Prisiones siniestras de la historia (II)

En el siguiente post, realizamos un recorrido, desde la antigüedad a nuestros desconcertantes días, por los presidios y mazmorras más temibles erigidas por el hombre para el hombre. Algunas están impregnadas por la siempre presente huella de la leyenda, por lo general trágica, pero el misterio asoma también, cual intruso, cuando visitamos sus celdas, palpamos sus paredes, recorremos, como trasuntos de condenados en vida, sus polvorientos corredores de la muerte.

Por Óscar Herradón ©

(Pexels. Cameron Casey. Free License)

Alcatraz, un infierno de roca

En 1934 Alcatraz se convirtió en una cárcel federal, la más segura de Estados Unidos durante tres décadas, alcanzado una terrible fama, siendo pronto conocida como La Roca. La pequeña isla, situada en medio de la bahía de San Francisco, California. La isla fue descubierta por el español Juan Manuel de Ayala en 1775, quien la bautizó como «la Isla de los Alcatraces». 

Su solo nombre ya evoca imágenes terribles, un lugar inclemente en el que serían encerrados los delincuentes más peligrosos de Norteamérica. Sus guardias fueron seleccionados meticulosamente, eran los más duros e inclementes del país, a la altura de los reos, o peor. Los prisioneros solo podían recibir una visita al mes –si el alcaide daba el visto bueno– y las celdas medían 1,5 por 2,75 metros, una auténtica jaula de 9 hectáreas en la Costa Oeste.

En 1400 una leyenda de los nativos americanos afirmaba que la isla estaba habitada por espíritus malignos, y lo cierto es que desde que se abrieron sus puertas los funcionarios hablaban de extraños sucesos, sobre todo cuando, tras torturas que aunque fueron negadas por las autoridades de la época, casi con seguridad tuvieron lugar en sus celdas, muchos prisioneros intentaron suicidarse. La prisión parecía estar maldita. Precisamente una serie de 2012 de J.J. Abrams, el visionario creador de Perdidos y la última trilogía de Star Wars, y titulada Alcatraz, utiliza como telón de fondo la Roca para una trama llena de misterios y episodios entre lo fantástico y lo parapsicológico en la línea de sus series anteriores. Sin duda, al realizador no se le escapó el aura de malditismo que desde hace décadas rodea a esta isla-prisión.

Varios testigos aseguran que un viejo faro que fue construido en la isla en 1854, y derribado tras ser dañada su estructura en el terremoto que tuvo lugar en 1906, suele aparecerse de forma repentina, en noches donde la niebla se erige en protagonista, aparición acompañada de un extraño silbido y de una luz verdosa –¿la del antiguo faro?– centelleante.

En el conocido como «Cuarto del Lavadero», donde al parecer fue asesinado un preso conocido como “el carnicero”, los guardias de antaño afirmaban que ocasionalmente emanaba un fuerte olor a humo, como si algo estuviera ardiendo en el interior de la estancia, pero sin dejar rastro alguno a los pocos minutos.

También hay testimonios que aseguran que se aparece el espectro de Robert Franklin Stroud, conocido como “el hombre pájaro”, quien estuvo en Alcatraz más de 50 años, siendo uno de sus presos más célebres. Su apodo le vino por la afición a criar pájaros –llegó a tener más de 300 canarios en su celda–. A pesar de su amor a los animales, Stroud tenía un amplio currículo delictivos salpicado de atracos, robos y asesinatos no exentos de sadismo –entre otros, apuñaló a su hermano hasta la muerte–. Stroud falleció en un hospital penitenciario el 21 de noviembre de 1963. Cuentan que cuando le viene en gana, se aparece sentado en la cama de su celda, estancia en la que también suelen “escucharse” sonidos extraños.

Stroud

Sin duda, el “inquilino” más célebre de la Roca fue el gángster por antonomasia, Al Capone, que ingresó en la Roca por sus múltiples delitos –delitos que le costó demostrar a su eterno antagonista, Elliot Ness– en agosto de 1934, siendo el preso número 85 de Alcatraz. En un primer lugar había sido encarcelado en la prisión de Atlanta, pero desde aquel lugar, mucho menos temible, era todavía capaz de sobornar y controlar prácticamente todos sus negocios en el exterior, así que fue trasladado al lugar en el que acabaría perdiendo prácticamente la razón apenas unos años después, probablemente a causa de la sífilis, pasando la mayor parte de su reclusión en el hospital de la prisión, donde era vigilado estrictamente, sin contacto posible con el exterior, hasta que, ya muy enfermo, fue liberado el 16 de noviembre de 1939. Arruinado y destrozado física y mentalmente, se recluyó sin contacto con el exterior en su propiedad de Miami Beach (Florida), muriendo de neumonía tras haber sufrido cuatro días ante un derrame cerebral, el 21 de enero de 1947. El rey del hampa moría alejado de la “gloria” de su pasado criminal.

No es extraño que teniendo en cuenta su aura legendaria, su huella se dejase ver tiempo después de su salida de la Roca por sus corredores. La leyenda volvía a estar «viva» y algunos guardias, sin duda marcados por una fuerte sugestión o por el afán de la notoriedad, que tanto mueve a los hombres, afirmaban incluso escucharle –a su fantasma, en todo caso–.

Bloque de Celdas D

El conocido como Bloque D –Cellblock D–, estaba formado por 42 cédulas –celdas– en las que se aplicaban con rigor restricciones a los presos. Las celdas 9 a la 14 eran conocidas por los guardias como «el agujero», por considerarlo la residencia del mal, el lugar reservado para los peores delincuentes. Consistía en celdas de aislamiento: un colchón y cuatro paredes vacías acolchadas. En una de estas estancias, terrible, cuentan que sucedieron extraños fenómenos, como la muerte de un reo que se hallaba en su interior, aislado, y cuyo cuerpo apareció sin vida sin saberse quién o qué pudo asesinarle. Lo encontraron con una expresión de auténtico pavor en su rostro y con marcas de dedos en el cuello; parece que murió por estrangulamiento. La autopsia reveló que era imposible que se hubiese infligido el ahogamiento a sí mismo y ninguno de los carceleros había entrado o salido del «agujero» hasta que fue encontrado.

En el mismo lugar también existen testimonios sobre la presencia fantasmal de un hombre vestido con el traje de presidiario caminando por el vestíbulo. Los médiums que han podido visitar el lugar hablan de resanciones de tortura y experiencias terribles, y los parapsicólogos han corroborado que la temperatura es inexplicablemente unos 20 grados más baja que en el resto del recinto. Equipos de parapsicólogos que han registrado extrañas alteraciones en sus aparatos eléctricos e incluso han grabado psicofonías.

Otro de los lugares más tétricos de la Roca es el hospital. Tras su cierre nunca han cesado de reportase informes sobre misteriosas apariciones. En la actualidad los vigilantes nocturnos hablan de gritos extraños, presos «invisibles» que corren y aseguran incluso que han oído al mítico Capone nada menos que ¡tocando el banyo!

Aunque los informes son imprecisos, se cree que 64 hombres murieron tras estos muros o tratando de escapar –a pesar de que tuvieron lugar algunos intentos espectaculares, hasta 14 intentos a lo largo de su historia–. Las condiciones tan terribles provocaron que se sucedieran los intentos de los reos de autolesionarse o suicidarse. Un caso célebre fue el de un preso que se cortó con un hacha los de dos de una mano y después le dio el arma a otro reo para que le cortara los de la otra. No es fácil creerse esta historia porque dudo mucho que en una prisión de máxima seguridad un reo pudiera hacerse con un hacha así como así…

Eastern State Penitentiary (Filadelfia, EEUU)

Curiosamente, el aura de «prisión encantada» ya atormentaría al propio Capone aún en vida, pero no en Alcatraz, sino en la prisión de Eastern State, en Philadelphia, donde sería encerrado entre 1929 y 1930. Cuenta la historia de esta siniestra prisión, hoy reconvertida en siniestro museo carcelario, que serviría como telón de fondo a la exitosa serie televisiva Prison Break, que Capone era perseguido allí por el fantasma de una de sus víctimas. De ser cierta esta historia, con demasiado olor a leyenda, es posible que el gángster ya empezara a mostrar entonces signos de su futura demencia. No es la única historia fantasmagórica que rodea Eastern State, conocida también como Cherry Hill, pues se habla de otras apariciones y de risas diabólicas que han escuchado incluso aquellos que aún hoy visitan sus ruinosas dependencias, algunas tan célebres como el Bloque 12, como por otro lado sucede en prácticamente todas las cárceles estadounidenses en las que se practicaba la pena de muerte.

Actualmente, es uno de los mayores atractivos turísticos de la ciudad y sitio histórico administrado por el Servicio de Parques Nacionales como parte del Parque Nacional Golden Gate.

Los Plomos de Venecia

Es una prisión harto conocida, pero no por ello hay que prescindir de citarla en este post, por el aura de leyenda y misterio que la envuelve desde tiempos medievales: los popularmente llamados Plomos de Venecia. El Palacio Ducal de la ciudad de los canales, de estilo gótico, fue residencia de los dux de la ciudad, siendo a su vez sede del gobierno y prisión, una prisión por lo demás bastante siniestra durante siglos.

Su preso más célebre fue Giacomo Casanova, eterno conquistador y caradura, ingenioso escritor y talentoso maestro en las artes del engaño, que viajó de corte en corte y tuvo una existencia apasionante. Aparte de ser uno de sus más insignes «inquilinos», lo que nos interesa a la sazón es que muchos testigos afirman que el «espíritu» de Casanova sigue apareciéndose –cuando a él le da la real gana, eso sí, que siempre fue un alma libre–, por las estancias y pasillos del Palacio, causando espanto a aquellos «privilegiados» que se topan con él.

El Penal de Ushuaia

Esta siniestra prisión, conocida como «la cárcel del fin del mundo», se mantuvo en funcionamiento de 1904 a 1947. Su nombre se debe a la lejana ubicación en que fue erigida, en la ciudad argentina de Ushuaia, la región más austral del planeta, donde el aislamiento y las extremas condiciones climatológicas convertían el penal en un auténtico infierno de rejas alejado de la civilización.

Estaba formado por cinco pabellones principales que alojaban a 540 presidiarios, custodiados por 250 personas; 380 calabozos con muros de roca de 60 cm de grosor. A pesar de las durísimas condiciones, parece ser que los presos recibían educación primaria y una retribución por los trabajos realizados, algo impensables en otros de los infiernos de piedra de los que hemos hablado. E incluso formaron una banda de música.

Actualmente la prisión de Ushuaia se ha convertido en un museo, declarado Monumento Histórico Nacional en 1997, que recuerda a sus visitantes lo que es capaz de hacer el hombre con sus congéneres. Y hay muchas más, cuyos muros algún día traspasaremos, cual entidades oscuras y etéreas, en «Dentro del Pandemónium».

PARA CURIOSEAR UN POCO MÁS:

Tras el éxito cosechado con el libro La vuelta al mundo en 80 cementerios, el autor Fernando Gómez publica también con Ediciones Luciérnaga su nuevo trabajo, que nos viene que ni pintado para la temática de este post: El mundo a través de sus cárceles, un inquietante y tenebroso paseo por los presidios más emblemáticos, algunos de ellos citados en estas líneas: desde la Cárcel Mamerina de Roma o la Prisión de los Plomos de Venecia a la cárcel de Reading, en Inglaterra, la prisión australiana de Port Arthur o la siempre sugerente Alcatraz, «la Roca», que preside la sugerente portada del ensayo que podéis ver bajo estas líneas. En tiempos de confinamiento forzoso, no esta mal ver cómo han malvivido los reos, por muy temibles o despreciables que fueran, de un rincón al otro de este planeta (in)humano.

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