Gremlins. 40 años sin comer a medianoche

Este verano se cumplen 40 años del estreno de una de las cintas familiares más icónicas de los 80, Gremlins, de Joe Dante. Todos sus entresijos se cuentan con detalle y especial cariño en el libro Gremlins. Nunca les des de comer después de medianoche, firmado por Francisco Javier Millán y publicado por Diábolo Ediciones.

1984 fue un año muy productivo en lo que al séptimo arte se refiere, e inolvidable para los nostálgicos. Un servidor tenía solo cuatro años por aquel entonces (vamos, que veía Barrio Sésamo, la Bruja Avería y, sin entenderlo mucho, V y El Gran Héroe Americano), lo que significa que realmente no eran series y películas «de mi época», como suele decirse, pero con los años, las visitas a los inolvidables videoclubs y las eternas reposiciones por televisión (de dos canales), se convirtieron por derecho propio en el lugar para soñar de toda una generación (ya de varias).

Cuatro décadas más tarde, basta con echar un vistazo al infinito merchandising, las ediciones especiales en múltiples formatos o su éxito en plataformas digitales (donde compiten, y muchas veces ganan, a producciones multimillonarias que utilizan la vanguardia tecnológica para sus efectos especiales), para comprobar que su empuje no ha decaído. Que forman parte de la cultura popular (pop o como quiera llamarse). Hablo de películas como Regreso al futuro, Cazafantasmas o la que aquí nos ocupa, Gremlins. Y vamos ya al turrón, que en el Pandemónium tenemos tendencia a irnos un poco por las ramas cuando el tema nos toca el corazoncito.

En este post, con motivo de ese 40 aniversario y del lanzamiento de un libro único que lo conmemora, realizado con mimo por una editorial habitual de este blog, Diábolo Ediciones, recogemos 10 cosas que (probablemente) no sabías –cinéfagos aparte– sobre Gremlins, dirigida por Joe Dante, con guion de Chris Columbus y producida por un visionario Steven Spielberg a través de Amblin Entertainment. 

-El libreto original era cosecha de un joven y desconocido guionista llamado Chris Columbus, y pasó por las manos de al menos 20 productores, hasta que llegó a Steven Spielberg, al que le llamó la atención el título y decidió comprarlo. El propio realizador diría más tarde: «Es una de las cosas más originales que he encontrado en muchos años, por eso compré el guion y se lo di a Joe para que la hiciera». El propio Spielberg encargaría más tarde a Columbus escribir el libreto de Los Goonies, otra cinta familiar que marcó los 80.

-La fuente original de Gremlins se hallaba en una leyenda que contaban los pilotos de la Royal Air Force (RAF) durante la Segunda Guerra Mundial, principalmente durante la Operación León Marino mediante la cual los alemanes pretendían conquistar Inglaterra: hablaban de unas criaturas extrañas y traviesas que se introducían en los motores de los bombarderos pesados trimotor (Fortalezas Volantes) Boeing B-17 Flying Fortress. Pero existían referencias anteriores: la primera, en la revista Airplane, publicada el 10 de abril de 1929 en Malta, donde se señalaba que pilotos británicos destinados en la isla mediterránea, en Oriente Medio y en la India, ya hablaban de ellos.

-Nuevamente, en plena Segunda Guerra Mundial, el escritor Roald Dahl (autor de clásicos infantiles como Charlie y la Fábrica de Chocolate o Matilda), escribió su primera obra para niños tras ser enviado a Washington DC como agregado aéreo de la embajada británica en enero de 1942 (precisamente, Dahl había realizado el servicio militar en el Escuadrón 80 de la RAF en Oriente Medio). En el cuento, los gremlins son hombres diminutos que habitan dentro de los aviones de la fuerza aérea británica, y que a punto estuvieron de protagonizar una producción animada de Disney.

-El guion original de Columbus era bastante más oscuro y las sucesivas reescrituras irían cambiando la idea primigenia hacia una vertiente más familiar (no exenta de momentos desconcertantes, como la confesión de Kate –Phoebe Cates– sobre la muerte de su padre y otros también truculentos ). Nada que ver, no obstante, con la idea primigenia: las criaturas se comían al perro de Billy (escena que se sustituiría finalmente por la de colgarlo de las luces navideñas), mataban a su madre (que finalmente sería capaz de acabar con la vida de varios gremlins, entre ellos el que explota en la memorable escena del microondas –cuando en España no sabíamos ni qué electrodoméstico era-) y en otro alarde retorcido made in Columbus los bichejos se ponían las botas con carne humana en el McDonald’s de Kingston Falls, secuencia sustituida por los excesos alcohólicos de la parranda en la taberna de Dorry. Otra muerte terrible que se recogía en el libreto original y nunca se llegó a rodar era la del mejor amigo de Billy, Pete (interpretado por Corey Feldman, secundario de lujo en producciones ochenteras posteriores de la talla de Los Goonies, Cuenta Conmigo o Jóvenes Ocultos) al que devoraban algunos gremlins en medio de terribles gritos de agonía que nadie escuchaba debido a los villancicos entonados por los niños.

– Si algo destaca en la cinta, y contribuyó sin duda a su enorme éxito, es la gran expresividad de Gizmo, el mogwai que la protagoniza (todo ternura, menos cuando le dan de comer después de medianoche o lo mojan). Fue fruto de un minucioso trabajo del equipo de marionetistas. Según su responsable, Chris Walas, acerca de las pruebas previas que tuvieron que realizar: «Nos colocábamos frente a un espejo y hacíamos pequeñas actuaciones, solo para comprender los conceptos básicos de los títeres. Una vez que éramos conscientes de su movimiento buscamos los pequeños rasgos que definían al personaje. La dificultad de movimientos, y el hecho de que la cabeza del mogwai tenía solo 6 centímetros (lo que limitaba los espacios para colocar los mecanismos electrónicos) hizo que Walas optara por crear 10 cabezas de Gizmo con diferentes acciones: estas se fotografiaron con una máquina Polaroid y, cuando Joe Dante preparaba una toma, conectaban el mecanismo y ponían al adorable muñeco frente a la cámara. Además, a las max puppets (como se conocían) se sumaron las cabezas superfaces, con un tamaño algo más grande para que soportasen bien los primeros planos,  controladas mediante cables, dando lugar, en palabras de Javier Millán, «a matices inimaginables que parecían extraídos de los dibujos animados ».         

-Puesto que Gremlins se rodó casi en verano y estaba ambientada en navidad, tuvieron que usar grandes cantidades de nieve artificial: varios sets tenían que ser preparados a diario con un empavesado de poliéster blanco que creaba la ilusión de la nieve acumulada en las calles y tejados; además, se utilizó yeso en polvo que se espolvoreó sobre las copas de los árboles. El jefe de efectos especiales, Bob McDonald Jr., recordaba cómo se logró crear esa ilusión a mediados de mayo de 1983 en la calurosa e iluminada California: «Para hacer que la nieve cayese, usamos máquinas de viento. La echábamos desde elevadores frente a dichas máquinas y simplemente la dejábamos caer». También se usó piedra caliza para simular que los bancos estaban llenos de nieve. Una tarea compleja si tenemos en cuenta que cuando rodaban por las noches en exteriores la temperatura ambiente llegaba a oscilar entre los 18 y 20 grados y el equipo, por supuesto, debía ser muy rápido y eficiente con las escenas, trabajando a contrarreloj frente a la descongelación del hielo.

-A todo ello se añadía otra dificultad: ocultar todo el entramado de cables, para manejar las marionetas, fuera del objetivo de la cámara. Todo el set estaba construido sobre una plataforma, varios metros por encima del suelo, con un hueco donde los marionetistas trabajaban tirados por los suelos. Con el fin de facilitar la manipulación, se instalaron monitores para que pudieran ver en directo –como si se tratase de un espejo– la interacción de los actores. Para mover las criaturas más complejas, hacía falta en ocasiones el trabajo de hasta 18 operadores y unos 14 cables, todo un desafío del lenguaje corporal que obligaba a los operadores a estar horas interminables en posiciones incómodas y hasta dolorosas.

-Si uno presta atención al ver ambas películas –estrenadas apenas con un año de diferencia–, verá que son muy similares la plaza de Kingston Falls en Gremlins y la de Hill Valley en Regreso al Futuro. ¿La razón? Ambas son en realidad Courthouse Square, un veterano decorado de los estudios Universal que se levantó un lejano año de 1949 y que aparece en otras producciones de Hollywood como Matar a un Ruiseñor, ¡Como Dios! o Batman y Robin y que ardió en 2008, quedando únicamente en pie la icónica fachada y el ayuntamiento. Durante la fotografía principal, el equipo tuvo muchos problemas con otro rodaje que se estaba llevando a cabo en los alrededores, casi pared con pared del decorado: Calles de Fuego, dirigida por Walter Hill y protagonizada por Michael Paré y Diane Lane; según cuenta Francisco Javier Millán, los responsables de esta producción comenzaron a levantar grandes postes y lonas, impidiendo al equipo de Gremlins encuadrar la parte superior de los edificios. Había una legión de carpinteros al otro lado de los decorados que tan solo guardaban silencio durante la filmación, lo que obligó a que tuvieran que añadir una pintura mate en el arranque de los créditos realizada por Rocco Gioffre, artista de la empresa de efectos especiales Dream Factory que trabajó en otras producciones de la talla de 1997: Rescate en Nueva York (John Carpenter, 1981) o ET, el Extraterrestre, de 1982.

-Durante la convención de inventores a la que asiste el padre del protagonista, Randall «Rand» Peltzer (interpretado por Hoyt Axton), Dante hizo alarde de su pasión por el cine fantástico y sci-fi: pueden verse la máquina transtemporal pilotada por Rod Taylor en El tiempo en sus manos (1960), y a Robby, el robot de Planeta Prohibido (1956); además de un maletín en el que puede leerse S.S. Enterprises (hoy nombre de algunas empresas muy potentes, entonces un guiño a Star Trek), y un monitor con lo que parece ser una escena que alude a Poltergeist (otro de los éxitos de Spielberg como productor, estrenada dos años antes, en 1982, y dirigida por Tobe Hooper, el célebre realizador de La Matanza de Texas, de 1974).

-La frase que enuncia el padre de Billy sobre Gizmo acabaría por hacerse profética: «Todos los niños de América querrán tener uno». Es más, no solo de América, de prácticamente todo el planeta (al menos en Occidente). Me refiero al merchandising. El visionario Spielberg ya había sido un maestro de este tipo de beneficios añadidos a la industria cinematográfica con E.T., y su colega George Lucas principalmente con las figuras de Kenner de Star Wars, historia que da para varios post. El Rey Midas de Hollywood vio el potencial del mogwai desde el primer momento y, según Joe Dante: «El merchandising comenzó cuando nosotros ya estábamos inmersos en el rodaje, conceptualmente, esto jugó un papel muy importante».

-Según recogía la revista Variety, Gremlins fue una de las campañas más lucrativas de la historia de Warner Bros. Logró arañar parte del mercado que hasta entonces estaba monopolizado por Star Wars y E.T. Las figuras de PVC fueron unas de las más exitosas. En España fue la empresa Comic Figure Spain S.L. la que disponía de las licencias para explotarlas y sacó al mercado una figura de Gizmo y otra de Stripe. Todavía conservo un ejemplar de esta última, cuando con solo cuatro o cinco años mis padres, por supuesto, no me pusieron la película –y eso que llegamos a tener un Beta–, que vería por vez primera a los ocho o nueve años para no dejar de volver a visionar mil veces hasta hoy. Actualmente, el merchandising de Gremlins (y tantas cintas ochenteras) goza de un renacimiento, o más bien una segunda vida, y son infinitas las figuras que existen de sus criaturas, la mayoría fabricadas por la empresa estadounidense NECA –de la que me confieso fan incondicional–, con un realismo impensable hace cuatro décadas (y unos precios en sintonía, claro).

10 cosas que (quizá) no sabías de E.T. El Extraterrestre

Inauguramos en el Pandemónium nueva sección con una conmemoración: nada menos que el 40 aniversario del lanzamiento de una de las cumbres del cine fantástico: E.T. el Extraterrestre, del Rey Midas de Hollywood Steven Spielberg, cuya trastienda es narrada con detalle en una joya ilustrada publicada recientemente por Norma Editorial.

Óscar Herradón ©

Pixabay. Free license.

Arrancamos nueva sección en el blog. Puesto que estamos saturados de información y a golpe de click uno puede encontrar lo que quiera (siempre con la cautela de no caer en el fake o la falta de verosimilitud), eso tan mentado ahora de la infoxicación, tocaré algunos temas de actualidad (muchos, sin ser nuevos, lo están por una u otra razón), la mayoría relacionados con la publicación de novedades editoriales, de forma breve, dejando la escritura torrencial de mis habituales entradas para otros asuntos, que los habrá, sin duda. Estas son las 10 cosas que probablemente no sabías sobre aquella joya familiar que cambió para siempre el séptimo arte:

–El niño de la cinta, Elliot (interpretado por Henry Thomas) sufre por la ausencia de su padre y precisamente el divorcio de sus progenitores provocó (o al menos eso confesaba en su día) que Spielberg inventase un amigo imaginario, un extraterrestre que podía ser «el hermano que nunca tendría y el padre que sentía que ya no tenía». Fue la semilla de una de sus cintas inolvidables. Precisamente el realizador recuerda aquellos convulsos años de infancia y realiza un emotivo homenaje al cine, una carta de amor al celuloide, en la aclamada Los Fabelman.

–Spielberg ya se acercó años antes, en 1977, al tema de los OVNIs en otra de sus obras maestras, Encuentros en la Tercera Fase (que en realidad, ajustándonos al lenguaje ufológico y al título original, debió traducirse como Encuentros Cercanos del Tercer Tipo), donde contó con la colaboración del astrónomo y ufólogo Joseph Hyneck, pero muchos de los elementos que rescataría ET se hallaban en el guión de una película que nunca llegaría a realizar, una suerte de secuela de la cinta protagonizada por un Richard Dreyfuss en estado de gracia: la terrorífica Night Skies, con guión de John Sayles, donde había varios extraterrestres malvados y uno de ellos poseía un único dedo largo y huesudo que desprendía luz en la punta. ¿Os suena? Con dicha luz mataba a los animales de una granja. Por contrapartida, había uno bueno, de nombre Buddy, que tenía una hermosa relación con un niño afectado de TEA.

–Cuentan que cuando estaban en pleno rodaje de Indiana Jones. En busca del Arca Perdida, primera entrega de la célebre saga del arqueólogo que odiaba a los nazis, cuando Spielberg leyó el guión de Night Skies a la entonces novia de Harrison Ford, Melissa Mathison, esta se echó a llorar ante la relación de un extraterrestre bondadoso y un niño fruto de un hogar roto. Sería ella precisamente quien escribiría el guión de ET. El extraterrestre, y es que un trabajo suyo, El corcel negro, había cautivado a Spielberg. Según reveló el director, ella fue la responsable de la mítica frase «Teléfono, mi casa». Nada volvería a ser lo mismo para el séptimo arte.

–Puesto que el jefe de marketing de Columbia Pictures pensó que ET no tenía un gran potencial comercial y que su argumento era solo propicio para los más pequeños, la productora rechazó el proyecto y entró en el mismo Universal Pictures, que se hizo de oro: ET se convirtió en la película entonces más taquillera de la historia al recaudar 359 millones de dólares en todo el mundo; hasta el momento el récord lo tenía La Guerra de las Galaxias, con 307 millones, del colega de Spielberg (y productor de Indiana Jones) George Lucas. ¿No tenía potencial comercial? Hace unos meses la marca NECA anunciaba el lanzamiento de varias figuras articuladas de la película en el marco del 40 aniversario. Y uno que es coleccionista avisa de que no tardarán en descatalogarse y alcanzar precios desorbitados. ¿Quién no ha tenido un peluche de ET?

–La única película que conseguiría romper el récord alcanzado por la cinta sería Parque Jurásico, también firmada por el visionario Spielberg y basada en el bestseller de Michael Crichton 11 años después: nada menos que 978 millones de dólares. Y es que el realismo de sus saurios extintos provocaba escalofríos y parecía llevarnos a plena era jurásica. Solo Spielberg podía hacer aquello. Vi la cinta en el cine con 13 añitos (ya han llovido 30 desde aquello), y salí cautivado.

Rambaldi

–Siempre se ha dicho que el rostro de ET nos resulta familiar. La razón estriba en que se ideó a partir de las fotografías de los rostros del físico Albert Einstein y los escritores Ernest Hemingway y Carl Sandburg, más algunas pequeñas inspiraciones. Su creación se debe al italiano Carlo Rambaldi, diseñador de las criaturas de Encuentros en la Tercera Fase y artista de efectos especiales de películas como La Posesión o Dune, de David Lynch, quien se inspiró en su propio cuadro Women of Delta para dotar al personaje principal de ese característico largo cuello.

–Los actores aquejados de enanismo Tamara de Treaux y Pat Bilou se introdujeron en el disfraz de goma del personaje, e incluso el niño minusválido al que le faltaban las piernas Matthew Merritt, de entonces 12 años, que caminaba con las manos. También se crearon marionetas que se movían de forma electrónica en un tiempo en que no existían efectos digitales ni el recurrente CGI. La creación de la criatura costó un millón y medio de dólares, una cantidad nada desdeñable hace cuarenta largos años.

–El casting no fue ni mucho menos sencillo. Henry Thomas realizó una dura prueba para convertirse en Elliot de la que existen vídeos en el Making-of. «La improvisación fue tan sentida y honesta que le di el papel allí mismo», confesaría más tarde Steven Spielberg. Al parecer, el chiquillo lloró con tanta convicción pensando en su perro muerto. Para el resto del casting la cosa no fue tan fácil, y el director vio a más de 300 niños antes de decantarse por Drew Barrymore (que había realizado la audiencia para Poltergeist, otro éxito del que Spielberg fue productor) y Robert MacNaughton.

Williams

–El éxito internacional de ET, que se estrenó en el mercado estadounidense el 11 de junio de 1982 (en España lo hizo el 6 de diciembre de ese año, inaugurando una Navidad inolvidable para aquellos que acudieron a verla), se manifestó al año siguiente en nueve nominaciones a los premios Oscar, de los que ganó cuatro: Mejor Sonido, Mejores Efectos Visuales y Mejor Edición de Sonido, así como a la Mejor Banda Sonora firmada por el inolvidable John Williams, autor de las melodías de Star Wars, Indiana Jones, Superman, y prácticamente todo el cine de Spielberg: Tiburón, Encuentros en la Tercera Fase, La lista de Schindler, Hook, Parque Jurásico, Salvar al Soldado Ryan… y cómo no, Los Fabelman e Indiana Jones y el Dial del Destino, cinta que pone punto y final a la saga protagonizada por Harrison Ford que finalmente ha dirigido James Mangold.

–En una producción de tamaño éxito no es extraño que surjan dificultades. La cinta recibió varias demandas y acusaciones de plagio: el prestigioso director indio Satyajit Ray acusó a Steven Spielberg de copiarle el personaje de un guión que había escrito en 1967 titulado The Alien, con una idea y conceptos similares, proyecto frustrado donde –dijo– iba a contar con Marlon Brando y Peter Sellers. La otra demanda vino de parte del dibujante catalán Joaquín Blázquez, quien había creado en 1975 un dibujo de un alienígena llamado Melvin para el medio estadounidense Warren Magazines,  de notable parecido, que protagonizó al año siguiente la historieta publicada en Vampirella «Then one foggy Christmas Eve». Blázquez murió a los 40 años sin ganar el pleito.

PARA SABER ALGO (MUCHO) MÁS:

E.T. El Extraterrestre: la historia visual definitiva

Esta joya recientemente publicada por Norma Editorial profundiza en los archivos de producción de la película para presentarnos, de la manera más completa y apasionante, la creación de la obra maestra de Steven Spielberg y el impacto que todavía tiene en varias generaciones de admiradores. Este monumental volumen de 240 páginas en gran formato y a todo color incluye entrevistas exclusivas con una parte clave del equipo, como el propio director, la productora Kathleen Kennedy y las estrellas Robert MacNaughton, Dee Wallace y Peter Coyote.

ET. El Extraterrestre: la Historia visual definitiva, revive el proceso de una extraordinaria producción que trascendió los límites de lo que era posible en el cine. Cargado de imágenes poco conocidas, el libro incluye fotografías promocionales, arte conceptual, storyboards y contenidos del universo de la película al completo, como los artículos de publicidad comercial de la misma, la novela y su secuela, y la atracción de Universal Studios hacia el proyecto, como contamos en el post. Este tomo constituye el homenaje perfecto para una película que definió la magia del séptimo arte, un libro imprescindible para cualquier entusiasta de este inolvidable título que incluye además 19 elementos especiales, como el pase de seguridad de Spielberg para el set, la hoja de rodaje o páginas del guión original.

Karate Kid. Cuatro décadas dando cera, y puliéndola…

Hace casi cuarenta años que un chaval acosado por los machos alfa del instituto se convertía en karateka para dar esperanza a los que sufrieron (quizá todos en alguna medida) bullying. Hoy que Karate Kid, cuya primera entrega se estrenó un 16 de noviembre de 1984, cuenta con un nuevo renacer gracias a la serie Cobra Kai, que emite Netflix, un libro de reciente aparición recorre toda su historia, desde la idea inicial al guión, los personajes, los actores y las secuelas. Preñado de anécdotas, recuerda lo que aquella saga significó para toda una generación.

Por Óscar Herradón ©

No podía ser sino Diábolo Ediciones quien brindara el homenaje que se merece a una de las sagas capitales de los 80 y saciara a su vez el ansia de conocimiento de los mitómanos y nostálgicos ante la escasez de publicaciones. Hablo de (The) Karate Kid y su trilogía original, así como sus reboot y su «revisitación» en forma catódica a través de la exitosa y potente Cobra Kai, que comenzó como web serie y recupera a los protagonistas originales un poco más entrados en años pero manteniendo con elegancia el tipo.

El origen de una de las franquicias más célebres, rentables y añoradas de nuestra infancia no es lo que se dice muy glamuroso. Nació de un concepto desarrollado por el productor, Jerry Weintraub (con los años, uno de los más aclamados de Hollywood) que un día leyó en la prensa la historia de un muchacho que aprendió karate como forma de hacer frente a unos matones que le hacían bullying. Le encargó un libreto al guionista Robert Mark Kamen, que narró una experiencia personal que le sucedió 20 años antes, en 1964, durante la Feria Mundial de Nueva York que se celebraba a cinco minutos de su hogar, cuando una pandilla de chicos se abalanzaron sobre él al ver que en su cuello lucía una estrella de David. El eterno y podrido antisemitismo. Echó a correr con todas sus fuerzas y lo persiguieron. Poco después se inscribió en un dojo, «lugar de despertar» donde se practican las artes marciales, porque no quería que volviera a pasarle lo mismo.

Según sus propias palabras, Karate Kid era «una carta de amor en forma de guión a mis maestros de Okinawa y a lo que aprendí de ellos». El propio Kamen dice en el prólogo del libro que edita Diábolo: «Tuve la suerte de tener a una serie de maestros que entendieron que el karate no era simplemente pelear, sino que era superación personal, disciplina, esforzarse por alcanzar la perfección no solo de tu capacidad para defenderte, sino para convertirse en mejor persona, en una persona más completa».

Chojun Miyagi

Kamen se inspiró en uno de sus instructores, un maestro de Okinawa de nombre Meitoku Yagi, y en el senséi que entrenó a éste a la temprana edad de 14 años, Chojun Miyagi. Así que el rol que haría mundialmente célebre a Pat Morita, el del Señor Miyagi, resultó ser una combinación de ambos maestros. El verdadero Miyagi había fundado en Okinawa el Goju Ryu, un estilo de Karate-do cuya traducción vendría a ser «estilo de lo duro y lo suave», un arte marcial en el que se combinaban y complementaban ambos conceptos. El Goju Ryu fundado por Chojun en Okinawa y después transmitido por Meitoku en Estados Unidos será la base del peculiar entrenamiento al que es sometido David LaRusso en la película.

Mark Kamen había firmado tres años antes el libreto de Taps, más allá del honor, con jóvenes estrellas como Timothy Hutton, Sean Penn o un Tom Cruise que hoy, como en las cuatro décadas anteriores, continúa en plena forma y empapado de éxito por el estreno de Top Gun Maverick. Como la saga de Karate Kid, Cruise siempre ha estado con nosotros, como un familiar cercano. Tras el éxito del estreno, la recaudación –de casi 100 millones de dólares– hizo que Columbia pidiera a Robert Mark Kamen repetir la fórmula de la primera entrega. Le encargaron el desarrollo de ambas secuelas y le dieron la oportunidad de escribir el libreto de una de las entregas de otra saga memorable de los 80, Arma Letal 3, junto a otros guionistas como Jeffrey Boam (El Chip Prodigioso) y Shane Black (Depredador).

Portada del libro publicado por Diábolo Ediciones

En el citado volumen, Karate Kid & Cobra Kai. Dar cera, pulir cera, se incluye una entrevista bastante reciente que el autor, Francisco Javier Millán, que ha firmado con Diábolo exitosos libros como Generación Goonies o Los Goonies nunca dicen muerto, le realizó a Kamen la madrugada del 7 al 8 de septiembre de 2021, mes en el que también entrevistó, con la colaboración de Marisé Samitier, vía telefónica, a Bill Conti, creador de la banda sonora de la trilogía original y compositor también –y principalmente– de la inolvidable melodía de Rocky que todavía hoy es un subidón de optimismo que puede con todo.

Una historia menor convertida en leyenda

Karate Kid fue una película concebida en un principio con pocas expectativas (también lo fue La Guerra de las Galaxias, y mira hoy…); según declaró el productor, Jerry Weintraub, temía que el público la viera como una suerte de Rocky para niños en un tiempo en el que la saga pugilística nacida de la mente de Sylvester Stallone iba ya por su tercera entrega y había elevado a la categoría de estrella a Mr. T, que por aquel entonces pasaba a encarnar a M-A Barracus en la serie de culto ochentero El Equipo A. Más nostalgia elevada al cubo de los cuarentones.

Quizá por ello, el productor decidió tantear a un director en horas bajas que precisamente se había hecho cargo de la primera entrega de la historia del potro italiano: John G. Avildsen, que aceptó el reto. Para una cinta iniciática en la que el joven David LaRusso ha de experimentar el sufrimiento y el amor (frustrado) para pasar de la niñez, plagada de incertidumbres y miedos, a la edad adulta, era importante escoger a un actor que transmitiera esas emociones, pero no lo era menos el personaje del maestro (senséi) que ha de entrenar al joven (y fortalecer su cuerpo y su mente adolescentes).

El estudio quería al reconocido actor japonés Toshiro Mifune (el emblemático protagonista de algunas de las mejores películas de Akira Kurosawa, como Los Siete Samuráis, Rashomon o Yojimbo), pero al director le parecía que daría un toque demasiado serio a la cinta. Pat Morita fue el primero que se presentó a la audición para encarnar al Sr. Miyagi (que haría inmortal la frase «Dar cera, pulir cera»). A Avildsen le convenció su prueba, pero el productor, Weintraub, no lo quería por su vis cómica, pues era un actor que había hecho principalmente comedia y formó parte del grupo de cómicos de improvisación teatral The Groundlings; sin embargo, tras múltiples pruebas y la insistencia del realizador (que persistió en las enormes posibilidades que brindaba –acertó de pleno–), Weintraub aceptó, y llegó a pedir disculpas al actor nipón por su reticencia inicial. No obstante, para que destacara su origen japonés, el productor exigió que su nombre en los títulos de crédito apareciera completo: Noriyuki «Pat» Morita. Y no le fue nada mal en el entrañable rol de Miyagi: se convirtió en el primer asiático-americano en ser nominado a los Oscar como Mejor Actor de Reparto.

Un rostro inolvidable

La elección de Ralph Macchio para dar vida al personaje principal, David LaRusso, se debió, según el director, a su aspecto juvenil y marcada delgadez, lo que le hacía parecer vulnerable, algo fundamental para desarrollar su evolución –aunque por entonces Macchio ya tenía 21 años que no aparentaba–. Y eso que se habían barajado nombres como los de Robert Downey Jr., Charlie Sheen, Nicolas Cage, Emilio Estévez, Eric Stoltz e incluso Kyle Eastwood, hijo de «Harry el Sucio». Charlie Sheen, a su vez, también fue tanteado para interpretar al azote de LaRusso y villano de la cinta, Johnny Lawrence, así como Crispin Glover, pero el papel fue finalmente para el entonces desconocido William Zabka. El rol de la chica que le roba el corazón al protagonista fue para Elizabeth Shue, pero se barajaron actrices como Helen Hunt o Demi Moore, una cuasi desconocida que por aquella década acabaría en otra saga inmortal, Regreso al Futuro.

Tanto Zabka como Shue habían aparecido tan solo en pequeños papeles y en spots televisivos, pero Macchio ya interpretó un rol importante en la película de Francis Ford Coppola Rebeldes (The Outsiders), basada en la exitosa novela de Susan E. Hinton y estrenada un año antes de Karate Kid, en 1983, plataforma de lanzamiento de toda una serie de nuevas y prometedoras estrellas de Hollywood: Patrick Swayze, Emilio Estévez, Matt Dillon, Rob Lowe o el mismo Tom Cruise. Haciendo algo poco habitual entonces, Avildsen filmó los ensayos de las escenas y los editó como un primer corte de la película con la intención de corregir detalles y anticiparse a posibles problemas de rodaje.

Con un presupuesto inicial de ocho millones de dólares, Karate Kid recaudaría casi 91 millones solo en Estados Unidos (y tuvo éxito en medio mundo), recibiendo, además, buenas opiniones de la crítica, a pesar de que en un primer momento el título no le gustó a los actores y a varios miembros del equipo de rodaje, pues lo consideraban de película de bajo presupuesto y aire infantil. El fervor por la cinta llevó incluso a la apertura de una cadena de dojos (hasta entonces prácticamente inexistentes en territorio USA) bautizada como «Karate Kids».

Para el senséi John Kreese se barajaron actores de la talla de Kurt Russell, Jeff Bridges, Christopher Walken, Harvey Keitel e incluso el sr. Spock, Leonard Nimoy, pero finalmente el rol recayó en el actor Martin Kove, al que habían dado una semana para preparar la audición. Sin embargo, le llamaron al día siguiente y le dijeron que debía hacer la prueba sin tiempo para preparar el papel. Protestó por ello pero insistieron en que sería su única oportunidad. Fue su mujer quien le convenció de asistir y la frustración y rabia que sentía le sirvieron –dicen– para convencer al realizador y al equipo de que era el actor indicado (parece ser que llegó a espetarle a Avildsen y a la directora de casting que eran unos imbéciles). Hoy aparece también en Cobra Kai y mantiene el tipo como un verdadero senséi. Más quisieran algunos a los 76 años, aunque ahí está Jagger, que con dos más el pasado 1 de junio no dejó de moverse como una anguila durante más de dos horas ante 45.000 personas en el Wanda Metropolitano, dando el pistoletazo de salida a su gira «Sixty». ¡Sesenta años sobre los escenarios! para echarse a temblar. Cosas de «pactar» con el diablo…

Volviendo a la película, el estudio tuvo que pedir permiso a DC Cómics porque ya existía un superhéroe llamado Karate Kid, reconocimiento que se puede ver al final de los títulos de crédito. Una historia que se lanzó 18 años antes del estreno de la primera entrega cinematográfica, en 1966, y la protagonizaba Val Armorr, uno de los miembros de la Legión de Superhéroes, que no poseía ningún superpoder pero sí un dominio absoluto de las artes marciales que lo hacía prácticamente invencible.

Luego llegó la patada de la Grulla, que todos imitamos hasta la saciedad en la playa y en el colegio y que levantaría polémica años después entre los expertos en kárate, que consideran que habría sido un golpe ilegal (y, por tanto, LaRusso habría perdido el combate), pero eso lo dejamos para otra entrega del blog. Ahora, mil y una anécdotas más os esperan en las páginas del nuevo libro de Millán que podéis adquirir en el siguiente enlace. No os arrepentiréis. Palabra del «pandemonio».

https://www.diaboloediciones.com/karate-kid-cobra-kai-dar-cera-pulir-cera/