi era hombre de gran destreza y avezado esgrimista y no tardaron en llegar rumores sobre sus habilidades a oídos del jefe del servicio de espionaje papal, Marco Antonio Maffei. El propio pontífice le encargó entonces a Macchi la tarea de acabar con la vida de los asesinos de Rizzio. Partió hacia Inglaterra junto a otros dos jesuitas y el hermano del espía asesinado, Giuseppe Rizzio. Meses después, éstos acabaron con la vida de Darnley, al que estrangularon, para ir matando uno a uno a todos los conspiradores.

Los jesuitas también intentaron quitar de en medio a la misma Isabel de Inglaterra, atentado frustrado gracias a los hombres de Sir Francis Walsingham, creador del más eficiente servicio de espionaje de su tiempo, junto al papal, y mano derecha de la reina inglesa. El final de Macchio está rodeado de sombras, ocultado por la propio Santa Sede precisamente por las implicaciones políticas que tuvieron sus acciones en la sombra.

Isabel I de Inglaterra, la «Reina Virgen»

Una versión apunta a su muerte en la toma de Amberes, mientras servía como capellán en los tercios de Alejandro Farnesio; la otra habla de su fallecimiento durante una misión en Japón, donde habría sido ejecutado por el shogun Toyotomi Hideyoshi tras sufrir el suplicio conocido como Tsurushi, el llamado «potro japonés», consistente en colgar a la víctima de una fosa llena de excrementos humanos mientras se le realizan cortes para ir desangrándola lentamente. Lo más probable, no obstante, es que esta segunda versión sea apócrifa. Lo que sí es seguro es que de esta forma fue martirizado el también jesuita Cristóvao, Ferreira, quien se hizo célebre por cometer apostasía después de ser torturados durante las purgas anticristianas de Japón. Fue autor de un texto que roza el ateísmo, La superchería desvelada, escrito tras haber abrazado la religión budista. Su epopeya sería recordada por el genial cineasta Martin Scorsese en la película Silencio (2016).

Matar al Papa

Uno de los más enconados detractores de la Orden jesuítica fue el papa Clemente XIV, en un siglo, el XVIII, en el que la Compañía sería expulsada de varios países. Este pontífice, cediendo a las presiones de los gobiernos de Francia y España, promulgó el breve Dominus ac Redemptor, por el que disolvía la Compañía, entonces comandada por Lorenzo Ricci. Inmersos en la esfera de la conspiración, que perseguirá siempre a los jesuitas, algunos personajes culparán a sus miembros nada menos que de la muerte del pontífice «por haber disuelto la Orden de Jesús».

Clemente XIV
Felipe V

En su apasionante libro El Secreto de los Jesuitas (Almuzara, 2006), el periodista Manuel Barrios, fallecido en 2012, recoge frases como las siguientes respecto a este oscuro asunto: «De nuevo, la muerte es usada con finalidades turbias, en concreto para atacar a los odiados jesuitas». Al parecer, los manuscritos de los que extracta estas acusaciones parecen corresponder a cartas de un cardenal anónimo dirigidas en aquella época a un noble señor de la Corte madrileña, en las que pide venganza, «pues de lo contrario veré que triunfan los más inicuos que hay en el mundo, que son los jesuitas y sus parciales, que componen la facción más poderosa que hay en Roma, por cuanto se junta con ella la mayor parte de los cardenales (…); supuesto que ahora se dice por roma que morirá de veneno el monarca de España. Toda Roma está llena de esta voz; lo dicen los ex jesuitas españoles en el café que está frente de Venecia y con ellos lo dicen también sus terciarios que allí concurren…». Seguro que no imaginaba el autor de estas letras y otros detractores de la Orden que un jesuita, en 2013, se sentaría en el mismo trono de San Pedro…

Las misivas, autorizadas aunque hasta entonces secretas, continúan afirmando que «El Jueves Santo de 1774 tomó el Papa chocolate en San Pedro y, apenas dio unos sorbos, profirió: ‘¡Caí!’; el sujeto que le servía, para manifestar que no tenía veneno, se tomó lo restante del chocolate y ayer murió; éste no puede haber sido el autor, según infiero, pero sí creo que había sido una mano más inicua la autora…». Ya construida toda una teoría de la conspiración, probablemente sin más fundamento que el odio de este personaje anónimo hacia los monjes que se erigieron «soldados» de Dios, continúa: «…Ya hace dos días más fue forzoso que los cirujanos sajaran toda aquella carne que quedaba en el cadáver e introdujesen cal en las sajaduras que se le hicieron y, juntamente, bálsamos y después fajarle todo; y pues que toda Roma decía a voces que el Papa había muerto de veneno, ponerle una mascarilla para que quedase oculta la iniquidad de los señores cardenales cómplices con el Camarlengo por cabeza…».

Este post tendrá una tercera y última parte. En breve, en «Dentro del Pandemónium».

PARA SABER UN POCO (MUCHO) MÁS:

GARCÍA HERNÁN, Enrique: Ignacio de Loyola (Colección Españoles Eminentes). Taurus 2013.

J. LOZANO NAVARRO, Julián: La Compañía de Jesús y el poder en la España de los Austrias. Cátedra 2005.

LARA MARTÍNEZ, María y Laura: Ignacio y la Compañía. Del castillo a la misión. Edaf (XIII Premio Algaba), 2015.

MARTIN, Malachi: La Compañía de Jesús y la traición a la Iglesia Católica. Plaza & Janés, 1988.

P. LUIS GONÇALVES DA CÁMARA: San Ignacio de Loyola. Biografía. Editorial Verbum 2020.

BREAKING NEWS!:

Recientemente, la editorial La Esfera de los Libros publicaba una novela de ecos biográficos de Ignacio de Loyola escrita con escrupulosa fidelidad a los hechos históricos y con un pulso narrativo encomiable, precisamente en el V Centenario «de la herida y conversión que transformaron al gentilhombre Íñigo (que también así le llamaban) de Loyola». El libro en cuestión se titula Para alcanzar amor. Ignacio de Loyola y los primeros jesuitas, y su autor es el sacerdote y periodista español Pedro Miguel Lamet, quien nos introduce en los apasionantes hechos que rodearon al nacimiento de la Compañía de Jesús, las «visiones» y la búsqueda de una misión como hemos narrado en el post. Los sitúa con maestría dentro del complejo ambiente político y social de una de las épocas más ricas de nuestra historia, el Siglo de Oro.

Y lo hace a través de la mirada de su amigo, el historiador Pedro de Ribadeneyra (primer biógrafo de Loyola y uno de los hombres que más estrechamente le trataron): así, se va desgranando la peripecia vital (y compleja personalidad) de Ignacio, que estuvo a punto de ser canonizado en la España de Felipe II pero que finalmente sería elevado a los altares un siglo después: fue beatificado en 1609 y beatificado en 1622 bajo el pontificado de Gregorio XV.

Asistimos a sus raíces, a su vida laica como soldado, su experiencia mística y conversión, los tiempos de estudio y peregrinaje, de fundación y de estrecha relación con sus compañeros y también los del oculto gobernante de la Orden que ya se extendía por prácticamente todo el mundo conocido y que llegaría a poner en jaque a la mismísima Iglesia católica.

He aquí el enlace para adquirir esta magnífica novela:

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