Es uno de los «libros malditos» que más ha dado que hablar en casi un siglo, foco de eterno debate entre estudiosos, historiadores de la literatura y amantes de la ciencia ficción y el terror. ¿Pura ficción? Quizá no tanto…
Óscar Herradón ©
Entre sus páginas se recogen, supuestamente, las fórmulas y rituales necesarios para despertar a terribles dioses antiguos que dominaron el Universo hace millones de años, y que permanecen dormidos en remotas regiones fuera de nuestro espacio-tiempo, esperando que algún alma atormentada o curioso insaciable abra el libro y los despierte. Son los Antiguos o Dioses Primigenios, que supuestamente llegaron a la Tierra antes de todo tiempo conocido, instaurando un reinado de terror, y que fueron expulsados por otras razas fuera de nuestra dimensión conocida. Sin embargo, permanecen en el Exterior, según Lovecraft, esperando la oportunidad de volver a la Tierra y sumir a ésta en un futuro terrible regido por la locura…
El escritor estadounidense, gran apasionado del ocultismo y la magia negra, incluyó entre sus relatos, además de la enigmática historia del Necronomicón, referencias a grimorios reales –y otros ficticios– que probablemente conservaba en su bibliotecas. En El Caso de Charles Dexter Ward, una de las mejores novelas del literato, podemos leer lo siguiente:
«La estrafalaria colección, junto a un conjunto de trabajos vulgares, que el señor Merrit no tuvo reparo en envidiar, reunía a casi todos los cabalistas, demonólogos y magos conocidos por el hombre; y era una isla del tesoro del saber en los dudosos territorios de la alquimia y la astrología. Los Turba Philosophorum de Hermes Trismegisto en la edición de Mesnard, el Liber Investigationis de Geber y la Llave de la Sabiduría de Artephius, estaban allí; junto con el cabalístico Zohar; la recopilación de Peter Jammy sobre Alberto Magno, el Ars Magna et Ultima de Raimundo Lulio en la edición de Zetsner, el Thesaurus Chemicus de Roger Bacon, la Clavis Alchimiae de Fludd y el De Lapide Philosophico coronándolo todo. Judíos y árabes medievales estaban representados con profusión, y el señor Merritt empalideció al coger un elegante volumen conspicuamente etiquetado y ver que se trataba en realidad del prohibido Necronomicón del árabe loco Abdul Alhazred, del que había oído susurrar cosas monstruosas unos años atrás, tras descubrirse ciertos ritos indescriptibles en el extraño pueblecito de Kingsport, en la provincia de Massachussets-Bay».
Alhazred, el árabe loco
Lovecraft afirmaba que el verdadero nombre del grimorio era Al-Azif, un término utilizado por los árabes para designar el ruido nocturno producido por los insectos que antiguamente representaban el murmullo de los demonios. El autor mencionó su existencia en el año 1927 a su círculo privado de amigos, a los que envió una especie de borrador que incluía la historia del grimorio maldito. Aunque su intención no era publicar el texto, un año después de su muerte, en 1938, la Rebel Press editó ochenta ejemplares en forma de panfleto con la historia del Necronomicón, a modo de homenaje al autor. Desde entonces, el misterio en torno a su historia no hace sino incrementarse con el tiempo.
Su «autor» parece que fue Abdul Alhazred, conocido como «el árabe loco», un poeta que había huido de Sanaa al Yemen hacia el año 700 d.C. y que supuestamente pasó diez años en soledad en el desierto que se extiende al sur de Arabia, conocido como Roba-el-Khaliyeh o «Espacio Vital» de los antiguos. Cuentan las leyendas que este lugar estaba habitado por monstruos terribles y espíritus malignos. Según Ibn-Khallikan, biógrafo de Al-Razhed durante el siglo XIII, en algún punto del desierto el árabe loco había descubierto la famosa Ilrem, una ciudad inencontrable conocida como Ciudad de los Pilares bajo cuyas ruinas se encontraban los anales secretos de la raza de los Antiguos, deidades como Yog-Sothoth y Cthulhu, a la espera de ser despertadas.
Al parecer, cuando Alhazred vivía en Damasco escribió el famoso Necronomicón con sangre humana. Su muerte, en el año 738, está rodeada de un gran misterio: cuentan que fue asesinado y devorado, ya completamente loco, por un monstruo invisible en pleno día en presencia de múltiples testigos. Siguiendo los relatos de Lovecraft se puede reconstruir la trayectoria del misterioso grimorio –la forma en que el autor fue incluyendo referencias al mismo en sus escritos es un ejemplo de ingenio literario digno de alabanza–. En el año 950, un tal Theodorus Philetas de Constantinopla tradujo la obra al griego, bajo el título de Necronomicón o Libro de los Muertos.
A lo largo de un siglo se desataron terribles acontecimientos, al parecer debido a la existencia del libro, por lo que el patriarca Michael mandó destruir todas las copias en la hoguera –el destino de todo buen «libro maldito»–. En el año 1228 Olaus Wormius lo tradujo al latín y en 1232, el pontífice Gregorio IX prohibió tanto la versión griega como la latina. Durante el siglo XV parece ser que en la ciudad española de Toledo se realizó una de las versiones –griega o latina–, ejemplar que se conservaría en el British Museum. En el siglo XVII pudo realizarse también una reedición, que se encontraría en la Bibliothèque Nationale de París, y una versión traducida al inglés antiguo estaría también celosamente guardada en la Universidad de Miskatonic, en la ciudad de Arkham (Salem), entre otras versiones.
La edición árabe original se perdió en los tiempos de Wormius, aunque hay vagas alusiones a la existencia de una copia secreta, según el autor de Providence, encontrada en San Francisco a principios de siglo, pero que desapareció en un gran incendio. Igualmente existía una traducción de John Dee, fascinante personaje que ya hemos mencionado en varias ocasiones en «Dentro del Pandemónium», copia que habría poseído el padre de Lovecraft, Winfield Lovecraft, y que podría ser la base de la conocida magia enoquiana de Dee.
El caso es que, a pesar de los estudios realizados por investigadores como Robert Turner, fundador de la sociedad Orden de la Piedra Cúbica o el experto informático David Langford, junto a los «hallazgos» de personajes como L. Sprague de Camp, biógrafo de Lovecraft que afirmaba haber encontrado una copia del verdadero grimorio maldito –junto a los supuestos ejemplares guardados en los citados museos, que parecen ser sin duda falsos–, el texto continúa, si es que alguna vez existió, desaparecido.
Serviría de fuente de inspiración a numerosas novelas, series de televisión y películas, como la descacharrante y sangrienta saga Evil Dead (adaptación catódica incluida protagonizada por el mismo Bruce Campbell, ya más entradito en años y en carnes), pues precisamente un libro maldito llamado Necronomicón, con piel humana y forma de rostro horrible por portada, escrito con sangre, sirve para «desatar todos los infiernos». Que Dios nos coja confesados. Vade Retro!
PARA SABER MUCHÍSIMO MÁS:
Hace casi nueve décadas que murió y aún así el maestro Lovecraft sigue presente en las novedades editoriales año tras año: adaptaciones de sus obras, nuevas traducciones, novelas gráficas de su onírico y extravagante universo de terror cósmico, su propia biografía en viñetas e incluso su atormentada existencia narrada por un inclasificable autor como el francés Michel Houellebecq, tanto o más impenetrable que el propio visionario de Providence. A continuación, repasamos algunos de los últimos lanzamientos con el señor Howard Philips como protagonista absoluto. No merece menos.
Valdemar Gótica
Me atrevería a decir que la obra de Lovecraft en castellano estaría incompleta, o al menos sería menos precisa y sugerente, sin la labor de una de mis editoriales favoritas, Valdemar. Desde hace más de dos décadas, sus editores se han volcado en traernos los mejores autores de la literatura fantástica, sci-fi y de terror, y por supuesto nuestro protagonista es uno de los referentes tanto de su imprescindible colección Gótica, que no para de crecer, como de las páginas de El Club Diógenes y otras.
Lo último que han sacado en su referente en tapa dura negra como las profundidades de la mente de Lovecraft es la reedición de Más allá de los eones y otras historias en colaboración. Debido a la situación de penuria económica que solía arrastrar el autor, no le quedó más remedio que completar los ingresos obtenidos de sus relatos (publicados la mayoría en revistas populares) con otras tareas que no le gustaban tanto, como el asesoramiento y la revisión de textos enviados por otros autores.
Con algunos de los textos se limitaba a una breve revisión de estilo, pero en otros realizaba una reescritura casi completa, con cambios sutiles (o directamente radicales) en el argumento. Los textos que forman esta maravillosa compilación fueron en su mayoría íntegramente escritos por Lovecraft sobre un argumento, a menudo reconstruido, escrito por otros autores como Winnifred Virginia Jackson (que no aportó ni una sola palabra), Adolphe de Castro, Zelia Bishop o Hazel Head, entre otros. Podríamos decir, por tanto, que nos encontramos ante otra obra nueva del maestro del horror, con los ingredientes habituales de su prosa.
Pero si queremos disfrutar del «outsider de Providence» de forma absoluta, nada mejor que hacerse con su narrativa completa en dos volúmenes de la misma colección oscura. No hay nada similar a nuestro alcance. He aquí el enlace:
http://www.valdemar.com/product_info.php?products_id=764
Y también en viñetas…
Por su parte, en 2019 la editorial Oberón (Grupo Anaya) lanzó la biografía de nuestro autor en forma de novela gráfica, un volumen a la altura del maestro (tanto en guión como en trazo, con un dibujo inquietante) con el que disfruté de lo lindo. Su título era Howard P. Lovecraft. El escritor de las tinieblas, en el marco de la colección «Libros Singulares», y todavía puede encontrarse en algunos puntos de venta. Muy recomendable.
Y si lo que pretendemos es echarnos unas risas a costa de inspirarnos –ligeramente– en Lovecrat, además de revisitar las cintas de Raimi tenemos a nuestra disposición un cómic irreverente e inclasificable publicado hace unos meses por Fandogamia Editorial: Perrinowmicon, que ya va por su segunda edición.
En realidad, no se trata de un compendio de fuerzas malignas al estilo del Necronomicón original, aunque sí de toda una amalgama de textos e imágenes sin tabúes, de mal gusto, hirientes, transgresoras y descacharrantes fruto de la retorcida mente del guionista, dibujante, entintador e historietista –ahí es nada– Michael Perrinow, que publicó en Twitter de 2012 a 2016; en una edición coloreada por Sara Cepeda. He aquí el link para hacerse con esta rareza:
https://fandogamia.com/linea-adsl/50-perrinowmicon-2-edicion.html