Norma Editorial publica el tercer volumen en formato integral de este referente del cómic franco-belga –bande dessinée–, obra compuesta a cuatro manos (tanto el guión como el dibujo) por el pintor y dibujante galo Jean-Louis Tripp, y el también veterano historietista Régil Loisel, célebre por ilustrar la serie La búsqueda del pájaro del tiempo, escrita por Serge Le Tendre. Una obra costumbrista de perfecta factura que saca lo mejor de quien se adentra en sus entrañables páginas.
No era la típica historia que me llamara la atención en un primer momento, pero cuando me la recomendó la jefa de prensa de Norma Editorial estaba claro que me toparía con una buena novela gráfica. Y he de decir que no me decepcionó. Al contrario, caí rendido a su dibujo y su historia. Una narración que tiene lugar a principios del siglo pasado en un pueblecito rural y semi aislado de Canadá, Notre-Dame des Lacs (existe realmente una muy similar, Notre-Dame du Lac, en el municipio regional del condado de Témiscouata, en la provincia de Quebec), pero cuya esencia podría extrapolarse a cualquier rincón del mundo en cualquier tiempo.
Las miserias y grandezas de una comunidad capaz de mostrar su mejor rostro para con el prójimo y el extraño, ayudarle en los momentos más delicados, pero cuando las cosas se tuercen, capaz también de mostrar su lado más sombrío, vengativo e infame. Pero lo más importante: siempre gana –y con fuerza– el perdón. Un mensaje, pues, optimista a partir de las debilidades y carencias humanas.
Descubrí en 2020 el primer volumen de Magasin Général y en 2021 se lanzó en castellano el segundo (tras varios retrasos por culpa de la dichosa pandemia), que esperaba con ansia y que no solo mantiene viva la esencia del primero, sino que arroja mayor complejidad a su trama, aviva el ritmo y mantiene la cadencia del paso del tiempo; quizá un poco menos el efecto sorpresa, por razones obvias, y recientemente el tercero y último, que pone punto y final a la serie. Todo ello aderezado por un dibujo costumbrista, de colores cálidos y trazos realistas que otorgan a los personajes una calidad y cercanía que rápidamente los convierte en alguien más de la familia.
Pequeños-grandes personajes…
…que podríamos ser cualquiera de nosotros. La historia comienza con la tragedia de la joven Marie, que se queda viuda sin hijos –un golpe duro en cualquier tiempo y lugar, más en una comunidad rural cien años ha–, y que más allá de su dolor, que se guarda para sus adentros, se siente completamente constreñida y aprisionada por sus responsabilidades para con la comunidad: es la persona que regenta el almacén que aprovisiona a todo el pueblo (ese Magasin Général del título), desde los alimentos básicos hasta las herramientas y maquinaria agrícolas a los materiales necesarios para reformas y construcción.
Tan ardua tarea absorbe todo su tiempo, desde primera hora del día hasta la noche. Un universo reiterativo y claustrofóbico, que neutraliza la ensoñación, hasta que llega al pueblo el cautivador y enigmático veterano de guerra Serge, que guarda un gran secreto –ese al que he aludido más arriba–, y que provocará un auténtico vendaval (en su mayor parte positivo, aunque no siempre) en el seno de la pequeña comunidad rural.
Si en el primer volumen asistimos a la desolación de Marie por su tragedia personal, incrementada por su rutinaria y pequeña vida, hasta el soplo de aire fresco que supone el advenimiento del forastero –eso sí, en un tono algo plano, con los personajes sin desarrollar aun sus facetas más atractivas, oscuridades incluidas–, en el segundo todo adquiere mayor –y justificada– fastuosidad. Ahora las cosas serán todavía más complicadas para la viuda entregada: un desliz provocará que el pueblo se vuelva en su contra (sacando lo peor de muchos de sus lugareños), y decidirá marcharse a la ajetreada Montreal, dejando atrás los fantasmas del pasado, su insípida existencia, en busca de una nueva vida.
La novela gráfica evidencia, sobre todo en el segundo tomo, el marcado contraste entre el mundo rural, ligado a sus costumbres atávicas, más intolerante y cerrado, enjaulado por los límites de su propia pequeñez, frente al mundo urbano, representado por personajes con muchos menos prejuicios (ese mismo universo del que provenía Serge). Sin embargo, no todo es idílico, ni mucho menos, en ese plano cosmopolita: entre la muchedumbre y la vertiginosa vida diaria se pierde la cercanía con el prójimo, la fraternidad, se incrementa el individualismo, se olvidan los orígenes… ¿No es una lectura plenamente actual?
Volumen 3. Un magistral cierra de la trilogía
En el tercer volumen todo vuelve un poco a la «normalidad»: el pueblo ya no está enfrentado a la viuda Marie (que ha regresado de su exilio voluntario en la gran ciudad), sino que la concordia ha vuelto a imponerse, aunque ya nada volverá a ser lo mismo que antes de la revulsiva llegada del veterano de la Gran Guerra que abría la primera entrega. La comunidad ha evolucionado, y a pesar de las reticencias de los más conservadores, se aceptan vientos renovados: hay guiños al travestismo, referencias claras a la homosexualidad (aunque pecaminosa todavía para una comunidad tradicional de hace 100 años, comienza a ser tolerada por algunos de los personajes principales), y lo más importante, asistimos a un claro empoderamiento de la mujer, nuevamente a través de Marie, que se queda embarazada y no sabe quién es el padre, pues ha mantenido relaciones con varios hombres, algo de lo que no le dará miedo jactarse ante su otrora piadosa comunidad, hecho que tiempo antes habría sido impensable en Notre-Dame des Lacs.
Las mujeres de la comunidad comienzan a vestir al estilo de Montreal, abandonando la vestimenta «de andar por casa» y discreta, símbolo de una sociedad patriarcal, poco a poco se instalan las fiestas en las que la evasión toma forma de Charlestón e incluso las personas más intransigentes (como las muy devotas y desconfiadas hermanas Gladu), se unen a la felicidad general. Aunque, por supuesto, habrá algunas sorpresas…
Quizá lo que nos quieren transmitir sus autores es cómo, a pesar de los inevitables conflictos que genera la convivencia (cada uno es hijo de su padre y de su madre, como reza el dicho), a pesar de que cada uno de nosotros tiene sus prejuicios, sus oscuridades y sus pecados (mayores o menores), cómo sería la sociedad actual si nos preocupásemos más del vecino, como hacían nuestros abuelos aún a pesar de aquella terrible guerra fratricida que asoló nuestra piel de toro.
Definitivamente, Magasin Générale es una obra maestra, una novela gráfica imprescindible de nuestro tiempo, un maravilloso relato costumbrista que no tardará en convertirse, sin duda alguna, en un referente para varias generaciones. Al menos, eso espero. En definitiva, un cierre perfecto para una trilogía sensacional, de lo mejor que ha dado la novela gráfica bande dessinée en los últimos años. Ahí es nada.
He aquí el link para hacerse con esta tercera y última parte de la serie en la página de Norma Editorial: