W.I.T.C.H. La «secta» de las brujas feministas (I)

A finales de los años 60 Norteamérica era un polvorín. A las protestas por la guerra de Vietnam y la segregación racial, se sumaban procesos judiciales que ponían contra las cuerdas al mismo status quo. En medio de vertiginosos cambios sociales vistos con temor por la América más conservadora, surgió un grupo de mujeres activistas que, reconvertidas en hechiceras contra el patriarcado, causaron graves escándalos con sus sabbats, sus performances «mágicas» y su llamamiento a la acción directa.

Por Óscar Herradón ©

Escogieron para su fundación la noche de Halloween de 1968, el año de las barricadas en París, de la Primavera de Praga, de las marchas estudiantiles contra una guerra librada a miles de kilómetros y de la canción-protesta. El mismo en que las fuerzas más reaccionarias se encargaron de dilapidar las esperanzas de minorías étnicas y los garantes de los derechos civiles con los magnicidios de Robert Kennedy y de Martin Luther King. Eligieron también una ciudad icónica no solo para EE UU, sino para el mundo entero, Nueva York, donde los medios de comunicación podían tener más empuje en unos tiempos en que no existían las RRSS ni la globalización tecnológica.

Y parece que causaron bastante revuelo, pues fue el inicio del feminismo radical que hoy profesa todo el mundo libre. Hablo de un movimiento que se creó en esa fecha y en dicha ciudad y tomó el nombre de W.I.T.C.H. (bruja en inglés), acrónimo de toda una declaración de intenciones: «Conspiración Terrorista Internacional de las Mujeres del Infierno» (Women’s International Terrorist Conspiracy from Hell).

De hippies a yippies

Emblema del Young International Party

Para entender el origen del grupo contracultural W.I.T.C.H. y sus muchas facciones hay que echar un vistazo al escenario previo en muchas ciudades estadounidenses. En un tiempo donde la represión seguía siendo notable, así como el racismo, la homofobia y la misoginia, con el conflicto de Vietnam y sus veteranos mutilados de fondo, el movimiento hippie tomó una forma combativa y radical que sería bautizada como «Yippie» por el nombre del cada vez más exitoso Youth International Party (Partido Internacional de la Juventud). Sus miembros más radicales crearon una organización antiautoritaria y antimilitarista, defensora de la libertad de expresión, que hizo uso del efectismo teatral y la performance activista y antibélica (que generaba una reacción verdaderamente urticante entre la llamada América tradicional, «Blanca, Anglosajona y Protestante»), la parodia y el boicot al status quo. Se erigían en auténticos desestabilizadores del sistema y empezaron a ser objetivo de las autoridades y los servicios de inteligencia.

Abbie Hoffman en 1969

Sus principales cabecillas fueron los activistas sociales Abbie Hoffman y Jerry Rubin. Fueron responsables de notables acciones antisistema y el propio Rubin, en Do it! (¡Hazlo!), en 1971, hablaba con evidente sarcasmo del yippie en estos términos: «un vagabundo drogado con el fusil al hombro tan feo que la sociedad pequeño-burguesa se aterroriza con su aspecto», también como «un loco hijo de puta con pelos largos y barbudo cuya vida es teatro y que crea a cada instante la nueva sociedad mientras destruye la vieja». Su canto de guerra fue «Revolución o muerte».

El nombre Yippie! –así, con exclamación, «como de sorpresa y júbilo»– surgió durante la Nochevieja de 1967, cuando sus futuros miembros celebraban el año nuevo en medio de una fiesta de ácido, música rock y planes conspiracionistas con la intención de derrocar a Lyndon B. Johnson, el presidente demócrata que sustituyó a JFK e implicó profundamente a EE UU en la Guerra de Vietnam. Se identificaron, además, con las reivindicaciones del Black Power, con un discurso arrollador y su retórica del nacionalismo y la raza como confrontación cultural al «American Way of Life», la llamada acción directa y su radical e inminente reinterpretación de su propia historia. Ello conectó con los movimientos sociales de izquierdas, parte de la comunidad negra que formaba los Black Panthers y también con lo que daría en llamarse feminismo radical.

Bobby Seale

Precisamente Hoffman y Rubin estuvieron involucrados, junto al también yippie Juice Box y el cofundador del The Black Panther Party, Bobby Seale, en los graves disturbios que tuvieron lugar en 1968 en Illinois, Chicago, durante la Convención Nacional Demócrata, donde se enarbolaron consignas en contra de la Guerra de Vietnam. En el Anfiteatro Internacional de Chicago masas de manifestantes fueron agitadas por discursos políticos y por el eléctrico sonido de las guitarras del vanguardista grupo de protopunk MC5, al que en breve dedicaremos un amplio post en «Dentro del Pandemónium». Después, estallaron las revueltas, reprimidas por métodos que algunos medios describieron como «de la Gestapo».

Hoffman, Rubin, Box y Seale fueron detenidos en el marco de los disturbios junto a David Dellinger, Tom Hayden, John Froines y Lee Weiner, dando forma a los llamados Chicago Eight (los Ocho de Chicago), que serían acusados de cargos de conspiración e incitación a los disturbios contra la policía. El hecho de que solo fuesen detenidos los líderes masculinos, y que las mujeres –que también participaron activamente en las protestas– fueran relegadas a un segundo plano y exculpadas, provocó una escisión que llevaba tiempo gestándose en el seno del feminismo.

Independencia absoluta

El propio movimiento de izquierdas –afirmaban– las relegaba a un segundo plano, a meras «taquígrafas» en comités y asambleas, asegurando que repetían los mismos esquemas machistas que habían sufrido sus madres y abuelas. Hasta ese momento, muchas de las reivindicaciones feministas se habían visto infravaloradas, un discurso que la propia izquierda había ridiculizado e incluso llegó a catalogar de contrarrevolucionario. Estas mujeres querían que sus compañeros de lucha varones realizaran una interiorización sincera de la necesidad de una política feminista y de la reinterpretación de los propios valores masculinos tradicionales. Promovían una lucha anticapitalista para derribar al patriarcado, algo que reivindicarían grupos como las Redstockings del Movimiento de Liberación de las Mujeres, de cuyo seno saldrían también parte de las integrantes de W.I.T.C.H.

Una de las principales fundadoras del grupo fue la activista Robin Morgan, ex estrella infantil de la televisión, que a la vez que militaba hacia 1967 en los yippies, entró en las filas de la organización feminista New York Radical Women, responsable de algunas performances sonadas y escandalosas. Entre otras acciones, boicotearon el concurso de Miss América que tuvo lugar en Atlantic City en 1968, al tiempo que se fundaba W.I.T.C.H. Morgan, que hoy se sigue considerando una «bruja» moderna, se hizo una experta en su historia y en las persecuciones religiosas que acabaron con la vida de millares de mujeres acusadas de hechiceras, realizando conferencias y talleres.

Robin Morgan es arrestada en Grove Park en 1970

En 2006 publicó con Melvin House una novela de brujería titulada The Burning Time (El Tiempo de la Quema). Ella misma escribió décadas después de la fundación de W.I.T.C.H.: «He sido una activista durante veinte años y bruja durante mucho más tiempo. He envejecido intentando convencer y enseñar a las feministas, y a las mujeres en general, que la espiritualidad y la reverencia por la Diosa realzarían sus tareas y que, de hecho, las estimularían cuando se sintieran agotadas por demasiado trabajo de tipo político».

Este post tendrá una inminente continuación en «Dentro del Pandemónium».

PARA SABER (MUCHO) MÁS:

La editorial La Felguera publicó en 2013 el pequeño gran libro W.I.T.C.H. Comunicados y hechizos, base documental principal de este artículo. Una joya ilustrada, en la línea de las ediciones a las que nos tienen acostumbrados Servando Rocha y compañía, en la que se narra el origen, la evolución, la disolución y la controversia de este grupo radical de feministas que han inspirado muchos movimientos anti-establishment actuales.

Asuntos Peligrosos (Neo-Sounds)

Y hace apenas unos meses, la editorial Neo-Sounds, habitual en los post musicales de «Dentro del Pandemónium», publicaba Asuntos peligrosos. Droga, delincuencia, MC5 y mi vida de imposibilidades, firmado nada menos que por Wayne Kramer, cofundador del legendario grupo de protopunk de Detroit nacido en los sesenta, la década de las W.I.T.C.H. y la contracultura por excelencia.

Un libro que no es sino un relato (no tan) clásico de superación sobre un hombre que alcanzó el olimpo del éxito y conoció de primera mano los más sórdidos sumideros del exceso. Precisamente, la afilada guitarra de Kramer y las combativas letras de los MC5 sonaban en los mítines de las W.I.T.C.H. También la liaron parda en el Lincoln Park, el 25 de agosto de 1968, donde el grupo, liderado entonces por el poeta y activista John Sinclair y por Fred «Sonic» Smith –más tarde esposo de la legendaria musa punk Patti Smith–, dio un concierto que acabó siendo disuelto de forma brutal por la policía. Eran los prolegómenos de los sonados disturbios que tendrían lugar en aquel Estado con motivo de la celebración de la Convención Nacional Demócrata –como protesta por la guerra de Vietnam– que acabarían con el mediático juicio de los «7 de Chicago» –en realidad 8–, los acusados por los desórdenes y que serían juzgados en un proceso de todo menos objetivo marcado por el escándalo. 

He aquí el enlace para adquirir este recorrido por la historia de MC5 en la que en breve ahondaremos en el pandemónio:

https://www.alfaomega.es/libros/asuntos-peligrosos/9788415887553/

Rock & Arte: cuando el Rock se encuentra con el Arte

El arte está indisolublemente ligado a la música, y más en concreto al rock y sus múltiples derivados. Ahora, la editorial Redbook, a través de su sello Ma non troppo, publica un volumen que hará las delicias de melómanos y rockeros de todo pelaje y que da título a este post. En sus páginas encontramos todo tipo de anécdotas relacionadas con el género y su vertiente plástica (pósteres, carteles, entradas, merchandising…), entre ellas, la historia del diseñador estadounidense y profeta de la escena punk Winston Smith, que protagoniza las próximas líneas. Long Live Rock’n’ Roll!

Por Óscar Herradón ©

Mientras el diseñador británico Roger Dean (artífice de las carátulas de los discos de Yes, Asia o algunos de Uriah Heep, y también de célebres videojuegos de los ochenta) terminaba sus estudios en el Royal College londinense, un singular estadounidense del que acabaría siendo amigo estudiaba arte del Renacimiento en Italia. Se daba a conocer como Winston Smith, como el protagonista de la genial novela distópica 1984, de George Orwell, y durante mucho tiempo mantuvo su verdadero nombre en secreto. Nacido como James Patrick Shannon Morey, frecuentó la Academia de Bellas Artes de Florencia y profundizó en estudios sobre cine tanto en la ciudad de la Toscana como en Roma.

Durante años dio la vuelta a la península itálica como roadie del grupo de jazz-rock Perigeo, y su periodo de formación clave fue entre 1969 y 1975. Había nacido en Oklahoma City en 1952 y tras su estancia en Italia, regresó a Estados Unidos convirtiéndose, para ganarse el sustento, en roadie de varios grupos de mediados de los 70: Quicksilver Messenger Service, Santana, Journey, Crosby Still & Nash o The Tubes. Reconvertido en un auténtico hippie, tras rodar con las bandas citadas se estableció en un rancho rodeado de secuoyas al norte de California, en las colinas de Ukiah, y no tenía ni agua corriente, ni energía eléctrica, ni teléfono.

Dead Kennedys

Fue por aquellos años cuando Smith/Morey inició su carrera gráfica, dando vida a numerosos proyectos artísticos, como el fanzine satírico Fallout, que escribía e ilustraba junto a su colega Jayed Scotti. A la vez, ambos diseñaban carteles para conciertos ficticios, «celebrados» en pseudo-clubs de San Francisco a cargo de bandas que no existían en absoluto. En el mismo estudio en el que producían Fallout, en 1977, de sus mentes anti-establisment nació IDOL, un crucifijo que sería también conocido como «La Cruz del Dinero», una visión crítica sui géneris sobre la hipocresía y la adoración del dinero por el capitalismo (un mundo que no ha cambiado demasiado desde entonces, si acaso para peor). El IDOL se copió y distribuyó en un «show de fotocopias» en Berkeley, y la casualidad, o el destino, depende de quien lo mire, hizo que se fijase en el crucifijo impreso una amiga de Jello Biafra, nada menos que el que acabaría siendo líder de los Dead Kennedys, que no tardó en poner a Smith en contacto con él.

Profeta del punk-rock USA

Fue el comienzo de la fructífera colaboración del artista gráfico que mantenía cierto acento florentino (lo que le dotaba de un aire misterioso) con el sello Alternative Tentacles, para el que diseñó varias cubiertas, pósteres, carteles, desplegables y páginas publicitarias. La Cruz del Dinero pasó a usarse en 1981 en la carátula del primer EP de los californianos Dead Kennedys, «In God We Trust. Inc.», que levantó ampollas en la sociedad estadounidense más conservadora, causando un escándalo mayúsculo en esa América profunda reaccionaria y puritana (que recuerda, en parte, a la actual).

El IDOL sería utilizado también en Mother Jones, la revista filocomunista que toma el nombre de la histórica sindicalista revolucionaria Mary Harris Jones y que aún permanece azotando conciencias al otro lado del Atlántico. Entonces se editaba contra la política reaccionaria del presidente y ex actor Ronald Reagan, y en los últimos años, bajo la Administración Trump, ha tenido no poco trabajo. Sobre la imagen diseñada por Winston, Biafra llegó a decir: «Aquel crucifijo parecía realmente una propuesta muy arriesgada, pero era perfecto para la cubierta de nuestro primer álbum».

A partir de ahí, y utilizando imágenes procedentes de revistas populares estadounidenses, Smith se convirtió en un maestro del collage, haciendo gala de un agudo surrealismo que algunos compararon con los fotomontajes políticos de John Heartfield o artistas como Max Ernst y Marcel Duchamp. Fuertemente influido por la tradición dadaísta, sus trabajos comenzaron a aparecer en revistas especializadas como Spin (una de las cabeceras musicales que una década después Axl Rose, líder de Guns N’ Roses, atacaría en la letra de «Get in the Ring»), Maximum Rock’n’Roll, National Lampoon o Architectural Digest, así como en la revista de arte Juxtapoz y en la multiventas Playboy.

Una de las grandes inspiraciones de Smith sería la disparidad entre cómo son las cosas (en América y, por ende, el mundo occidental) y cómo podrían ser, es decir, como él mismo dijo en más de una ocasión: «No estar satisfecho con el estatus quo». Sus collages, de un surrealismo visionario y un universos fantasioso y extravagante, influiría notablemente a toda una generación de punk-rockers. James Patrick Shannon, alias «Winston Smith», fue un personaje fundamental de la grafía underground estadounidense de finales de los 70 y los 80, cuando diseñó las carátulas más importantes de los Dead Kennedys, pero también en los 90, al trabajar con una nueva generación de punk-rockers como Green Day.

Puso sus rotuladores, no obstante, para otra cincuentena de artistas, entre ellos Ben Harper, y a sus 70 años sigue en activo. A su trayectoria en el art-rock sí que se le puede dedicar esa frase convertida en mantra del álbum debut de The Exploited (editado en 1981, al igual que el primer plástico de los Dead Kennedys): «Punk’s Not Dead».

PARA SABER MUCHÍSIMO MÁS:

Redbook ©

La carrera de Winston Smith y su influencia en la escena underground es solo un pequeño botón de la portentosa cantidad de jugosos datos sobre la creatividad gráfica que rodea al mundo del rock desde sus orígenes y que se narra en el libro Rock & Arte: Cuando el rock se encuentra con el arte, profusamente ilustrado a todo color, un recorrido de infarto por el grafismo musical y sus trampantojos que editó hace unos meses una editorial que tenemos siempre muy presente en «Dentro del Pandemónium», Redbook Ediciones, a través del sello de referencia para cinéfilos y melómanos Ma non troppo.

Una completa obra visual compuesta a seis manos por el periodista italiano especializado en música Ezio Guaitamacchi (que en el catálogo de Redbook ya cuenta con Las Rutas del Rock, Nuevas Rutas del Rock y Crónica del Rock y Crónica del Rock. Nuevos Hitos), el director editorial de JAM TV y periodista Leonardo Follieri, y el también periodista, crítico musical y licenciado en Literatura Moderna (algo que evidencian sus cuidados textos), Giulio Crotti.

Rock & Arte explora con textos fluidos y preñados de información y curiosidades, las múltiples relaciones del rock con las distintas formas de arte. Dividido en ocho secciones, se ocupa de portadas (algunas emblemáticas, como el arte imaginativo de Pink Floyd o el surrealismo político del citado Winston Smith), carteles, artistas y diseñadores, fotografía, objetos, cine, moda (¿Quién da más?); y un último capítulo que los autores dedican al lado creativo (y por lo general más desconocido) de estrellas del rock que han probado suerte en otras formas de expresión –ya sea David Bowie en su incursión frustrada en la pintura, que para él –dijo– era tanto o más importante que la música, o un Marilyn Manson reconvertido en director de cine y artista plástico con acuarelas y pintura en seco–.

De Andy Warhol (que diseñó la portada de 1967 de The Velvet Underground & Nico, más conocida como «The Banana Album») a Allen Ginsberg, de los planos de Jim Marshall a los documentales de Martin Scorsese (que hizo largos inolvidables sobre The Rolling Stones, Bob Dylan o George Harrison, entre otros), y también del corte de pelo de los Beatles, que marcó una época, a la moda grunge que muchos llevábamos (o lo intentamos) a principios/mediados de los 90; de la portada de Sgt. Peppers (horror vacui y «maldición») a la de Abraxas, de los cuadros de Joni Mitchell a los poemas del atormentado Jim Morrison.

Un libro que hay que tener, y punto. He aquí el enlace para hacerse con él y saber mucho más de punks, rockeros y artistas inclasificables:

Aerosmith: el Ave Fénix del Hard Rock (III)

Fueron –son– unas de las grandes bandas de AOR (Adult Oriented Rock), o simplemente de Hard Rock, de los 70, y aunque más de una, dos y tres veces parecía que, a causa de sus excesos y egos, desaparecerían, volvieron a remontar el vuelo, reconvirtiéndose en los 90 en megaestrellas cuyas canciones (léase «Crying», «Crazy», «Eat the rich» o « I don’t want to miss a thing») tarareó toda una generación (la mía) y la siguiente.

Óscar Herradón ©

Aerosmith in Concert (Arnhem, Netherlands)

Steven echaba de menos a su otrora alma gemela, Joe, y cuando supo que éste intentaba entrar en la banda de Alice Cooper, le ofreció regresar a las filas de Aerosmith. Aceptó, también regreso Brad y todos grabaron Done with Mirrors, empezando una gira que una vez más hubo de ser anulada por los graves problemas de Steven con la heroína.

Así, todos decidieron desintoxicarse a la vez en una clínica de Pensilvania y regresaron como los nuevos (y más sanos, con gimnasio incorporado) Aerosmith para grabar algunos de sus mejores discos: Permanent Vacation (1987), Pump (1989) y el multiventas Get a Grip (1993). Luego vinieron discos menos exitosos y la colaboración en la banda sonora de la exitosa película Armagedón (protagonizada por la hija de Steven, Liv), con la canción I don’t want to miss a thing (y What King of love are you on) que no pararon de sonar durante años.

Su último disco de estudio hasta el momento ha sido Music from another Dimension!, de 2012, A pesar de algunas recaídas, Steven Tyler ha permanecido sobrio la mayor parte de los 25 últimos años, continuando al frente de la banda que ha sabido resucitar varias veces a pesar de sí misma. En 2008 volvieron las adicciones y los problemas de unos compañeros que ya no eran idílicos. Steven se retiró en plena gira por Sudamérica y muchos barajaron la posibilidad de que abandonase Aerosmith definitivamente, hasta el punto de que el mes de noviembre Joe Perry declaró que estaban «buscando un nuevo cantante con el que trabajar». Sonó el nombre de Lenny Kravitz, punto que el cantante negó rotundamente.

Es difícil imaginar a la banda de Boston con otra voz; un guitarrista, por brillante que sea, se puede reemplazar con otro genio de las seis cuerdas, pero la particular voz de Steven 40 años después de la fundación de la banda, no. A pesar de los rumores, el 10 de noviembre de 2009, durante un concierto de The Joe Perry Project en el Fillmore New York en Irwine Plaza, Steven Tyler reapareció, poderoso, sobre el escenario, y aseguró a la aundiencia que él no estaba dejando Aerosmith, ante la ovación de los presentes.

Rumores de separación y recaídas

El rumor de una sustitución retomó fuerza en 2010, cuando de nuevo Perry, que de ego iba tanto o más sobrado que el cantante, anunció que a Steven le era imposible seguir con las giras por sus dolencias y que tendrían que sustituirlo por otro cantante. El 22 de diciembre, la revista People informó de que Steven Tyler había entrado –por enésima vez– en una clínica de rehabilitación para superar su adicción a los calmantes. Había pasado la mayor parte de los últimos 25 años sobrio, como prometió al resto, pero las numerosas lesiones que sufrió en sus muchos años de inquieta actuación en rodillas, piernas y pies le arrastraron a la dependencia de los barbitúricos. Una vida de excesos (muuuuchos excesos) y el inexorable paso del tiempo, habían hecho mella en su hasta entonces incombustible cuerpo.

Renacimiento y caída, una historia que para Aerosmith era como un mantra, una suerte de rueda de la fortuna. Finalmente, nadie sustituyó a Steve al micro, pero meses después volvieron a surgir tensiones entre los «Toxic Brothers» cuando éste decidió convertirse en juez de talentos en el programa American Idol sin decírselo a sus compañeros, que se enteraron, como el resto del planeta, por la prensa.

Nuevo disco de grandes éxitos en 2011 (Tough Love: Best of Ballads), nueva cancelación de gira, y en 2012 el decimoquinto disco de estudio de la banda que nadie creía ya que llegaría, Music for Another Dimension, con una apoteósica gira de gran éxito. En 2016 Tyler anunciaba que el grupo se separaba y con ello una gira de despedida para 2017, pero una vez más, en su habitual maremágnum de confusión, Perry negó dichas declaraciones con un comunicado a la otrora maldita Rolling Stone.

En agosto de 2018 volvieron al ruedo y anunciaron un espectáculo fijo en el nuevo Park MGM de Las Vegas, en el antiguo hotel y casino Montecarlo, programando 18 conciertos para 2019, con la intención de completar el tour en junio de 2020. Para entonces ya estaba aquí el maldito coronavirus y se vieron obligados a parar, esta vez por algo muy distinto, mucho mayor y más destructivo que sus demonios particulares. El 7 de diciembre de 2020, a través de su web oficial, la banda anunció la reprogramación de su interrumpida gira europea para 2021.

Overdose

Una puntualización con respecto a los AERO y las drogas, no es una historia explotada y «semi» inventada por la prensa sensacionalista, a la que tanto le gusta la figura del rockero atormentado, sino la pura verdad. Hace apenas unos años el propio Steven Tyler declaró, durante una entrevista a la revista Haute Living, que en los 80 «las drogas nos derrumbaron»; también se sinceró sobre sus muchos intentos de rehabilitación, afirmando que en aquel tiempo «no había clínicas como las actuales, sino que se trataba de instituciones mentales». Un camino nada dulce, vamos: «Yo fui en 1984 y 1986 y no mejoré».

El peor momento fue en 1988, cuando su representante y el resto del grupo le prepararon una «intervención»: «Pensaron que nuestros problemas iban a acabar si conseguían que el cantante se mantuviese sobrio (…) Así que me mantuve sobrio, pero me llevó bastantes años superar el enojo que me provocó que me mandaran a rehabilitación mientras ellos se iban de vacaciones», dijo con ironía, aunque puntualizó que se siente muy agradecido por cómo le ayudaron a desintoxicarse. El frontman apodado «boca grande» (big mouth) se sinceró completamente: «Tuve muchos momentos que no pude soportar, ya fuera un matrimonio o mi adicción».

Los «chicos malos de Boston» han vendido más de 200 millones de discos en todo el mundo, 66,5 millones solo en territorio estadounidense. En 2001 fueron incluidos en el Salón de la Fama del Rock y en 2005 clasificados en el puesto 57 de entre los 100 mejores artistas de todos los tiempos según la revista Rolling Stone, cuyo staff, diferente al de los años 70, ya había fumado la pipa de la paz con los AERO y reconocido su más que evidente talento.

Long live rock and roll!

PARA SABER ALGO (MUCHO) MÁS:

AEROSMITH (REDBOOK EDICIONES)

Red Book Ediciones, a través de Ma Non Troppo, uno de los sellos editoriales más volcados en la edición de libros de música (principalmente de mi amado rock) publicó recientemente uno de los libros más completo hasta la fecha en castellano (y actualizado) sobre la banda comandada por Steven Tyler y Joe Perry hace la friolera de medio siglo.

En Aerosmith, con una potente imagen de portada que precisamente retrata a los «Toxic Brothers» en pleno y potente directo, el periodista musical Eduardo Izquierdo, autor de importantes volúmenes sobre rock como Jim Morrison y The Doors (también editada por Ma Non Troppo), excelente crónica de los californianos, es su autor. Y sabe bien de lo que habla, no en vano lleva una larga trayectoria como colaborador de revistas como Ruta 66, Mondosonoro, Efe Eme o Rock On: realiza un exhaustivo y muy ameno recorrido por la turbulenta historia de los chicos malos de Boston. Sin obviar sus excesos y escándalos, el libro hace un minucioso recorrido por lo más importante, su música, sus inicios, influencias, sus letras y discos más memorables (sin olvidar los fallidos), y es que, como dice el autor, los fantasmas de Aerosmith no dejan de perseguirles, pero sus canciones están más vivas que nunca. Toda su historia en el siguiente enlace:

https://redbookediciones.com/producto/musica/aerosmith/